En serio. ¿Que manía les ha entrado ahora a los mandamases de Hollywood por destripar los orígenes de personajes, cuya belleza y atractivo radicaba precisamente en ese halo de misterio que envolvía su pasado? ¿Por qué hablar de los pasados de Hannibal, Darh Vader o ahora Lobezno? Y lo que es peor. ¿Por qué encima lo cuentan tan mal?

Y es que la película empieza mas o menos decente, pero tras las letras de crédito, todo se va al carajo. La esencia de Lobezno, tanto la de los cómics como la del espíritu que impregnaron las películas de Brian Synger, se va perdiendo por el camino, ofreciendo una sucesión de mamporros, saltos y explosiones que llegan a agotar al espectador, hasta el punto en el que la repetitiva en toda la película, batalla contra "Dientes de Sable", hace gritar al espectador: "¡¡Joder, otra vez más no, por favor!!"

A Jordi Costa le ha entretenido, más que las de Christopher Nolan. Va por gustos, al menos el señor Nolan trabaja un argumento, trabaja los personajes, y no deja el destino de la película en manos del departamento de efectos visuales.
La película en mi opinión es mala de narices, una auténtica patada al cómic, a la obra de "Arma X", a las anteriores películas, y a muchos de los personajes que aparecen en la película, desde Gambito a Cíclope.
Esa es otra, al parecer el personaje del Uñacas no les inspiraba mucho, y de relleno empiezan a meter mutantes a trote y moche, sometiendo al espectador no culto en el noveno arte, a un desvarío y a un torrente de preguntas como: "¿Pero ese quien es?"

En fin, a las mujeres y demás seguidores del sexo masculino disfrutaran con las exhibiciones musculosas de Mr. Jackman, por lo demás, la película no vale un pimiento, mucho ruido y muy pocas nueces.
Como esto siga así, van a enterrar la cinematografía Marvel bien enterrada.
Dios mío, ¡¡¡que vuelva Brian Synger!!!

Hace poco leí un comentario de F.F. Coppola, que decía: "Antes Hollywood era una fábrica de hacer películas, hoy sólo es una fábrica de dinero". Y que razón tenía, un ejemplo es esta cuarta e innecesaria parte de Indiana Jones.
Steven Spielberg era un auténtico genio a la hora de deleitarnos con películas de aventuras y de ciencia-ficción, en las que por partida doble, ofrecía calidad en cuanto a narrativa y entretenimiento, donde el taquillazo y el buen cine no estaban reñidos, y gracias al cual, su mote de "Rey Midas" le vino como anillo al dedo.

Pero de un tiempo a esta parte, desde que le dio la vena humanista, y empezó a sacrificar su innegable capacidad como director de cine de género fantástico, o palomitero de calidad por el cine con tufo a tío Oscar, da la sensación de que sus modestos regresos a su género de antaño (salvo honrosas excepciones, como "Minority Report") le provocan una vergüenza reñida con su ego, que le frenan a la hora de dirigir con la maestría de antaño. Y a esta "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" (para que luego digan que los títulos de Almodóvar eran largos) me refiero.

La película cumple con lo básico, es decir, es divertida y entretiene, siempre que el espectador se deje llevar y se trague sin ningún miramiento todo cuanto sale en pantalla. Las dos horas que dura la película pasan volando, y uno no mira el reloj ni un momento, lo malo es que al final, cuando uno sale del cine, tiene una sensación molesta de que le han tomado el pelo, y ha pagado por ver un telefilme de Indiana Jones, antes que una película de este personaje en toda regla. Para mí estarán por siempre las tres joyas anteriores, y esta será una mera anécdota ejercida por Lucas y compañía, en un intento a la desesperada por alargar una franquicia, que demostrado está, poco o nada más tiene que dar de sí, salvo explotar la maestría de las tres películas anteriores.

Hay ocasiones en las que películas como esta ponen de relieve hasta que nivel un buen director puede llegar a pervertir su talento en pro de un suculento sueldo o presupuesto. Y es que Sam Raimi, tras la mejorable saga de Spiderman, mostraba ya un cansancio narrativo, y su cuerpo empezaba a pedir un regreso a sus orígenes.
Y ha vuelto a lo grande.
Arrástrame al Infierno muestra lo mejor de Raimi, el Raimi de cine de terror que te hace reir y cagarte de miedo al mismo tiempo, un Sam Raimi que sabe contar una historia de terror hasta el punto que cuando finaliza el espectador se queda pensando si todo lo que ha visto no podría sufrirlo algún día.
Y es que en esta película este director se muestra como un gran maestro del suspense y el terror más sobrecogedor, sin necesidad de escenas de gore, que muchas veces hacen más estremecer el estómago del espectador que su estado de ánimo.
Todos los actores están fenomenales, la puesta en escena es brutal, excelente, claustrofóbica en ocasiones, tremendamente ansiógena y exageradamente perturbadora. Es de esas raras películas de terror donde no sobra ni una sola escena, todo encaja como un perfecto puzzle hasta conformar una auténtica obra maestra.
Si quieren ver una película de terror, sin excesos de FX, sólo con un guión impecable y con ese agradable tufillo a cine de terror ochentero, no dejen de verla, que el dinero invertido se verá recompensado pasando un buen rato pasándolo fatal...

Vista Superlópez... resumen de crítica: Un zurullo de película.
Sólo en la etapa de la infancia de Superlópez se reconoce al personaje creado por Jan, lo demás es Dani Rovira en pijama. (Eso sí, de vez en cuando te meten la palabra "medianía", o "El Masnou", o lo del "café con leche con croissant" para recordarte que estas viendo a Superlópez.)
Uno se queda con la esperanza que pille Fesser este personaje y nos regale una versión de animación 3D como la de "MF contra Jimmy el Cachondo", cosa que debió ser desde el principio para este personaje, y no esta estupidez sin guión, sin interpretaciones destacables, todas forzadas a más no poder (Maribel Verdú, grandísima actriz, y verla en esta película da vergüenza ajena, claro que teniendo un personaje como el que tiene, sólo por el esfuerzo y profesonalidad que demuestra al intentar ganar una batalla perdida ya merece un aplauso y la ola)...
Sólo remarcar los efectos visuales, que es en lo único que se salva la película, y por poco, tampoco se crean, este escupitajo fílmico al personaje de Jan.

Lamentable. (Y conste que tenía esperanzas, que la de Anacleto del mismo director me encantó, pero esto es para llorar hasta el día del juico final). Como diría Superlópez ¡¡MECACHIS LA MAR!!

Mucha expectación había creado esta película, sobretodo teniendo en cuenta que la historia venía de la mano del propio Mignola, no obstante a la película le cuesta definirse entre lo gótico y fantástico, y el pastiche americano de acción, piruetas, efectos visuales a trote y moche, y escenas destructivas cuando mas grandes, mejor. Lo peor es que esta tensión se mantiene durante toda la película, y al final uno sale del cine con la idea de que se ha quedado sin ver la película que había entrado a ver.
La película carece en todo momento del ambiente de su predecesora, no me malinterpreten, su puesta en escena es impecable, su dirección artística es grandiosa, pero en su conjunto, carece de alma. Se echan de menos muchas cosas, desde el tratamiento de los personajes, hasta aspectos menores, como la banda sonora de Beltrami, con perdón de Danny Elfman, pero este señor ha perdido su toque.

En definitiva, una película de Guillermo del Toro donde parece que no se ha querido romper mucho los cuernos, valga la "rebuznancia", en la dirección, para ponerse lo antes posible a zascandilear por la Tierra Media. Esperemos su redención con una tercera entrega, el personaje lo merece.