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España España · Sevilla
Críticas de AMG
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de noviembre de 2022
11 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ruben Östlund es uno de los directores europeos con la mirada más ácida hacia el mundo contemporáneo. Un cine que lleva hacia el extremo el humor negro cubierto de sátira social, arropado por crítica y público. The Square, su anterior trabajo, consiguió la Palma de Oro en Cannes y el Óscar a mejor película internacional. Precisamente, con un nuevo máximo galardón francés bajo el brazo llega Triangle of Sadness.

El director sueco sigue la línea de explotar las miserias de la clase más pudiente de la sociedad, algo de moda en series (The White Lotus) y películas (Parásitos), en plena época de denostar el capitalismo neo-liberal, en auge tras la crisis de 2008. La cinta se divide en tres episodios; en el primero presenta a una pareja de modelos, Carl y Yaya, que se mueven entre la conveniencia por los likes en redes sociales y los roles de género en las parejas heterosexuales. Un prólogo alargado, que sirve para introducir el tono satírico de la cinta, con escenas parodiando el mundo de la moda. Un tramo de película que puede desubicar al espectador en busca de una línea narrativa clara, puesto que los largos y ridículos diálogos entre la pareja se mantienen gracias al tempo puesto por los actores Harris Dickinson (Beach Rats) y Charlbi Dean (fallecida recientemente).

Este prólogo tiene sentido cuando se entra en el segundo episodio. Östlund congrega a los jóvenes protagonistas con un grupo de personas mega ricas en un crucero de lujo en alta mar. Aquí entra en juego la sátira más mordaz, negra y escatológica. El director y guionista encadena un gag tras otro de formar brillante, desde un speech ultraindividualista entre la tripulación hasta la delirante explicación de la profesión de uno de los personajes. El ambiente se va creando entre carcajada y carcajada hasta llegar al climax chanante de la cinta, una cena con el capitán que se convierte en la mejor escena de la película, con un tono de humor negro y fecal que es desternillante. Una tormenta que hunde en su propio fango a los más ricos del lugar. El reparto sostiene a la perfección este tono delirante, pero son Woody Harrelson (True Detective), el capitán del barco, y Zlatko Burić, un millonario del este de Europa dedicado a los fertilizantes, quienes consiguen una química canalla y cuñada que articulan el ritmo de lo delirante.

Tras la mayor de las tempestades llega la calma. Debido a la tormenta, los personajes tienen que afrontar un reto a la altura de El señor de las moscas. La estructura de poder se trastoca, los infatilizados ricos afrontan la dura realidad que ninguna clase social puede escapar, y se produce un juego metafórico, con algo de brocha gorda, que da pausa a la cinta sin perder su esencia satírica. El tercer acto se sostiene gracias a la continuidad de las semillas cómicas sembradas a lo largo de la cinta, pero sobre todo por la actuación de Dolly De Leon. La actriz filipina da vida a Abigail, una señora de la limpieza, que crea un matriarcado entre el caos tras la catástrofe, dejando a cada uno en su sitio. Su robustez, contradicciones y la fuerza que tiene el personaje hace que el espectador se mantenga intrigado ante esta nueva realidad hasta su divisivo final.

Es de alago como Östlund consigue con su dirección que el tono satírico esté presente en todo momento, con un gran uso de los planos generales y los ángulos de cámara que meten de lleno al espectador en las nauseabundas escenas que aparecen. Sabe colocar a cada personaje en su lugar y consigue que no miremos la hora en nuestro reloj, pese a lo largo del metraje. Sin duda, estamos ante una de las cintas del año que hará disfrutar, sin complejos, de una tragicomedia chanante cosida por un preciso humor negro que juega con los límites constantemente para entretenimiento del espectador. Y es que al final, nadie puede resistir la tentación de reírse de las desventuras de aquellos cínicos que gobiernan el mundo.

