eflejo de una época, te inquieta al mostrar lo frágil que la felicidad puede llegar a ser.

“Que bien se vive mientras uno va a favor del poder”. El general Kotov vive una vida preciosa como héroe del sistema que le ha dado las facilidades que le puede dar: hasta que una inquietante y burlona presencia llega para meter la dura realidad en la bella y apacible familia: “Estáis ahí porque vas a favor nuestro pero en cuanto no, te lo arrebataremos todo”

Es tan agradable ver lo inocentes y felices que son hasta que Mitya lo viene a revolucionar todo. En principio no parece sers más que un ex amor despechado que no va a traer más preocupación hasta que todo se transforma en el horror y ese diría que es el gran valor de la película. Mostrar que fácilmente lo blanco se puede volver negro, que cerca del borde caminas cuando has llegado hasta cierta posición

Por un lado me engancha toda la tensión previa a la marcha del coche mientras todos se relacionan con sus ocupantes ignorantes de lo que va a suceder.



En fin, un clásico que hay que ver.

Ingrid Bergman me gusta y en color más, pero ese Cary Grant, en su plenitud de elegancia...me encanta. Es curioso como puede pasar de ser el seductor más seguro de si mismo al payaso más gracioso. Supongo que eso es lo que supone ser actor. La Bergman la veo aquí un poco más fuera de papel, la comedia no parece ser lo suyo, aunque representa muy bien a una mujer madura, casi a punto de salir del mercado, alcanzando sus 50 años y desesperanzada de encontrar un hombre que merezca la pena.

Esta película representa sin artificios el miedo tan humano a morir, tendencia natural a hacer lo que haya que hacer para permanecer vivo. Incluso permanecer 30 años metidos entre 2 paredes, aterrado, condicionando la vida de toda tu familia solo por seguir tu sentido de la supervivencia. Por mucho que refleje una de muchas historias similares que hubo en España parece extraño que el miedo te atenace de tal manera que te permitas perderte 30 años de tu vida aferrado a la esperanza de que todo acabe y puedas volver a tu vida normal. ¡30 años! como para quejarse de los 2 o 3 meses que llevamos metidos en casa por el coronavirus.

Antonio De la Torre, eficaz como siempre y Belén Cuesta representando muy bien esa lucha interna entre dejar al cobarde de tu marido que condiciona tu vida entera y no te deja ver el mar o seguir fiel a su lado hasta que venza su lucha y vengan tiempos mejores.

Me resultó también interesante el ver como poco a poco la sociedad española se iba apuntando al olvido y el perdón.

Se me hizo un tanto larga aunque teniendo el cuenta que la acción no podía moverse mucho más allá de puertas adentro de una vivienda Andaluza, bastante interesante resultaba.

Sin mucho sentido ni gracia. Las cosas ocurren a trompicones. La pareja no es creíble. El ex y su actitud tampoco. Meten una escena de navidad forzada al final. La gente se lleva bien o mal a toda velocidad. Aburre bastante. Estuve a punto de no terminarla.

Un western granaino en el que el paisaje es casi como un personaje más. Refleja muy bien el mundo de desprecio de clases que había entre vencedores y vencidos, entre ricos y pobres en la España rural de la posguerra.

Me interesa mucho en el personaje del pastor esa piedad cristiana ante el enemigo. Que solo es enemigo mientras está vivo y que, después de muerto, se merece todos los respetos y ser enterrado dignamente, aunque te suponga arriesgarte para cumplir ese ultimo tributo al hijo de perra que acabas de borrar de la faz de la tierra. Es como si una vez muertos todos volvamos a ser niños inocentes a los que la vida todavía no ha pasado por encima.

El final parece homenajear esas películas del oeste en el que se duelan a los extremos de una calle polvorienta.

Me gustó bastante,