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España España · barcelona
Críticas de dovith
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Críticas 97
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
19 de diciembre de 2014
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una serie con mucha testosterona, llena de greñudos de pelo grasiento, machotes barbudos y guarretes, chupas de cuero, tatuajes y muchos puñetazos; una serie que huele a sobaco, a Varon Dandy, a calcetín sudado. Una serie sobre un clan parecido al que formaban Toni y sus secuaces en "Los Soprano", un clan que se toma muy a pecho las traiciones y que imparte crueles castigos sobre aquellos que faltan a la lealtad del club. La serie tiene todos los ingredientes necesarios para hacerla interesante y convertirla en todo un culebrón: incestos, abortos secretos, violaciones, torturas, secuestros de bebés, hombres con DMC (Desorden de Masturbación Compulsiva), ajustes de cuentas, ruletas rusas, contactos con la IRA, sobredosis, curas malvados, muchos cuernos, mucho sexo y mucha, mucha muerte.
Uno de sus puntos fuertes, como en la mayoría de series actuales, han sido sus carismáticos personajes. Por un lado, tenemos a Jax Teller. Con carita de buen niño, pero que aquí se convierte en un bad-ass en toda regla, cuyo personaje desea en mucho momentos abandonar el clan y llevar una vida "normal", pero que poco a poco va entrando en el lado oscuro y va perdiendo su alma, su compasión, para convertirse en un ser despiadado, capaz de matar a todo aquel que ponga en peligro al club del que tan fervorosamente forma parte. El personaje a lo largo de las 7 temporadas experimenta un verdadero descenso a los infiernos.
Otro personaje que me fascina es el de Gemma Teller, la madre de Jax. Ya en el episodio piloto resulta uno de los personajes más atrayentes, ya que intuímos que guarda grandes y graves secretos a su hijo, cuando la vemos quemando viejas fotos que ocultan viejos secretos, que pueden hacer mucho daño. Adoro esas mechas horteras, más feas que las de Lydia Lozano, pero que ella luce con toda la dignidad del mundo. Me encanta que tenga por mascota una cacatúa. Me encanta lo bien que presume de la cicatriz que tiene en el pecho, justo en el canalillo, ella misma ya se encarga de abrirse los botones de sus ajustadas camisas para lucirla y que todo el mundo se dé cuenta de que es una tiparraca dura. Me encanta ese tic que hace con los dedos cuando sujeta el cigarrillo. Y me encanta la mala leche que gasta cuando comienza a sufrir los primeros sofocos de la menopausia. Gemma viene a ser la Carmela Soprano de SoA, una verdadera maestra en el arte de guardar y enterrar secretos por el bien del clan. A Gemma Teller no se la puede engañar, no se le escapa nada, es más viva que una culebra.

Obviamente, toda serie que se precie tiene que tener su historia de amor, por lo que Jax tiene cerca al gran amor de su vida: Tara Knowles. Es el amor de juventud de Jax y ha vuelto a la ciudad de Charming después de un largo período fuera de la ciudad para ocupar un puesto como doctora en el hospital. Tara será uno de los principales motivos por los que Jax se planteará dejar el club en muchas ocasiones, sabiendo que si sigue en él, no sólo está en peligro su vida, sino también la de Tara. Al club le vendrá verdaderamente bien tener una doctora dentro, ya que cada vez que alguno de ellos es herido de bala, no tienen que ir al hospital y reportarlo a la policía, sino tan sólo esperarar a que Tara aparezca y lo cure en el garaje del taller. Muy interesante es la relación entre Tara y su suegra (Gemma): se detestan, como toda nuera y suegra, pero en el fondo se respetan y se quieren. Aún así, la tensión entre ellas es algo latente, que llevará a situaciones tremandamente impactantes.

