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España España · A Coruña
Voto de Llina:
8
Documental La Costa da Morte era considerada en tiempos de los romanos el fin del mundo. Su nombre viene de los trágicos naufragios que han tenido lugar en esta rocosa y tormentosa región de abundantes nieblas. La cámara explora la zona, centrándose en los pescadores y trabajadores que habitan allí. Refleja la relación adversa que tienen con los elementos, examinando el misterio que ata a un pueblo a su tierra, su historia y sus leyendas. (FILMAFFINITY) [+]
28 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tierra, agua, fuego y aire. Si no pausase mis manos unos instantes antes de seguir escribiendo estas líneas, si no me parase a pensar antes de redactar, diría sin miedo a equivocarme que el agua es la gran protagonista de la dulce pieza de artesanía que ha resultado ser “Costa da morte” de Lois Patiño. Una película intimista, de pequeño presupuesto donde se nota una libertad creativa sin barreras y se nos regala una ventana a la tierra del noroeste de la península: Galicia, donde podemos asomarnos sin miedo pero con ganas de aprender.

Sin duda el papel en la historia del agua es esencial para entender el conjunto de lo que el director, como si de un susurro se tratase, pretende contarnos.
La película juega con el tiempo hasta hacerlo desvanecer por completo y fundirlo en un todo, con un engranaje de largos planos fijos que, sin necesidad de narraciones, sin necesidad tampoco de voz en off, hablan por sí solos.

Lois Patiño invita a la reflexión desde el primer minuto, cuando, lenta y pausadamente, con destino inevitable, vemos caer unos largos árboles entre la espesura de la mañana. Ante la niebla gallega que poco a poco devora el bosque y nos devuelve el sonido primigenio de las aguas del Atlántico.
El verdadero protagonista, la naturaleza, nos regala momentos de imparable belleza no despojada de crueldad mientras que un joven ser humano ha intentado desde su toma de conciencia aprovecharse de sus recursos, a veces con éxito, a veces con pérdidas.
Una lucha por la supervivencia y una increíble capacidad de adaptarse al cambio que, en toda nuestra efímera existencia no puedo dejar de sentirlo infinitamente bello.

Yo, siempre en contacto con ese lindo mar que tanto respeto y admiro, leía entre líneas la mitología de mi tierra, “as lendas”; las leyendas, a los “mayores” que saben del mar. A toda esa gente que se desloma días tras días surcando las aguas sabedores de su primigenio peligro.
Que gran lección de cine nos ha dado este vigués, navegando (y nunca mejor dicho) en el cine experimental, demostrándonos que las imágenes y solo las imágenes son lo suficientemente potentes para invitar a la
reflexión… aunque hay que agradecerle que, de tanto en tanto, un acento gallego despuntase ante la fuerza del fotograma colándose entre lo efímero, aportándonos sosiego y cercanía.

No quería terminar esta pequeñita reseña sin destacar el lugar donde visionamos la peli, el Café Kino, en el barrio de Lavapiés; un agradable lugar donde, por un módico precio puedes ver una película en su pequeña sala de cine, acomodada con sofás donde una increíble atmósfera de sentirse “como en casa” baña el lugar. Amén del agradable coloquio que mantuvimos mis amigos y yo con una madre y su hija que también estuvieron en la sesión.
Historias y más historias. Olas que vienen y olas que se marchan, como en el mar, como en “Costa da morte”.
Llina
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