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España España · valencia
Críticas de el feroz
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Críticas 192
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de abril de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La "Quo Vadis" de Melvin LeRoy pone de manifiesto, y de una forma magnífica, cómo y de qué manera el cine bien hecho, no sólo no envejece sino que gana esplendor y frescura con el paso de los años. Y es que, realmente, frente a la versión, de literalidad casi "doctrinal", aburrida y adocenada del polaco Kawalerowicz, empeñado en totemmizar a Sienkiewiicz, con una realización pusilánime, LeRoy, junto con el principal guionista Samuel Behrman, decidió buscar las cumbres del "delirio textual" para rodar su propia "Quo Vadis", muy lejos en ciertos aspectos de la novela original.

Para ello, y como estaba ordenado por el cliente pagador, un Louis B. Mayer, siempre dispuesto a invertir sumas millonarias cuando acariciaba un prometedor proyecto, LeRoy puso al servicio de la historia, todo el pomposo y grandilocuente aparataje de Holliwood, para un espectáculo gigantesco, incluso antes de que el "Cinerama" aterrizase en las pantallas.

Para customizar adecuadamente la historia, LeRoy, con extraordinaria visión recurrió a uno de los mejores "casting" de la historia del séptimo arte, con un Peter Ustinov, absolutamente arrebatador, un Leo Genn impagable, capaz de hacer de la ironía un arte, y una pareja protagonista enormemente convincente (pese a contar Rober Taylor con más de 40 años, frente a la juventud del personaje novelesco), así como un extraordinario uso de la escenografía y la fotografía en color, que hoy en día puede apreciarse en todo su esplendor, tras las últimas remasterizaciones.

Pero sobre todo y ante todo Leroy y Behrman, añadieron la guinda del pastel: un guión literario genial, cuya mordiente y visceralidad no se ha vuelto a repetir en ningún peplum posterior, y que convierten a éste en una casi "rara avis"

Ahí va un pequeño botón de muestra, prescindiendo de citar en detalle los perversos diálogos entre Taylor y Laffan, que merecen un capítulo aparte.

Petronio-Genn: Pero querido sobrino..Aprende el lenguaje de este régimen privilegiado....Digamos que Agripina y Octavia fueron eliminadas por el bien del Imperio.....
Vinicio-Taylor a Ligia-Kerr: Permite que te diga que las britanas se embadurnan con grasa de ciervo...
Vinicio-Taylor: Que estúpido...creció tanto que los sesos se le aplastaron en el techo.....
Vinicio-Taylor a Ligia-Kerr: no te ví en mi desfile triunfal, pero pensé que te tendrían encadenada a un melocotonero...
Vinicio-Taylor: creo que tenéis por Dios a un mendigo plañidero...
Neron-Ustinov: ¿ verdad que es triste ver que el fuego en una mujer es substituido por la "solicitud bovina"?
Neron-Ustinov y Petronio- Genn: ¿eres cristiano, Petronio..?
No lo soy...los cristianos predican el amor al prójimo, y conociendo a los
hombres me resultaría muy difícil amarlos.....
Petronio-Genn a Neron-Ustinov ( refiriéndose a la muchedumbre) Déjalos entrar...moriremos todos..todos menos
tú, claro, que como eres un Dios no puedes morir...
Nerón-Ustinov (examinando los cadáveres en la arena del circo). Vaya..! Este no tiene cara..!

Entre otros muchos diálogos. Una auténtica lección maestra de excelente adaptación personal de lo que no deja de ser, después de todo, una novela decimonónica provista de un texto de solemnidad casi espartana, adaptada a los gustos de la época.

¿En qué Peplum anterior, o posterior a éste, volvieron a citarse el cine sacro-religioso-histórico con los diálogos incisivos y llenos de mala leche, capaces de customizar de una manera tan soberbia y sin desentonar las obras originales en las que se basan?

Ni Ben Hur, ni Espartaco, ni las subsiguientes, no digamos ya las pesadas incursiones teo-cristianas de Nicholas Ray o George Stevens, se atrevieron a recoger el "testigo", regresando todas ellas a los trillados y vetustos caminos del cine de romanos al uso.
Como curiosidad anecdótica, ya de sobras conocida, pero revelada para algún que otro despistado: Atención al pretoriano de guarda que aparece en segundo plano, mientras Nerón-Ustinov habla a sus oyentes frente a la maqueta de Roma: Es Carlo Pedersoli, más conocido para los fans como Bud Spencer, en su primer papel (sin acreditar)

Maravilloso y super original (en su género) clásico de visión imprescindible.
el feroz
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10
28 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jo...Qué barbaridad....! esa es la expresión que te viene a la mente, junto con una boca abierta, tras el visionado de lo que constituye una verdadera lección testimonial de lo que es el séptimo arte. Porque "Sin perdón" pone de manifiesto la diferencia sutil que existe entre hacer una buena película en que "suena la flauta", a veces, aunque no sea frecuente, por casualidad, y saber lo que es el cine, es decir, conocer su lenguaje, de la manera en que un artista del Renacimiento podía conocer, la mezcla de colores, los ingredientes de cada uno y los detalles más mínimos y técnicos de su aplicación, ya sea en pared o lienzo.