Luego tenemos al resto de miembros del club, entre los que destacamos a Clarence "Clay" Morrow. Clay es el jefe de SAMCRO y el nuevo marido de Gemma, después de que ésta se quedara viuda del padre de Jax (J.T.) y que en todo momento parece que tuvo algo que ver con la muerte de J.T., ya que éste quería abandonar el club antes de su repentina y misteriosa muerte. Durante toda la serie tenemos como hilo argumental el diario de J.T., cuyas páginas ocultan grandes secretos que podrían cuestionar muchas cosas acerca del club. Al parecer J.T. quería dejar el tráfico de armas y comenzar negocios legales. La situación de Clay se hace muy tensa durante la cuarta temporada, en la que muchos de los miembros desean que "abdique" de su cargo, comienzan a haber grietas importantes en el grupo y se comienza a mascar la tragedia de sus miembros... Me pareció especialmente interesante el Clay herido y debilitado de la quinta temporada, obligado a llevar una bomba de oxígeno el resto de su vida, como uno de los hombres a los que mató a traición, porque quien a hierro mata, a hierro muere...
La serie fue cociendo a fuego lento un sinfín de tragedias de determinados personajes, cuyo destino no podía terminar bien, como sucedía en la ya mencionada serie "Los Soprano". Y, a raíz del impactante season finale de la sexta temporada, poco a poco los personajes fueron recogiendo los frutos de lo que habían ido sembrando a lo largo de las temporadas anteriores. Ha sido un digno y coherente final para estos nuevos cowboys del S.XXI, que seguro que no ha decepcionada a ninguno de los fans.
dovith
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7
21 de noviembre de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Como sabemos, los delincuentes tienden a cometer crímenes en las zonas con las que están familiarizados. El primer asesinato por lo general se efectúa lo más cerca de su residencia. Cerca de su hogar o lugar de trabajo habitual. (...) Han pasado diez días y ha habido cierta especulación sobre que el asesino se ha mantenido fiel a su palabra. Que se ha ido lejos. Que lo ha dejado. No creo que sea así. Recordad que sigue un ciclo. Después de un ataque, hay un período de reflexión. Pero después, sus perversas fantasías vuelven a aflorar. Y la presión comienza a surtir su efecto. Recordándole que es una adicción. Se apodera de sus fantasías y las convierte en realidad. Lo que le hace sentirse superior al resto de mortales. Como tal, en su propia mente, cree que tiene el derecho de decidir quién vive y quién muere. Para poder hacer las cosas terribles que él hace, el asesino deshumaniza a sus víctimas. Haremos lo contrario. Vamos a mantenerlas con vida. Para nosotros, para los familiares, para sus amigos, para sus compañeros de trabajo. Para el público. Que sigan con vida, hasta que capturemos a este hombre." Este es el "criminal profile" que la superintendente Stella Gibson (una maravillosa y hermosa Gillian Anderson) nos brinda en el primer episodio de la segunda temporada de la interesante serie británica "The Fall" para describirnos al escalofriante asesino con el que le ha tocado lidiar en esta investigación de una serie de crímenes en Belfast.

"The Fall" es una serie de un incluso doloroso ritmo lento, que la hace mucho más inquietante, escalofriante, turbadora, que incrementa su suspense y a la vez la hace mucho más fascinante. Se suma a este género de thrillers que tan buenos resultados está dando en televisión, como "The Killing", "Broadchurch" o "Top of the Lake".

Como bien he dicho, Gillian Anderson es la encargada de dar vida a la policía investigadora Stella Gibson. Anderson despliega su elegancia, esa elegancia que sólo una actriz madura, que ya ha sobrepasado la barrera de los 45, sabe desplegar y transmitir a través de la pantalla (me recuerda un poco a la distinción de la que Robin Wright también hace gala en la excelente "House of Cards"). Aquí además la Anderson hace muestra de un refinadísimo acento irish, que muy probablemente ha adquirido de sus ancestros irlandeses. Los planos sostenidos sobre su rostro muestran belleza, enigma, la tristeza de un personaje complicado, con una mirada reveladora de mucho más de lo que sus escuetas palabras nos transmiten. Stella Gibson mide sus palabras, se mueve sinuosamente, lentamente, como si calibrara detenidamente todos y cada uno de sus gestos, movimientos o expresiones. Se ha tomado como algo personal la caza de este serial killer y está claro que no parará hasta que lo atrape, porque parece que realmente sólo ella puede hacerlo.

Una de las novedades de esta serie es que nos muestra desde prácticamente el minuto uno la identidad del asesino. No intenta jugar con la mente del espectador inocente para que éste se esgrima las neuronas intenando adivinar el rostro que se encuentra detrás de esos escalofriantes asesinatos. Pronto descubrimos que el asesino es Paul Spector, un esposo y padre de familia ejemplar, extremadamente atractivo, con un rostro que transmite bondad, confianza, honestidad, y eso lo convierte en alguien mucho más turbador, porque nadie desconfiaría de él, todo el mundo podría caer en su tela de araña y ser una víctima más. No hay nada que dé más terror que un asesino ordenado, metódico, limpio, inteligente, culto, porque casi nunca comete errores, sus crímenes no son un impulso, son algo premeditado, sus víctimas no son fruto del azar, él las escoge, después de estudiarlas durante unos días (chicas morenas, atractivas y de clase media-alta). Este sobrecogedor asesino tiene el rostro de Jamie Dornan (un actor cuya carrera está en alza, ahora que sabemos que interpretará a Christian Grey en la esperada adaptación cinematográfica de la tórrida novela "50 sombras de Grey", donde ya ha declarado a la prensa que, para pena de sus fans, no enseñará su cosita...)

