Cuando Manolo Santana se aventuró a salir de España para competir en los principales torneos de tenis a nivel internacional poco se imaginaba que iba a acabar ganando Roland Garros o Wimbledon, pero mucho menos podía pensar que España en el Siglo XXI se iba a convertir en la primera potencia mundial del tenis masculino, por delante de las todopoderosas USA y Australia (las seis Copas Davis ganadas por España desde el año 2.000 lo atestiguan, muy por delante de Francia o Rusia, que nos siguen en el palmarés de este siglo con dos Ensaladeras cada una).

Hasta los años ochenta España era, deportivamente hablando, país de fútbol, de ciclismo, de boxeo y de algunas individualidades que se habían hecho a sí mismos en los deportes más dispares (el mencionado Manolo Santana, Paquito Fernández Ochoa, Seve Ballesteros o Angel Nieto). A partir de 1984, con la medalla de plata de la Olimpiada de Los Ángeles en baloncesto España demostró que podía estar a la cabeza del Mundo también en un deporte en el que había que tener muy buena preparación física, táctica y técnica; un deporte dominado por superpotencias deportivas como eran entonces USA, URSS o Yugoslavia.

Ya en los años noventa se produce la explosión definitiva del deporte español con la Olimpiada de Barcelona (sextos en el medallero por delante de grandes potencias olímpicas como Australia, Gran Bretaña, Japón o Francia), con el "fenómeno Indurain" -el mejor ciclista que ha conocido el Tour, capaz de ganarlo cinco veces consecutivas, algo que no consiguió ni siquiera el legendario Eddy Merckxx- y en la que participa también el tenis, con Arancha Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Bruguera, Moyá, Ferrero, Corretja o Costa que abrieron el camino al mayor icono de nuestro deporte, Rafa Nadal, campeón ¡¡catorce veces!! de Roland Garros y uno de los mejores tenistas de la historia con veintidos Grand Slams a sus espaldas.

Esa posición de España como superpotencia en tenis, aparte del clima privilegiado del Mediterráneo, nos ha permitido situarnos como país de referencia en el tenis de formación, con numerosas academias entre las mejores del Mundo.

Una de estas academias la creó Rafa Nadal en 2016 en su tierra, Manacor. De ella trata este valioso documental, que nos enseña la forma de trabajar y de vivir de los jóvenes tenistas que se forman en ella.
Aunque a veces tiene una cierta tendencia al publirreportaje, no se puede negar lo interesante que resulta ver de primera mano los métodos de entrenamiento del mítico Toni Nadal, los consejos de Rafa Nadal a los prometedores jugadores y el día a día de éstos, con sus expectativas y sus ambiciones que en algunos casos se verán satisfechas y en otros se truncarán, algo que deja claro el film y para lo que también les preparan en la academia, ya que saben que muchos de sus alumnos no podrán llegar al tenis profesional y tendrán que estar preparados para forjarse una vida al margen del tenis.

Documental recomendable para los muchos admiradores del gran Rafa Nadal, así como para los amantes del deporte en general.

Después de 32 años se ve con cierta nostalgia esta película que, aunque usa el baloncesto como fondo de la historia, trae muy buenos recuerdos a cualquier aficionado al deporte de la canasta de aquellos años, como es mi caso.

La historia es interesante, sin ser excepcional, y cuenta con varios de los mejores actores del cine español de la época, Federico Luppi, Charo López, Antonio Resines, Francisco Rabal. Pero, independientemente de eso, lo que más me ha gustado es ver a Wright haciendo su pequeño papel, los partidos de la liga española de aquella época, no tan brillante como la actual pero en la que éramos la 3ª potencia mundial (Yugoslavia sufrió el relevo generacional de los Slavnic, Kikanovic, Cosic, Dalipagic,...y nos dejó el terreno expedito para la famosa medalla de Plata de la Olimpiada de Los Ángeles, celebrada un año antes, en 1984).

Ver en pista al propio Wright, a Brabender, a Romay, a Corbalán; ver los vídeos del legendario Antonio Díaz-Miguel, primer español en ingresar en el "Hall of Fame"; ver esos partidos de la liga española en aquellos pabellones pequeños donde el público fumaba sin parar... me hizo pensar al final del film en aquella famosa frase: "Nuestros buenos recuerdos son el único paraíso del que nadie nos puede expulsar".

Película muy recomendable para los que vivimos de alguna forma el baloncesto español de aquella primera Edad de Oro y que poco nos imaginábamos que íbamos a ganar un Mundial en 2006 a la selección USA de la NBA; que íbamos a jugar contra ellos el mejor partido de la historia del baloncesto de selecciones en la final de la Olimpiada de Pekín en 2008 y que íbamos a ver en el salto inicial del partido de las estrellas de la NBA a dos hermanos españoles (los Gasol) frente a frente.

Lástima que en TVE piensen con los pies, porque la noche del viernes pusieron en TVE-2 la preciosa peli "Cosas que nunca te dije", de la infravalorada e incomprendida directora Isabel Coixet, mientras en TVE-1 ponían otra joya casi a la misma hora, "Volver", en homenaje a Chus Lampreave, una de las mejores obras -si no la mejor- de Pedro Almodóvar.

El sábado, sin embargo, no ponían ninguna peli en condiciones o que yo no hubiera visto varias veces, así que me lo tuve que montar por mi cuenta.

