Alguien dijo: "Nos pasamos la vida buscando a quien ya nos ha encontrado", refiriéndose a ese estúpido sentimiento humano de querer siempre lo que no se tiene, sin valorar suficientemente lo que es nuestro.
Ya en el Antigüo Testamento tenemos una parábola sobre eso con el famoso episodio de la manzana de Eva, y es evidente que el ser humano ha evolucionado a lo largo de los años hacia el pacifismo, el respeto a los derechos humanos, etc., pero algunas cosas no han cambiado.
En los países occidentales, casi todos democracias consolidadas y con un nivel de desarrollo socioeconómico aceptable, por lo general, muy poca gente aprecia la importancia de levantarse cada mañana sano, con trabajo y libre.
Algunos films nos recuerda de vez en cuando lo importante que es levantarse con trabajo (y sin miseria), como "Las uvas de la ira" o "Los lunes al sol"; otros nos recuerdan que mientras hacemos vida normal, mucha gente vive entre ingreso e ingreso en centros hospitalarios, a veces con un plus de sufrimiento y desesperanza difíciles de valorar desde fuera, es el caso de "Camino" o de la serie de TV "Pulseras rojas". Finalmente, existen algunos films que nos recuerdan la importancia de levantarte cada mañana siendo libre. Esa es una de las grandezas de "Cadena Perpetua".
En 1994, el gran director Frank Darabont sorprendió al mundo del cine con su magistral "Cadena Perpetua", un canto a la libertad y a la esperanza que pronto caló hondo entre el público.
Tim Robbins hace, en mi opinión, el papel de su vida, incluso por encima del que protagoniza en la obra de Eastwood "Mystic River", y en la interpretación no se quedan atrás Morgan Freeman, Bob Gunton, James Whitmore, Gil Bellows o William Sadler.
Del guión y la dirección, poco que añadir a lo ya comentado en el resto de las críticas, tal vez que se trata de uno de los mejores finales de la Historia de Cine.
Sólo me queda, para los pocos que no la han visto, recomendar esta obra maestra de Darabont, que se merece ser puntuada con un Sobresaliente Cum Laude.

La tarde-noche del día de Reyes de 2.024 trajo a los amantes del baloncesto un regalo extra. Una serie documental de tres episodios sobre la trayectoria de Pau Gasol, el mejor jugador de la historia del baloncesto español, en la NBA.

En los años setenta del siglo pasado un buen puñado de aficionados a este deporte en España comenzamos a jugarlo y a seguirlo con pasión sin poder imaginar el nivel que en este siglo iba a alcanzar el basket en nuestro país gracias a jugadores como Pau y Marc Gasol, Juan Carlos Navarro, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Calderón, Llull, Felipe Reyes, Garbajosa, Raúl López, Carlos Cabezas, el Chacho Rodríguez,..., y a entrenadores como Pepu Hernández, Aito García Reneses, Sergio Scariolo o Pablo Laso, llegando a disfrutar de la que ha sido probablemente la mejor selección que ha habido fuera de los USA (con permiso de la Argentina de Ginobili o la última Yugoslavia de Petrovic).

Esta serie en concreto está especialmente centrada en las tres finales que Pau Gasol -un pívot de 2,15 perfectamente coordinado, inimaginable en la España de los setenta- jugó con su segundo equipo (el primero fue Memphis Grizzlies), los míticos Lakers de Los Angeles entre 2008 y 2010 de forma consecutiva y que ganaron en 2009 y 2010, convirtiéndose en una de las mejores dinastías de la historia de la NBA.

En aquel equipo inolvidable jugaron leyendas del baloncesto como Kobe Bryant, Dereck Fisher, Andrew Bynum, Lamar Odom, Ron Artest (también conocido como Metta World Peace) o el esloveno Sasha Vujacic, casi todos ellos partícipes de estos episodios que tienen siempre presente el recuerdo del inmortal Kobe, que nos dejó de forma abrupta en un accidente de helicóptero y que dejó en muchos amantes del baloncesto un vacío difícil de llenar.

La serie mezcla también imágenes del año 2.023, año en el que Pau subió definitivamente al Olimpo de la NBA -si no lo estaba ya- con la retirada de su camiseta amarilla número 16 por parte de los Lakers, uniendo para siempre su apellido a jugadores como Kareem-Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Jerry West o el propio Kobe Bryant y con su ingreso en el "Basketball Hall of Fame", un honor sólo reservado para los elegidos.

Serie muy recomendable para amantes del baloncesto , también para los que seguimos el baloncesto desde los años setenta del siglo pasado -qué recuerdos aquellos partidos del Torneo de Navidad, aquellas finales de Copa de Europa entre el Real Madrid y el Ignis de Varese o el Maccabi, la Recopa ganada por el Joventut de Badalona y los primeros éxitos de la selección en el Europeo de 1973, venciendo de forma increíble en semifinales a la URSS de Sergei y Alexander Belov, Paulaskas y Edeshko- y que ni en nuestros mejores sueños podíamos adivinar el desarrollo espectacular que iba a tener nuestro amado deporte en España en el Siglo XXI.

La producción televisiva española se había prodigado muy poco durante el siglo pasado en cuanto a series policiacas y de intriga se refiere, con la honrosa excepción de alguna incursión en el género como "La huella del crimen"; pero en este siglo, y sobre todo a partir del éxito de la infravalorada "Los misterios de Laura", que alcanzó unos importantes réditos económicos para su productora con la venta de los derechos a USA; se ha desarrollado bastante con producciones muy valiosas como "Hierro", "Antidisturbios", "La unidad" (ésta más en la línea de "Oficina de infiltrados" o "Homeland") o "La caza", la serie que nos ocupa.

En la tercera temporada de la saga policiaca “La caza”, titulada "Guadiana", y al igual que en las dos temporadas anteriores, los agentes de la UCO Sara Campos (de baja indefinida por los problemas mentales referidos en "Tramuntana" y embarazada), Víctor Gamero y Ernesto Selva, encarnados respectivamente por Megan Montaner, Alain Hernández y Félix Gómez, se enfrentarán a un caso de desaparición complejo en el entorno -como en las anteriores entregas- de un pequeño pueblo, esta vez situado en la ribera del Guadiana.

Como en "Monteperdido" y "Tramuntana", el escenario natural donde se desarrolla la trama es grandioso, y contrasta con la mezquindad de algunos de sus habitantes, presos de unas apariencias que les encadenan generación tras generación y de las que les es casi imposible liberarse.

Algunos secundarios, como casi siempre pasa en España, están a una altura más que notable, y el ritmo de la serie está muy bien mantenido desde el principio, evitando esos comienzos excesivamente lentos de algunas otras series policiacas.

La atmósfera de esa comunidad pequeña y cerrada, anclada en el pasado e incapaz de superar una tragedia ocurrida doce años antes es tan densa que se puede cortar con un cuchillo.

En conclusión, buena miniserie para los amantes del género policiaco y de intriga.