La detective Gibson y Paul Spector no se conocen, pero igualmente parecen estar conectados, tienen una especie de extraña química, que se hizo manifiesta en la conversación telefónica que mantuvieron al final de la primera temporada. Ambos son inteligentes, atractivos, metódicos, fríos, calculadores, por eso este juego del ratón y el gato resulta tan sumamente interesante, porque ninguno de ellos es un principiante y hará todo lo que esté en sus manos para conseguir que el otro no se salga con la suya. Uno, como espectador se siente fascinado tanto por la detective que lleva a cargo la investigación, como por el asesino a quien está dando caza; algo similar a lo que nos ocurría con la extraordinaria "El silencio de los corderos".

Otra buena razón para ver "The Fall", por si aún no os he convencido, es Archie Panjabi (la fascinante y enigmática Kalinda en la serie "The Good Wife"), que aquí interpreta a la Dra. Reed Smith, una especialista en enfermedades mentales que ayuda en la investigación de este serial killer. Aquí la vemos hablando en su acento británico original, dado que Panjabi nació en Londres, luciendo chupas de cuero como sólo ella sabe llevarlas, tan badass como siempre, aunque diferente a Kalinda, dado que aquí ella tiene dos hijos y presuntamente es hetero. Su primera aparición vestida de cuero negro llegando en moto y sacándose el casco, para lucir una melena suelta, que pocas veces hemos visto en TGW, me pareció una verdadera gozada. Y también me pareció fantástica la escena en la que ella y la Anderson están en la habitación donde ha tenido lugar uno de los crímenes e intentan recrear lo sucedido, la Anderson emulando a la víctima y la Panjabi al agresor; la agente Scully y la detective Kalinda en la cama... podemos dejar volar la imaginación tanto como queramos aquí...
dovith
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8
17 de noviembre de 2014
102 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace un par de semanas la cadena privada HBO volvió a hacer gala de la enorme calidad de sus producciones con el estreno de una mini-serie llamada "Olive Kitteridge", basada en la novela homónima de Elisabeth Strout. La mini-serie consta de cuatro episodios, que fueron emitidos en dos tandas, por lo que uno podía hacer con ella lo mismo que con lo que los yanquis llaman un page-turner (una de esas novelas que uno no puede dejar de leer) y verla prácticamente de un tirón para disfrutar de sus maravillosas interpretaciones, de su estupenda música y ver cómo poco a poco una tristeza va agrandando los surcos en la piel de sus protagonistas, emsombreciendo sus miradas, palideciendo sus rostros. Una historia que resulta tan buena por lo que cuenta, como por lo que intenta ocultar.

Así observamos atentamente 25 años en la vida del disfuncional matrimonio Kitteridge, Olive (una profesora de matemáticas taciturna, malhumorada, intratable, intransigente, crítica, cero empática y cero cariñosa con los que la rodean, una mujer difiícil cuyos actos no siempre se corresponden con sus sentimientos, una mujer que se atreve a decir lo que muchos callan por cobardía; vamos, la madre que todos querríamos tener...) y Henry (un farmácéutico de buen corazón, paciente, que intenta ayudar a todas aquellas personas que se cruzan por su camino en un momento bajo de sus vidas y eso saca a Olive de sus casillas; un auténtico bonachón...). Olive y Henry se detestan y se quieren a partes iguales, conocen todos los recovecos de su relación, sus defectos, sus virtudes, sus secretos, mejor incluso que nosotros como atentos espectadores, pero aún así permanecen el uno junto al otro hasta el final, es uno de esos matrimonios de los de antes, para los que la frase "hasta que la muerte los separe" significaba alguna cosa, que no tiraban la toalla por la primera desaveniencia, por una discusión acalorada, ni siquiera por un desliz. Ver cómo, aunque no se lo digan nunca, estos dos se quieren y se necesitan resulta realmente conmovedor y emocionante.

