Me siento un privilegiado, he visto El Hobbit en 3D en una de las mejores salas de España, y el preestreno; y con mis mejores amigos. Esto del preestreno quizás me importaría menos si se tratase de otra película cualquiera. Pero no, se trataba de la Tierra Media, ese universo que, en mi humilde opinión Peter Jackson supo recrear con gran acierto en las películas que marcaron mi infancia hace ya la friolera cifra de 10 añitos y me dieron el impulso que necesitaba para comenzar a devorar todos los libros de Tolkien en aquellas aburridas clases de 2º de Bachillerato abriéndome todo un mundo del que a día de hoy mi alma pertenece. Hoy he vuelto a soñar despierto. Admito que tenía miedo, que si el 3D (no vi nada decente desde Avatar y le cogí una tirria inmensa), que si 48 fps, que si 3 películas para un libro de 300 páginas... eran muchas las cosas en contra... pero empezó la película y comenzó la magia. Que nadie se espere una película "seria" al estilo del ESDLA, el Hobbit es un libro para peques y está peli está hecha con momentos para ellos, sin caer en lo absurdo y sin tratarte como un retrasado. ¡Me he sentido de nuevo un crío! ¡Las 3 horas se me han pasado como 2 minutos! ¡QUIERO UNA PELI DE 20 HORAS QUE LA VEO! Ay... ya paro de fliparme y ahora en serio... una vez aceptas el Hobbit como tal, como un libro lleno de magia, un cuento fantástico y te sumerges en esta película... prepárate para alucinar con el mejor 3D hasta la fecha que hace que sientas el aliento de Tom, Berto y Guille delante de tus narices, la luz esperanzadora de Gandalf brillar en la oscuridad alejando a las tinieblas. Unos 48 fps en los que tardas un poquito en acostumbrarte pero luego te encontrarás ante las imágenes más nítidas y los orcos más grimosos y realistas que verás jamás en un cine (esto si al público le termina gustado, puesto que para gustos colores, va a ser toda una revolución); todo lo tiene a favor. Absolutamente todo. Divertida, con un montón de referencias a los Apéndices y El Silmarillion que si eres un buen fan de la obra de Tolkien reirás para tus adentros pensando "yo esto me lo sé". Lo único negativo que le he encontrado a la película es un inicio, quizás los primeros 20 minutos un tanto lentillos y, lo que más me ha dolido: tratar a Radagast "El Pardo" como un absoluto payaso (si bien sus escenas son muy divertidas) pero coño, que es un puto Maiar, no un tío tronado que le ha dado por hacerse amigo de los animalitos porque sí. El resto... es pura maravilla aderezada por un Gandalf espectacular e igual de dulce que siempre, unos enanos que no caen en lo absurdo y en lo cómico haciéndolos parecer idiotas como temía... y, la guinda; Howard Shore sigue haciéndote viajar desde la butaca con esas melodías perfectas que si Tolkien se levantase de su tumba y las escuchase lloraría de la emoción al saber que alguien ha captado en música la esencia de sus libros. Todo ese mensaje, toda esa esperanza que te hace creer en que el mundo aun tiene salvación ante tanta mierda y tanta estupidez humana. Me siento pletórico. Lleno de ganas de vivir. Joder, la felicidad está en las cosas pequeñas... esta vez me la ha dado un revoltoso Hobbit ;)
¡Gracias Peter!

