Película dirigida por Howard hawks y William Wyler e interpretada en los principales papeles por Edward G. Robinson y Miriam Hopkins. Edward G. Robinson hace uno de sus estupendas interpretaciones de malo de la película y como secundario podemos encontrar a Walter Brennan, que pienso que ya debió de nacer viejo, pues está igual de mayor en esta que en Río Bravo (1959) e igual de bien.
Puede resultar tópico, pero ya no se hacen películas como esta, ni hay actores iguales. (Afortunadamente, dirán algunos) No es mi caso.
La película es entretenidilla pero no está entre las mejores de Howard hawks.

Creo que lo importante en el cine de terror no son los litros de sangre que se muestren, ni la cantidad de sustos que haya, ni las veces que suben el volumen para que esos sustos sean más efectivos, ni tampoco los miembros que el psicópata de la película pueda mutilar; si no que ella tenga una atmósfera opresiva creando tensión de elementos muy básicos. Da más miedo una simple campanilla sonando en mitad de la noche que cualquier colgado armado con una motosierra.

La película, practicamente toda ella con dos únicos actores: Un genial Brian Cox y un no menos bueno Emile Hirsch, consigue crear atmósfera y tensión, y, en consecuencia, dar miedo con muy pocos elementos. Y aunque la segunda mitad recurran a algunas trampas (la novia del prota), un final demasiado convencional o algún que otro susto a base de subir el volumen; es mejor de lo que en principio me esperaba, cuando se produce la ruptura de tono entre una primera mitad perfecta y una segunda que apuntaba a más de lo mismo. Puede que realmente sea más de lo mismo esa segunda mitad, pero como ya dije si hay una buena atmósfera y una tensión en aumento, aparte de unos actores que me convenzan, puedo pasarme por alto ese convencionalismo.

Sin embargo esa primera mitad, con la autopsia de la chica que parezca que este asistiendo a una autopsia real y todo lo que van descubriendo en ese cuerpo que cuenta más que un libro abierto, me parece totalmente perfecta.

Debería mencionar, cosa que no hice, el trabajo de Olwen Kelly como la Jane Doe del título, y pasar de dos únicos actores a tres. No por hacer de muerta se merece menos reconocimiento.

Creo que son cuatro los momentos a destacar de una película de casi tres horas, y si digo a destacar es porque te sacan un poco de la sosería de la película; de la cual me gustaría saber su finalidad, ya que si para contar la historia de un padre que para enseñarle a su hija que no todo es trabajo ni ser una hija de puta se necesitan tres horas de escenas incongruentes y sin sentido (al menos para mí) pues algo se me debió escapar. Aunque puede que si se me escapase algo y si necesiten esas casi tres horas para contarnos el vacío de su vida y la hacen larga para que la veamos vacía y sin sustancia.

Bueno, los momentos de los que hablaba son estos:

-La fiesta nudista.
-El padre pillado cuando estaba cagando de campo.
-El padre escondido en el armario.
-Y el pastel con sorpresa (no diré cual es la sorpresa pero es treméndamente asquerosa).

Todo lo demás no tiene ningún interés, ni esto tampoco. Pero es lo único que hace que pase de una carita palo a una carita de asombro y luego sonriente, otra de asombro, otra de carcajada, y ya por último de asombro y desagrado.

Cuando vi en el trailer de la película a Gerald Butler decir en medio de la selva aquello de "son mis pasajeros y son mi responsabilidad", me imaginé una mayor dosis de locura al estilo Air Force One, con el Butler colgado del ala del avión y pegando tiros a los malos. Pero no, la película es muy discreta. Correcta, claro está, y entretenida, pero eche en falta algo más de locura y un malo menos cliché a camino entre el Camarón de Jaenada, El Arrebato y Camela.


Película para un sábado tonto por la tarde y, a ser posible, desde casa. Posiblemente sea más disfrutable.

De vez en cuando aparecen películas que, como Tres anuncios en las afueras, se elevan por encima de lo que habitualmente llega a los cines y su recuerdo te acompaña durante largo tiempo (Recuerdo positivo, se entiende)

Partiendo de una idea simple, Tres anuncios en las afueras te saca una compleja historia donde las cosas no son solo blancas y negras; donde cualquier acto tiene sus consecuencias; donde los "malos" no tiene que ser siempre "malos"; donde un cenutrio puede esconder alguien más listo de lo que parece, sólo necesita que le toquen su lado sensible; y donde, por mucho que la protagonista se empeñe y por mucho que en esa comisaria sean todos unos vagos, posiblemente si hicieron todo lo que está en sus manos, aunque eso no fuera suficiente, y lo que necesitan es un golpe de suerte.

Pese a que la película me haya parecido muy buena también tiene su parte negativa, en la que podemos meter la visita de la protagonista al dentista que acaba con esta en plan Rambo, o la visita del forastero a la tienda del protagonista que solo sirve para que tengamos sospechas sobre él.

No es necesario decir que McDormand está de oscar y que su personaje (incluyo tanto hombres como mujeres) es de los mejores de los últimos tiempos.

Estupenda también la critica a la telebasura, a través de los dos reporteros que cubren la noticia y lo único que buscan es audiencia por medio de las desgracias ajenas, ya sea de unos o de otros.