Ni hace falta decir que la pareja de actores protagonistas es maravillosa, una apuesta segura en mi quiniela de los próximos Golden Globes, cuyas nominaciones se harán públicas el próximo 11 de diciembre. Por un lado, tenemos a la infalible Frances McDormand (que interpreta a Olive), merecidísima ganadora de un Oscar por su estupendo papel en "Fargo". McDormand es de esas actrices a las que parece no asustar el devenir de los años, que no tienen la necesidad de ocultar el inexorable paso del tiempo a golpe de bisturí y que aprovechan las huellas de la madurez que el tiempo ha dejado en su rostro, para dotar a sus personajes de una profundidad que el bótox esteriliza y anula en rostros de otras actrices de su edad. Además McDormand dispone en este caso de casi 240 minutos de metraje para desarrollar un personaje tan complejo como el de Olive Kitteridge, algo que en una película de 90 minutos sería prácticamente imposible. Así podemos entender perfectamente la depresión por la que está pasando el personaje (que como ella misma explica en un momento de la trama, el gen depresivo circula por los genes de su familia, por lo que es algo con lo que tarde o temprano ella y todos sus vástagos tendrán que lidiar). Podemos entender su cinismo ante todo, su triste mirada, el no obvio pero incondicional amor que siente hacia su marido, aunque parezca que nunca se lo tome en serio.

Y luego tenemos a Richard Jenkins, otro monstruo de la actuación que convierte en oro interpretativo todo lo que toca. Jenkins llena a Henry con una bondad y una generosidad genuinas. Nos creemos totalmente cómo Henry quiere ayudar a las personas desvalidas, como a Denise Thibodeau, que pierde a su prometido en un accidente de caza, y de la que Henry se "enamora", se enamora de su dulzura, de su inocencia, su vulnerabilidad, es todo lo que Olive no es, Denise le hace sentirse necesitado. Olive obviamente se da cuenta de todo, y cruelmente la llama "ratoncillo" sólo para demostrarle a Henry lo ridículo que ella le ve, yendo detrás de una chica a la que le dobla la edad. Henry es un personaje que despierta ternura. Quizás durante la película uno siente que Olive no le está dando el tipo de vida que se merece, pero durante el final de sus días, nos damos cuenta de que es la única persona que realmente está ahí incondicionalmente para él, ni su estimado hijo está ahí en los momentos más difíciles.

La mini-serie es una soberbio estudio sobre la depresión, las enfermedades mentales, el inexorable paso del tiempo y el suicidio. Sobre su honesto personaje protagonista, cuyas contradicciones resultan fascinantes y que harán que no podamos apartar la mirada de su curtido rostro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dovith
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8
10 de noviembre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cadena HBO estrenó en 2005 esta serie que tenía como protagonista absoluta a Lisa Kudrow, recién salida del éxito de "Friends" y que esta vez era co-creadora junto con Michael Patrick King, que también acababa de salir de otro gran éxito llamado "Sex and The City", por lo que parecía tener todos los números para ser un éxito seguro. Desafortunadamente, la serie no pasó de su primera temporada de 13 episodios. La serie está planteada como una especie de falso documental (lo que los yanquis llaman mockumentary) sobre Valerie Cherish (Kudrow), una actriz en horas bajas que en su momento formó parte de una sitcom de éxito y que diez años más tarde le es brindada la posibilidad de volver a la televisión por partida doble. Por un lado, como parte del elenco de una nueva sitcom protagonizada por gente joven (ella ya no lo es...) donde tiene un papel secundario; y por otro lado, a través de un reality show que seguirá todo el proceso creativo de esa nueva sitcom, siguiendo cámara en mano a Valerie en su día a día.

Tras el telón de la comedia, "The Comeback" oculta una dura crítica contra los "realities", que muestran de todo menos la realidad, una verdad totalmente manipulada y distorsionada, que puede enaltecer o destrozar la reputación de alguien en cuestión de minutos. La serie es también una cruda visión entre bambalinas sobre el complejo mundo de las series de televisión y de las productoras, sobre cómo el show business margina a las mujeres de más de cuarenta años (una vez escuché una entrevista de una actriz, no recuerdo cuál, que dijo que en Hollywood si eres mujer de una cierta edad, ya no te ofrecen papeles interesantes si no te llamas Meryl Streep...), o sobre cómo el show business a veces pone a gente en la palestra por delante de otra que realmente se lo merece, que se lo ha ganado, que podría aportar realmente algo interesante, diferente, de calidad, todo por el dinero, que al fin y al cabo es el engranaje de todo esto.