Lo mejor: Su escatológico segundo acto y la fuerza de la interpretación De Leon.
Lo peor: El largo prólogo y una leve bajada del ritmo frenético en la selva.
AMG
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7
29 de agosto de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarantino trae la que es sin duda una de las películas más esperadas del año, Érase una vez en...Hollywood, que como su nombre indica se convierte en una "fábula tarantiniana" sobre la época dorada del sistema de los estudios y con el movimiento hippie de fondo.

La película nos narra dos historias paralelas (realidad y ficción): por un lado el ocaso de Rick Dalton como actor y su amistad con su doble Cliff Booth, por el otro la historia de Sharon Tate, curiosamente vecina del actor de western protagonista. Ambas historias están bien diferencias y apenas se cruzan, salvo en el final de la película, pero consiguen que el espectador las sobrelleve sin hastío. Se nota el cariño con el Tarantino retrata a Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, sabe como con pocas palabras trasladar el espíritu de la actriz al espectador. Sin duda las escenas protagonizadas por Robbie son de una gran belleza.

La película puede resultar larga, sobre todo en el tercer acto, dónde pese a combinar bien dos historias de los protagonistas, le sobran algunas escenas y no termina de culminar sus momentos de tensión. Tarantino hace un canto al cine, al cine de la pantalla, de las estrellas, defiende el cine de su infancia y su juventud frente al cine de plataformas como Netflix, es por eso que en parte abandona un tanto la violencia (aunque tendrá su dosis final) para que nos adentremos en Hollywood y que además asistamos a todo un desfile de estrellas de la época.
La película avanza, la realidad se entremezcla con la ficción y nos sorprende con su final, que altera completamente el ritmo de la película y que se aprecia más al tener un tanto de información extra antes de verla.

En resumen, la película actúa de relato, de cuento, una ambientación del Hollywood de las estrellas para deleite del cinéfilo avanzado y que intenta que nos volvamos a enganchar al séptimo arte como antes. Aunque es una buena película, creo que está por debajo de trabajos anteriores de Tarantino, debido a que no consigue crear real tensión en las escenas que lo necesitan ni logra cautivarnos con la narración.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AMG
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9
17 de agosto de 2019
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moonlight pasó a la historia como la película del fallo de los Oscars, y compararla con LaLaLand puede provocar una reticencia del espectador medio sobre la misma, debido a que son imposible de comparar, debido a que hablan dos lenguas distintas.

El ritmo de Moonlight puede resultar lento, en especial al principio, pero no se detiene al contarnos la historia de Chiron, un joven afroamericano homosexual que vive un barrio marginal de Miami. Con esta premisa podríamos esperar una historia llenas de clichés o mil veces vista y reconocida, pero la soberbia dirección de Barry Jenkins acompañada de una fotografía y una banda sonara maravillosa, otorgan a la historia un color y un estilo de cierta belleza cinematográfica.

El planteamiento narrativo, al principio podría abstraernos del personaje, debido a que el protagonista es interpretado por tres actores distintos en tres momentos de su vida, pero este planteamiento más que en contra se coloca a favor de la película. La narración avanza sin prisa pero sin pausa, los actores consiguen que sus personajes luzcan en cada escena, dando una visión y un discurso propio al argumento. Entre dichas actuaciones destacan especialmente Mahershala Ali, que lleva el peso de la primera parte de la película, con un papel más importante que el que podemos pensar en principio. Y la actuación del joven Ashton Sanders, como el adolescente Chiron, protagonizando sin duda las mejores escenas de la película.

Si algo negativo podemos sacar es el poco desarrollo de algunas historias secundarias, aunque se explica dicha decisión al centrarnos en Chiron. Pero me hubiese gustado ver más a los personajes femeninos de la película, que llenan las escenas donde aparecen, gracias a las interpretaciones de Janelle Monáe y de Naomie Harris. Además añadir, que es posible que la primera parte de la cinta no este a la altura de las otras dos y que el final pueda llegar a ser un tanto frío, tras la catarsis de la mitad.

Sin duda, Moonlight es una película que hay que ver y disfrutar, y si resulta lenta, esforzarse y ser recompensados con una cinta con una mirada única y con una belleza un tanto particular.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AMG
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