Quizás su inicio es algo apurado, quizás haya momentos puntuales donde el ritmo flaqueaba un poco o algún momento emotivo que duraba más de la cuenta en escena.
Quizás "Interestellar" no sea la película perfecta; sin el quizás, porque no lo es.
Todas las virtudes y todos los defectos de Nolan están aquí, reunidos en tres horas de cinta. En tres horas de cósmica aventura espacial. En tres horas de una de las películas más ambiciosas que haya visto jamás.
Su vocación de llegar... a las estrellas es inmensa: intentar abarcar un tema tan complicado como el viaje espacial a través de agujeros de gusanos no es una tárea fácil de escribir en papel; pero Nolan se ha dejado cuerpo y alma: lo ha intentado con imágenes y Zimmer con la música. Y lo ha conseguido.
Humanidad, supervivencia y ante todo, amor; son los pilares que hacen que "Interestellar" se mantenga a flote pese a esos grises. Una vez terminada la película se olvidan, se diluyen ante la enormidad de lo que se acaba de comtemplar, ya no solo de ver.
Que buen arte a la hora de realizar el más puro cine de entretenimiento y ejercicio intelectual.
Que buen hacer en saber conjugar algo tan grande, tan inmeso e inarbarcable como es el Cosmos y mostrárnoslo destrozando la cuarta pared. Uniendo imágenes y espectador en un mismo ente que danza mientras Zimmer nos marca los pasos.
Escenas para el recuerdo que ya están dentro, momentos álgidos, emociones a flor de piel, una historia de amor entre un padre y una hija que no conoce el significado de la palabra "Tiempo", como así se llama mi canción favorita de la banda sonora de Origen. Curioso.
Todo es relativo aquí; la vida en primer lugar. Pero da igual porque todos luchamos por mantenerla. Así somos los humanos.

Quizás "Interestellar" no sea la película perfecta; sin el quizás, porque no lo es.
Pero sí para mi: la recompensa emocional que se me ha dado tras tres horas de viaje ha merecido la pena.
Todo lo que siempre he querido que me mostraran del universo se ha desplegado ante mi. Imágenes con las que soñaba, momentos que me hubieran encantado ver plasmados en una pantalla y ahí estaban, respetando los silencios del vacio espacial. Como amante del séptimo arte y de las películas de este director inglés, hubo un momento en el que ya no podía dar marcha atrás, solo dejarme llevar.
Ciencia Ficción en el sentido más estricto de la palabra.
Gracias por regalarme una obra maestra personal e íntima, así, a golpe de Viernes en un día sin sentido de Noviembre.
Quedas perdonado por los "grises", el resto lo has llenado de color.

Tierra, agua, fuego y aire. Si no pausase mis manos unos instantes antes de seguir escribiendo estas líneas, si no me parase a pensar antes de redactar, diría sin miedo a equivocarme que el agua es la gran protagonista de la dulce pieza de artesanía que ha resultado ser “Costa da morte” de Lois Patiño. Una película intimista, de pequeño presupuesto donde se nota una libertad creativa sin barreras y se nos regala una ventana a la tierra del noroeste de la península: Galicia, donde podemos asomarnos sin miedo pero con ganas de aprender.

Sin duda el papel en la historia del agua es esencial para entender el conjunto de lo que el director, como si de un susurro se tratase, pretende contarnos.
La película juega con el tiempo hasta hacerlo desvanecer por completo y fundirlo en un todo, con un engranaje de largos planos fijos que, sin necesidad de narraciones, sin necesidad tampoco de voz en off, hablan por sí solos.

Lois Patiño invita a la reflexión desde el primer minuto, cuando, lenta y pausadamente, con destino inevitable, vemos caer unos largos árboles entre la espesura de la mañana. Ante la niebla gallega que poco a poco devora el bosque y nos devuelve el sonido primigenio de las aguas del Atlántico.
El verdadero protagonista, la naturaleza, nos regala momentos de imparable belleza no despojada de crueldad mientras que un joven ser humano ha intentado desde su toma de conciencia aprovecharse de sus recursos, a veces con éxito, a veces con pérdidas.
Una lucha por la supervivencia y una increíble capacidad de adaptarse al cambio que, en toda nuestra efímera existencia no puedo dejar de sentirlo infinitamente bello.

Yo, siempre en contacto con ese lindo mar que tanto respeto y admiro, leía entre líneas la mitología de mi tierra, “as lendas”; las leyendas, a los “mayores” que saben del mar. A toda esa gente que se desloma días tras días surcando las aguas sabedores de su primigenio peligro.
Que gran lección de cine nos ha dado este vigués, navegando (y nunca mejor dicho) en el cine experimental, demostrándonos que las imágenes y solo las imágenes son lo suficientemente potentes para invitar a la
reflexión… aunque hay que agradecerle que, de tanto en tanto, un acento gallego despuntase ante la fuerza del fotograma colándose entre lo efímero, aportándonos sosiego y cercanía.