Valerie Cherish es un personaje super interesante. Entre 1989 y 1993 protagonizó una conocida sitcom donde interpretaba a una joven y atractiva abogada de éxito, pero después de ese papel no consiguió otro que la mantuviera en el pedestal de la fama y decidió retirarse del mundo del espectáculo. Cuando 12 años más tarde le es ofrecida una nueva oportunidad por partida doble, Valerie no puede rechazarla. El problema es que ella cree que es la estrella de la nueva sitcom, y es tan sólo una secundona, sin glamour y que tiene que permanecer a la sombra de unas estrellas sin ningún tipo de experiencia, que todavía estaban comiendo potitos cuando ella triunfaba en la televisión. Valerie es una persona algo egocéntrica, demasiado preocupada por lo que piensa la gente de ella, muy maniática con su imagen pública, por lo que un desfavorecedor reality no es lo más apropiado para ella, ya que constantemente la muestran sin maquillaje o en planos donde se acentúan sus arrugas, la papada, su a veces mal carácter... La caracterización física de Valerie también es muy importante: claramente luce un peinado de lo más demodé, para acentuar todavía más lo difícil que le va a resultar adaptarse a esta nueva manera de hacer televisión.

La Kudrow hace un excelente trabajo, dándole un tono de voz concreto, una gesticulación exagerada, a veces ridícula (su manera de bailar es una buena muestra de ello). Se aleja de la Phoebe Buffay de "Friends" y también de la actual Fiona Wallice de "Web Therapy"; la actriz tiene una voz y un traje para cada uno de estos personajes, todos tienen en común una vis cómica innata, que la actriz muestra con una facilidad envidiable, pero son personajes tremendamente distintos.

Aunque la serie gira en torno a Valerie, hay una serie de personajes secundarios interesantes que hacen de su existencia algo aún más bochornoso y denigrante. Tenemos por un lado, a Jane Benson (la productora del reality llamado "The Comeback"); durante toda la serie Jane parece dispuesta a ayudar a Valerie, a hacer que ésta se sienta la más cómoda posible con su regreso a las pantallas, aún así ya podemos ver en sus preguntas que hay una cierta intención de ponerla en un aprieto, de hacer que hable mal de sus compañeros de reparto o de los miembros del equipo de guionistas. Jane tendrá un importante papel en el humillante final de la serie (uno de los finales más indecentemente tristes que he visto en una serie de televisión). También está el eterno Sancho Panza de Valerie, su asesor de imagen, Mickey Deane (el culpable de esa especie de peluca ochentera que luce Valerie, que parece salida del cuarto de atrezzo de la película "Armas de mujer"), Mickey es descaradamente gay y resulta sumamente gracioso ver cómo intenta ocultarlo sin demasiado éxito frente a las atentas cámaras del reality. Y, finalmente, tenemos a la némesis de Valerie, Paulie G., uno de los dos guionistas principales de la nueva sitcom que tiene que protagonizar Valerie. Éste siente una fuerte, visceral e injustificada antipatía hacia Valerie y sufrirán un más que denigrante enfrentammiento frente a las incisivas cámaras del reality, que buscan no perder ripio de la irremisible degradación de una actriz en horas bajas, luchando por volver a pisar la cumbre.

Ayer por la noche la HBO estrenó el regreso de "The Comeback", donde durante 6 episodios veremos qué ha sido de Valerie Cherish en estos últimos nueve años. Quizás en el 2005 no estábamos preparados para ver tanta humillación, tanta mala leche, tanto cuchillo afilado dispuesto a cargarse el despiadado mundo de los realities y del show business, pero ahora sí lo estamos y no vemos el momento de reencontrarnos con Val y ver cómo le ha ido y cómo sigue lidiando con la "fama". Otras series como "Veep" demuestran que los espectadores de hoy están preparados para ver a los protagonistas de sus series favoritas siendo humillados hasta la parte más interna de su médula.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dovith
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6
31 de octubre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A principios de los años 90, se pusieron de moda dos términos que hacían referencia a toda una generación, aquellos que nacieron en los setenta y que en los noventa tenían unos veintitantos. Uno de ellos era el término Generación X, un grupo de gente que había vivido grandes cambios, desde las TV en blanco y negro, a televisores mucho más nítidos, de jugar con canicas, cuerdas o a la charranca a tener su primer ordenador Spectrum o su primera consola Atari, Nintendo o Sega. Aquí en España se creó el término JASP (Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados), el acrónimo ya es lo suficientemente claro y no necesita demasiada explicación. Pues bien, en 1992 dio comienzo una serie, que era un spin-off de la ya consolidada "Beverly Hills 90210" (aquí en España con el "original" título de "Sensación de vivir", creo que incluso Xuxa hizo una canción en español sobre la serie..., ejem...) pero que con el paso de las temporadas acabó incluso superando el éxito de la original. Esa serie era Melrose Place.

