Cada creación auspiciada por la HBO supone un palpitante placer para sus devotos espectadores. Cada obra que hunde sus fauces en los pútridos intersticios de la política, implica un severo garrotazo sobre nuestro delicado idealismo. Ambas circunstancias se dan estratégicamente la mano en "Game Change", ficción que ejerce como diario de a bordo en la emergencia política de Sarah Palin, ex candidata a la vicepresidencia estadounidense, modélico parangón de aquellos ensimismados en la contemplación de su propia barriga -aún estando ésta infectada de vergonzosas pelotillas, por cierto-. Gracias a un ritmo trepidante y unas interpretaciones reseñables, esta interesante producción televisiva se despliega como una versión tibia y en clave política, del monstruo de Frankenstein -faltando dramático cargo de conciencia, desbordando terror Serie B-. Meritoria, entretenida, aunque por momentos tendente a la caricatura. O eso, por aquello de preservar su salud mental, prefiere uno pensar.

Alberto G. Sánchez - Pelucabrasi

Si difícil es atrapar una idea original, tarea aún más ardua es desarrollarla dignamente -cualquiera sea el formato elegido para la conexión con el público-.
No es, sin embargo, una novedad ni mi anterior apreciación ni encontrarnos con un ejemplo de narración fallida, de historia que se queda en mero entretenimiento dominical (que ya es algo), a pesar de que mimbres había para alcanzar el anhelado estatus de film de culto.
Quizá si el guión se hubiera dejado reposar en barrica de roble ( David Fincher, Christopher Nolan, Juan Carlos Fresnadillo, … ) no estaríamos hablando de un mero exitazo de taquilla entre la generación pre-NINI, sino de ( probablemente ) un film de cierta entidad, de una cinta para recordar y recomendar.
La falta de mimo en su despliegue, la afluencia en su guión y realización de infinitos clichés propios de la puerilidad, y un cast casi impeorable ( Kutcher no está del todo mal, y los niños hacen una labor ante las cámaras más que notable ), nos impiden disfrutar plenamente de la película; de una idea interesante que pudo y no fue. Lástima.
Como canta mi admirado Quique González, “hay veces que lo bordas y veces que lo tiras por la borda”.