No quería terminar esta pequeñita reseña sin destacar el lugar donde visionamos la peli, el Café Kino, en el barrio de Lavapiés; un agradable lugar donde, por un módico precio puedes ver una película en su pequeña sala de cine, acomodada con sofás donde una increíble atmósfera de sentirse “como en casa” baña el lugar. Amén del agradable coloquio que mantuvimos mis amigos y yo con una madre y su hija que también estuvieron en la sesión.
Historias y más historias. Olas que vienen y olas que se marchan, como en el mar, como en “Costa da morte”.

Ang Lee ha creado con "La vida de Pi" una bellísima película que a mi parecer impresiona más por sus efectos visuales y su potente imagen que por el grandioso y esperanzador mensaje que el libro intenta transmitir a cada página que lees. Fui al cine ayer habiendo leído el libro de antemano (el cual recomiendo encarecidamente) y salí decepcionado, y no por haber visto una mala película, ojo; que no lo es. Las críticas del film hablan de realismo mágico echo cine, de bellas escenas y música espectacular y no seré yo quien diga lo contrario. Pero el libro va un paso por delante a la hora de explicar el pensamiento de un niño a la deriva con un tigre de bengala como único compañero de viaje... las inquietudes, el pensamiento filosófico que va adquiriendo el chaval ante la adversidad. El poder de la imaginación y la fuerza de las palabras han ganado una vez más al torrente poderoso de imágenes y música de la sala de cine. ¡Viva la lectura nuevamente! Para mi el mensaje del libro está muy claro y muy dentro, no sé si pensarán lo mismo los que salieron ayer de la sala sin haber leído el libro de Yann Martel.

Desde Wall-E y Up (ambas de Pixar, la película que nos atañe, de Disney Animation y Marvel Studios) no recuerdo visionar una película de animación que me emocionase tanto y llamara con tanta fuerza al peque que llevo en mi interior.
Han sido 108 minutos de verdaderas emociones, y es que nunca pensé que diría esto: si la unión de Disney y Marvel nos sigue regalando joyas de semejante calibre como Big Hero 6, bienvenida sea esta nueva hermandad entre las dos grandes compañías.
La película conjuga de manera asombrosa arte y corazón, para niños y para mayores, aquí todos pueden disfrutar de las aventuras de Hiro Hamada y su grupo de amigos.

Hiro, un chaval igual de brillante que su hermano Tadashi, amantes de la tecnología, lleva una vida tranquila, alejada de los estudios que no parecen interesarle hasta que ocurren una serie de catastróficas desdichas y tendrá que, junto con su grupo de amigos, resolver un gran misterio.
¡Combates marvelianos incluídos, una buena historia de venganza y una relación fraternal preciosa!

La animación es exquisita, y verdaderamente se nota el amor de todos sus creadores en crear una película que reluzca por ella misma, apoyada en una música igual de buena que mezcla desde temas de electrónica hasta dulces melodías orquestadas.
Mi principal miedo, tras una primera media hora fantástica era que la película perdiera ritmo, como suele pasar con otras tantas de la industria, ya sean de animación o no. Pero nada de eso, en contra de lo que podía haber pensando en un inicio la película no es que no pierda ritmo... ¡sino que lo gana!.
Un espectáculo de saber hacer animación que haría que los Nueve ancianos de Disney estuvieran orgullosos de la semilla que plantaron y de las nuevas generaciones de animadores y soñadores que la han recogido haciendo obras tan lindas como Big Hero 6.

El elenco de personajes principales está muy bien desarrollado y cada uno de ellos posee una personalidad muy marcada y definida rallando muchas veces lo exótico, pero sin duda, quien se lleva la palma de todos ellos es Baymax, un robot grandote y achuchable que muchos de vosotros recordareis durante mucho tiempo por ser un personaje bueno en pura esencia y por no copar toda la película de manera descarada. Si se hace un hueco es por el mismo. Y vaya si lo hace.

Todo esto aquí mencionado hace de Big Hero 6 el regalo de navidad que no he tenido este año. Un dulce huevo de pascua que seguramente muchos sabréis admirar y querer.
Las referencias al cine (y al anime) en la película son muchas (ya solo sea por la ciudad de San Fransokyo donde se desarrolla la acción, un cruce entre Tokio y San Francisco). El staging o puesta en escena de cada plano es una delicia para los amantes del celuloide... y los sentimientos que se transmiten, una verdadera lección de humanidad.