Desde el uso de los paisajes y el color, hasta el aprovechamiento de los primeros planos, que no renuncian a la fealdad ni a lo explícitamente rechazable, para dar énfasis a la expresividad del argumento. ¡ Qué extraordinarias esas tomas del rostro brutalmente agredido de Anna Levinne, que viene a ser casi una especie de trasunto del de William Munny, devastado no tanto por la violencia física como por la implacabilidad de la vida que le tocó vivir, frente al de éste, roto, hinchado y lleno de cicatrices de alma que se muestran en cada poro de la piel. De ahí que en el encuentro de estas dos almas perdidas, sin escapatoria posible se produzca uno de los diálogos más impagables de la película, cuando él yace destrozado el cuerpo por la paliza recibida.

Y absolutamente de antología la secuencia de la pelea final, con la eclosión de la violencia desatada, que hace que el espectador llegue a su comprensión final y entre en directa complicidad con las imágenes.
En la despedida final de Eastwood-Munny a lomos de un corcel que parece salido del infierno, bajo la lluvia, escopeta en mano, y profiriendo amenazas, uno ve casi una imagen crepuscular del Predicador de "El Jinete Pálido", como si éste hubiera sido captado "por el reverso tenebroso de la Fuerza" (perdón por la referencia), algo para lo cual no se hubiera necesitado mucho. Es una de las formas más absolutamente magistrales con las que un director puede autohomenajearse. Y si es eso lo que hizo, se merece de pleno derecho darse el lujo. Eastwood es un maravilloso director de Westerns y éste es sin duda el mejor de su carrera. Con eso queda dicho todo.
el feroz
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9
14 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que decir, ante todo, que "Dos cabalgan juntos" es sin reservas, junto con "El hombre tranquilo" mi película favorita de John Ford, porque sí, porque yo lo valgo, lo cual contribuye en cierta manera a quitar objetividad a esta crítica.

"Dos cabalgan juntos " es la apoteosis de las grandezas (o no tan grandezas) idelógicas, a veces encontradas, y maravillosamente expresadas de su director.

Efectivamente, sin renunciar a una visión, hasta cierto punto negativa de las salvajes costumbres del pueblo comanche, que subraya con brutal sinceridad un desatado James Stewart, es a la vez una hábil y dramática exposición en imágenes de la mezquindad caucásica americana en todos sus matices, que disfrazada de bonitos vestidos y elegantes uniformes federales, se muestra sin ambages con feroz brutalidad, entre otras, en la escena del baile, en donde se redimen a los ojos de un público "pensante" las motivaciones de una etnia condenada a la extinción o al yugo. Es Ford en su apogeo, jugando a dos bandas, y haciéndolo magníficamente bien.

Pero lo mejor sin duda lo trae como regalo extra un maravilloso Richard Widmark. El actor, curtido en la interpretación de personajes oscuros a los que prestaba un rostro diseñado al efecto (Se llegó a decir de él que tenía sonrisa de hiena) dio carpetazo por un momento a sus habituales roles, para incorporar a un personaje viril, digno de ser amado por la mujer más insensible. Impagable como héroe en la citada escena del baile, enfrentando con inusitado valor de caballero del Norte a la sociedad de la que él mismo formaba parte, casi en la pura línea de un Atticus Finch, y a la vez siendo un tímido, casi primerizo, de inusitada ternura, pretendiente de la pizpireta y encantadora Shirley Jones. Con franqueza, para mí es, por la multiplicidad de sus facetas tan dispares y bien presentadas, uno de los mejores papeles del actor de Minnesota.

El espíritu, displicente, no desprovisto de ácido humor de Ford, en una película de hechos tan dramáticos como trascendentales, lo lleva a la pantalla un adecuadísimo Stewart, que casi asume el papel del "malo" aunque en este caso redimido por el amor de una bella Linda Cristal, a la que se recuerda sobre todo por su carrera televisiva.

