Además de conseguir mantener la coherencia a lo largo de las 5 temporadas, esta serie ofrece la posibilidad real de ver la evolución de los personajes, sus incesantes errores y sus también importantes avances en todos los ámbitos de sus vidas. Los caracteres de cada uno de los integrantes de la familia Fisher es completamente contradictorio en muchos aspectos (personalmente Ruth me desconcierta día a día) y precisamente por eso consiguen que empatices con ellos, les odies en determinados momentos, y les adores en otros... como a cualquier persona de la vida real. Nadie es perfecto, está claro, todos somos humanos.

Respecto al humor con que se trata la temática mortuoria, considero que está increíblemente bien tratado. Sería muy fácil caer en banalidades, y a riesgo de que esto suceda combinan el verdadero drama de sus propias vidas con la necesaria frivolidad del trabajo de la familia.

Por último he de recalcar su gran final. Es absolutamente lógico, mantiene la esencia de toda la serie y realmente consigue emocionar.

Bonita película que consigue atraparte en una de las fantasía que todos hemos tenido alguna vez de niños... la idea de un mundo de seres sobrenaturales, brujas, prínicipes y princesas, objetos mágicos y magia, muuuucha magia.

Stardust es una de esas películas de fantasía que recuperan la imaginación, algo pérdida en otros títulos fantásticos de los últimos tiempos, y que además consigue atraer la atención del espectador a lo largo de toda la proyección con una encantadora historia de amor que se va construyendo poco a poco y sin caer en el empalago.

Algo destacable también es el delicado humor que mantienen parte de los personajes, y que ameniza y endulza la historia.

Personalmente considero que esta película es una adecuada elección en días en los que existe necesidad de evasión, ya que además de conseguirlo, deja muy buen sabor de boca. Además, me ha recordado una nana que me cantaban de pequeña y que se ajusta perfectamente a esta historia. Decía lo siguiente:

Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.

Intensa, emocionante, dura y frágil a la vez. Esta película es una amplia baraja de colores que nos lleva desde la delicadeza más absoluta hasta la entropía más asfixiante. Las escenas del ballet nos acompañan en nuestro propio baile, que aunque algo más torpe, fluye por cada reflejo y cada imagen de la película. La paranoia no cesa, pero interviene en la justa medida. Nos permite confirmar que la historia que contemplamos es real, es el retrato de una obsesión autodestructiva que inunda a muchos seres humanos, y aún así mantiene su nitidez... no deja que nos turbemos con el loco y extravagante mundo de la joven.

La belleza del último acto es simplemente sublime. El broche de oro, más propio del Romanticismo que de nuestra época, nos regala la muerte del abatido Cisne Blanco como algo inevitable pero tan maravilloso que nos sume por completo en la exquisita agonía del ser humano.

Supongo que el atractivo de esta película es ver al cantante de reggaeton Daddy Yankee única y exclusivamente. Ya que la historia es una de tantas, el reparto es pésimo, y desde luego para el público español es complicado entender ciertas conversaciones (vacías y excesivamente argotizadas).