Se trata de una de esas series entrañables que nos muestran un catálogo de bondades de la que hace mucha falta en el mundo. Una serie moral que, al margen de su factura normalita y sin pretensiones, nos proporciona un rato de alegría. Es decir, esta serie es lo opuesto a Tarantino, que suele mostrar la bazofia y miseria moral del ser humano a través de excelentes productos artísticos. En general la gente vota en base a cuánto le gusta una película o serie y no tanto en base a su calidad artística. Yo tiendo a hacer lo contrario en la medida de mis limitadas facultades artísticas, aunque visto el panorama cada vez voto más con el corazón para no ser menos y, sobre todo, para no quedarme con la sensación de que por culpa del arte una película se queda con menos puntos de los que le daría con el corazón. Por eso le pongo un 10, rotundo y sentido, porque lo merece. El día que el mundo esté lleno de bondad y se erradique el mal (es decir, nunca), le pondré a esta serie la nota que le corresponde artísticamente. Hacen falta en este mundo más series como ésta.

Menos de dos años después de la emisión del último episodio Michael Landon y Victor French estaban muertos. El segundo murió antes de emitirse el último episodio. Les doy las gracias a los dos por regalarnos este oasis de alegría, bondad y, en definitiva, dejarnos el mejor testamento que puede dejar un actor como persona.

¿Por qué no se puede ver el final de la película sin acabar llorando? Quizás sea porque estamos ante una obra maestra como pocas, en el que la ternura y el amor de verdad impregnan de principio a fin esta película. Es de aquellas pocas películas que perduran en el recuerdo.

El final de la película es el mejor de la historia del cine. No puedo verlo sin acabar llorando de pura emoción, es tremendo. Vale la pena verla. Por una vez, en lugar de ir al cine, quedaos en casa y miradla, no os arrepentiréis si lo hacéis.

Seré breve: esta película es aburrida a matar. Sin entrar en la gratuidad con que Tarantino se adorna siempre, la película es pesada y lenta. La primera hora es insufrible. Todas las situaciones son huecas. Diálogos ridículos solemnizados. Eso sí, una buena fotografía y puesta en escena. Supongo que la gente le da un 8 porque sufre el síndrome del más machito de la clase que encarna Tarantino, con semejante y dudoso gusto por la violencia. No sabe hacer una cosa que no sea violenta, por lo visto. Si esta película la hubiera hecho Garci, tendría una nota de 4, que ya nos conocemos. Pero hacedme caso, no vale nada y os podéis ahorrar 2 horas de tostón si no la veis. Le puse un 3 a Kill Bill: volumen 1 y pensé, por las críticas (a las que siempre leo con precaución), que sería mejor. Ni tiene violencia, ni tiene acción, ni tiene un mínimo argumento. Me arrepiento de haberla visto.

He visto la película en Barcelona.

No me extiendo, ya que me he de ir. Creo que la temática es enormemente acertada, sobretodo para las personas que, como yo, sentimos ese algo más espiritual que todos, aunque muchos lo rechacen, llevamos dentro.

La película pretende reflejar el ritmo de la vida de los monjes cartujos de la Grande Chartreuse. A mi juicio, la película peca reiteradamente de falta de cohesión en el hilo narrativo. Dicho en otras palabras, cuando llevas 2 horas de visionado, sigues sin tener una idea del ritmo real de la vida los monjes. No sabría decir exactamente cuánto tiempo rezan cada día, cuánto dedican a la lectura de libros religiosos, cuánto a una actividad más profesional, cuánto al esparcimiento, etc...

Para mí, el único problema de la película es que se puede hacer pesada al estar el espectador perdido acerca de lo que ve y su contexto. Y claro, dura tres horas...

En cualquier caso, la volvería a ver.

Saludos

Caracolillo