Estupendo Western de claros tintes antiracistas, que sin ser de lo más conocidos de su director, es sin duda una de sus mejores obras maestras.
el feroz
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9
4 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo, tan habitual en el cine, de las adaptaciones, sea del cómic, la literatura, o las series televisivas, sucede como con todo en la vida: A veces se da el "campanazo" (de cabeza), y otras veces "la campanada"

Después de dejar muy atrás (en la noche de los tiempos) el "morrazo" que supuso ese telefílmico pergueño versionador de unos tótenes televisivos como fué "Satrsky y Hutch", Philips, que ya se había redimido con otros trabajos nada desdeñables, vuelve a la carga para poner la pica de su talento en el Flandes del cine contemporáneo, y con extraordinaria solvencia, por cierto.

Rompiendo, con una respetuosa brutalidad (si es que cabe lo que casi es un oxímoron mal empleado) con la estética que se supone adscrita al género, Philips, construye una inteligentísima metáfora sobre el mal motivado y el bien socialmente aceptado, en donde con metódica frialdad, hace que prácticamente venza el primero, prescindiendo de ...o más bien vomitando en todos los convencionalismos del cine de superhéroes.

Haciendo uso de una sensacional cámara, que en primeros y medios planos es capaz por si misma, de diseccionar la sicología del personaje, como quien maneja un escalpelo de cirujano, y con la complicidad de
un Phoenix desmesurado, convirtiendo a éste en una auténtica "bestia de escenario", en secuencias de dolor que traspasan la carne para insertarse en lo más obscuro de las emociones humanas (escena del metro, donde nunca los primeros planos de un actor estuvieron más justificados) la película va en absoluto "crescendo", tanto en interés como en la excelencia del lenguaje cinematográfico empleado.

Philips, con astuta intuición, (o incluso visión empresarial) huye delos FX (digitales o no) y demás aspectos formales, para centrar al espectador en lo que interesa, evitando distraerle con otras banalidades, convirtiendo de paso, la historia en una gigantesca elipsis en la que prácticamente se prescinde también de introducciones a aquélla. (niñez, juventud, razones) para contarla en tiempo casi real.

Contribuye en no poca medida, una gran partitura de Hildur Gudnadottir, gran virtuosa del violonchelo, extraordinariamente coherente con lo que cuenta, y que entra en "catarsis" directa, en alguna de las mejores escenas del film. (baile final en la calle)

Una de las mejores películas del año por derecho.
el feroz
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10
24 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada peor, desde mi punto de vista, que mitificar una película de la infancia. La revisión, desde la inevitable perspectiva del tiempo, deviene casi siempre en amarga decepción, cuando se juzga desde la madurez exenta de imaginación que es propia del pasar de los años.
Por eso, resulta tan agradable y sorprendente el reencuentro con este entrañable musical de Ronald Neame, el cual no desmiente casta cuando filma otras incursiones en el cine espectáculo o el "Star Sistem" (véase "La aventura de Poseidón como botón de muestra)
Al socaire del éxito de "Oliver" de Carol Red, absolutamente triunfadora en el palmarés de los Oscars 69, y sin nada que envidiar a ésta ( se agradece aquí la ausencia de la carita de caniche apaleado del pavisieso Mark Lester) y con excelentes bailes, preciosa partitura, con todo el virtuosismo de Leslie Bricusse, Scrooge es sin duda, un auténtico festival para los ojos, donde los decorados, puesta en escena, bailes y demás parafernalia se conjugan con artesana precisión junto con excelentes interpretaciones: Albert Finney en sus horas más altas, antes de quedar relegado a papeles de secundario o villano al uso, o el siempre magistral Alec Ginnes, que rompe de forma descarada con la aparatosa solemnidad del personaje en el cuento original, para ofrecer un fantasma de Marley socarrón, muy pocos años antes (a su vez) de que las veleidades de Holliwood le condujesen a empuñar un sable laser por los caminos de la "fuerza". Y ambos escoltados por estupendos secundarios ( Kenneth Moore o Edih Evans entre otros)
Pero, sin duda, el mayor mérito que se puede apuntar el tándem Neame-Bricusse, es el haber prescindido de la "literalidad"( Para mí un defecto en cualquier adaptación que se precie) para regalar memorables momentos de casi burlona revisión del espíritu ultra- evangélico de Dickens, pero sin renunciar del todo a él: cínico fantasma de Marley, un fantasma de las navidades presentes demasiado apegado a las libaciones (que aquí parecen incluso una velada alusión al "colocón"), o un irreverente, (Y delicioso) zapateado sobre un ataud.
Un magnífico regalo navideño, que, injustamente no obtuvo el éxito esperado (exceptuando, creo, en España). Hoy en día de imprescindible visión.
el feroz
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