Al final el nivel no bajó, muy al contrario, conseguí ver "El clan", una película argentina de Pablo Trapero. El film es muy bueno y va de menos a más, "in crescendo", hasta llegar a un final demoledor al ritmo de la plácida canción "Sunny Afternoon", de The Kinks, que lo hace aún más espeluznante. Una escena para la historia que si la quieren ver tendrán que contemplar toda la película, yo no lo puedo contar.

Pablo Trapero es un director que, habiendo pertenecido al grupo de (en aquel entonces) jóvenes realizadores, conocido como Nuevo Cine Argentino, tuvo unos comienzos esperanzadores para bajar un tanto el nivel posteriormente. Sin embargo, una obra como "El clan" sirve para justificar toda una carrera.

El clan es una película que pone la carne de gallina, y donde más escalofríos le entran a uno es en las escenas menos violentas. Secuencias donde podemos observar a la familia cenando, preparando la comida, viendo la televisión o manteniendo conversaciones que tratan sobre cosas intrascendentes mientras suenan de fondo los gritos y llantos provenientes de un cuarto oscuro de la casa. Difícil de creer que todos los integrantes de ese patológico ecosistema pudieran hacer una vida normal escuchando los alaridos de los secuestrados, pero una vez más -y sobre todo si se trata de la crueldad humana- la realidad superó con mucho a la ficción.

Para completar el cuadro, Trapero cuenta con un reparto en estado de gracia, en posesión de una química indiscutible que consigue mostrar un ambiente familiar fresco y natural que hace de esta obra excepcional.

Por último, destacar la genial B.S.O., encabezada por la legendaria canción "Sunny Afternoon", de The Kinks, que suena al principio y al final de la película y que pone la guinda a una serie de canciones especialmente plácidas que convierten las escenas más dramáticas o emotivas en verdaderamente escalofriantes.

En resumen: no se la pierdan.

Interesantísimo documental sobre la trayectoria de uno de los mejores jugadores que ha dado el baloncesto en nuestro país en los años ochenta del pasado Siglo, cuando ni de lejos imaginábamos que los hermanos Gasol iban a jugar el "All Star Game" de la NBA, que Pau iba a ganar esa competición con los míticos Lakers de Los Ángeles, que Marc iba a liderar a los Toronto Raptors para ganar por primera vez la NBA o que España iba a dominar el baloncesto mundial fuera de USA como lo hiciera la extinta URSS en el Siglo XX (Dos Campeonatos del Mundo y las legendarias finales olímpicas de 2008 y 2012 ante las megaestrellas de la NBA lo atestiguan) .

Fernando Martín vivió sus mejores años coincidiendo con la primera edad de oro del baloncesto español, entre 1982 y 1986. Fernando acudió por primera vez en la selección en 1981 y se consolidó como pieza clave en el Mundial de 1982, en Colombia, donde España consiguió ganar por primera vez a le selección universitaria de USA y donde en un espectacular partido por la medalla de bronce (119-117 fue el resultado final) empezó a cuestionar la superioridad de Yugoslavia hasta convertirse en su bestia negra en esos años -España apartó a Yugoslavia de la lucha por las medallas en el Europeo de 1983 (la primera vez en décadas que esto le sucedía al país balcánico) y les venció con autoridad en las semifinales de la Olimpiada de Los Ángeles en 1984-.

Con un país, España, que solo destacaba en fútbol, boxeo o ciclismo y que celebraba como fiesta grande cuando conseguía cinco medallas en una Olimpiada, ser la tercera potencia mundial de baloncesto tras USA y la antigua URSS catapultó al deporte de la canasta a competir en popularidad con el sagrado fútbol, que tras el fracaso del Mundial de España pasaba por un momento muy bajo, y sobre esos mimbres Robinson construye su relato ayudado por unos contertulios de lujo (Corbalán, Buriukov, Romay, el doctor Del Corral o Norris entre otros comparten mesa y mantel mientras hablan de Fernando y de aquellos preciosos años de baloncesto).

Destacar cómo se narra el paso de Fernando por la NBA a mediados de los años ochenta, cuando se convirtió, junto al búlgaro Glouchov, en el primer europeo no formado en USA que conseguía acceder a esa liga, abriendo el camino para esta brillantísima generación de baloncestistas que ahora disfrutamos.

Excelente documental de la serie "Informe Robinson", imprescindible para los amantes del baloncesto y del deporte en general, sobre todo si vivieron en directo esos años inolvidables.

Hace unos diez años un extraño caso de suplantación de identidad en redes sociales convulsionó el mundo del deporte en USA, algo muy difícil de conseguir dada la complejidad y peculiaridades de dicho mundo.

El caso no tuvo repercusión a nivel mundial porque afectaba a un deporte, el football americano, que se juega casi exclusivamente en ese país; pero de haber afectado al baloncesto, por ejemplo, lo hubiéramos conocido de sobra en el resto del mundo.

Una superestrella del football americano universitario, Manti Te´o, jugador franquicia de la mítica Universidad de Notre Dame y que había jugado su última temporada como universitario espoleado e inspirado por una desgracia mayúscula (la muerte en el mismo día de su abuela y de su novia Lennay Kekua) había sido engañado por un admirador secreto que, aprovechando el anonimato de las redes sociales y la increíble ingenuidad del deportista, se había inventado la figura de una novia ficticia a la que Manti sólo había conocido por las redes sociales.

Interesantísimo reportaje de la sobresaliente serie "Untold" sobre el desmadre vital que ha provocado la violenta irrupción de las llamadas redes sociales en la vida de jóvenes y adolescentes sin la madurez suficiente para desenvolverse en ellas y donde la impunidad es la norma.

Sigo en "Spoiler".