Sé que hay mucho trecho entre El bueno, el malo y el feo y Gran Torino, pero esa ha sido mi breve historia con Clint Eastwood, actor y director que no ha tenido dificultad en escalar en mi podio de favoritos.

Gran Torino es una historia que aborda fácilmente varias problemáticas como el racismo, la exaltación de la masculinidad, la familia y el rumbo de la juventud actual con un profesionalismo sin precedentes. Clint prácticamente se devora cada escena en la que aparece como aquel viejo gruñón, racista y americanista que poco a poco va abriendo su corazón para cerrar en un climax simplemente brillante, con un mensaje anti bélico sin precedentes (los spoilers no son lo mío).

Soberbia es un calificativo que se queda corto para definir a Gran Torino pero es el que mejor se le adapta.

Siempre he sido algo reacio a las películas de Pixar desde mi infancia, momento en el que alguna de estas obras toca el corazón de alguien y le marca para siempre. Sin embargo, he decidido empezar a verlas, mucho tiempo después, sin el velo de la nostalgia que a veces puede ser algo nocivo.

Siendo breve, Toy Story es una película sólida en casi todos los aspectos. Una historia sobre cómo el simple hecho de dejar las diferencias a un lado puede terminar en algo tan especial como la amistad. Una banda sonora que nunca va más allá dentro de lo que abarca. Unos personajes que no tardan mucho en ganarse el cariño del espectador (en mi opinión personal Woody, es el eje de la película). Incluso el ritmo de la película nunca es lento, ni tedioso, ni empalagoso. Es lo que es: una historia que todo el público puede disfrutar.

Recomiendo esta película que en lo único que ha envejecido es en su apartado visual (pese a que era un portento de su época). Diversión sana para chicos y grandes (no necesariamente grandes que crecieron con ella).