La serie estaba situada en un complejo de apartamentos (un descarado decorado) situado en el 4616 de Melrose Place, en West Hollywood (California). Allí un grupo de JASP vivían muy felizmente, al principio... antes de que estallaran bombas, alguien se cayera por las escaleras, otro alguien muriera ahogado en la piscina, tuvieran lugar peleas de gatas en el patio (que estupendo era esa especie de patio andaluz, por Dios..., yo a mi edad aún estoy esperando encontrar un apartamento con un patio como ese del decorado de la serie que esté por aquí cerca, en el barrio...), y un largo etcétera que ya comentaremos.

La serie al principio presentaba episodios más o menos autoconclusivos, pero su creador Darren Starr y su productor ejecutivo Aaron Spelling vieron que ese formato no acababa de funcionar y que no enganchaba del todo a la audiencia, así que rápidamente lo modificaron por uno mucho más culebronesco a lo soap opera, con finales impactantes en cada episodio que te llamaran a ver el siguiente y finales de temporada con vertiginosos cliffhangers. La serie también se benefició de la incorporación de tres personajes que serían clave para la serie y que gozarían de una gran popularidad. La gran estrella y Maléfica de la función: Amanda Woodward, la ambiciosa y despiadada jefa de Alison, que pronto comprará la finca de apartamentos en la que viven todos los personajes, para así convertirse en la maestra titiritera que mueve a sus muñecos a su antojo, manipulándolos y coaccionándolos, especialmente a Alison, a la que tenía entre ceja y ceja desde el principio y con la que luchará por conquistar el corazón de Billy (que mira que tenía cara de tontín el pobre...). Este caramelito de personaje cayó en manos de Heather Locklear, que apareció como Special Guest Star hasta el final de la serie, yo no tengo ningún título de inglés, pero sé lo poco de special y mucho menos de guest que tenía esta mujer tras siete temporadas en la serie. Yo estoy seguro que fue algún tipo de exigencia de la Locklear para sentirse especial e importante y aparecer al final de los títulos de crédito, la única que no lo hacía "in alphabetical order". Muy grata fue también para todos los espectadores que seguíamos la serie la aparición de la insoportable hermanita de Jane, Sydney Andrews (Laura Leighton), que siempre estaba ocasionando problemas, por no decir dando pol cacas, y que por su complejo de inferioridad respecto a Jane incluso se cepilló a su marido, al principio sólo para fastidiarla... Y, para terminar, otra pelirroja peligrosa la Dra. Kimberly Shaw (Marcia Cross), la compañera y concubina de Michael, cuya evolución como personaje dará algunos de los momentos más estelares del culebrón: aparatosos accidentes de coche que la daban por muerta, activación de bombas en el edificio, pelucas, posesiones demoníacas, más pelucas, cáncer... el personaje con el que todo buen guionista de culebrones querría dar...

Los personajes pasaban verdaderas montañas rusas emocionales, algunos pasaban de ser encantadores a ser verdaderas víboras de una temporada a la otra. Podríamos decir que todos los personajes de la serie pasaron por alguna fase oscura en la que tomaron decisiones equivocadas y moralmente muy cuestionables; incluso los más pepones como Billy, Alison, Jane y Matt tuvieron su momento mezquino. De la misma manera, los malos malísmos como Michael, Amanda, Sydney o Kimberly (curiosamente más bichas que bichos, las mujeres siempre resultan unos personajes malvados más interesantes, fijémonos en Disney, tiene estupendas villanas y muy pocos y menos recordados malvados) también tenían sus momentos de redención, cuando pasaban por algunos dramas personales que los humanizaban y hacían que empatizáramos con ellos. No sé si fue a partir de la cuarta o quinta temporada que los guionistas ya le tenían bien cogido el punto a los personajes y habían creado unas buenas dinámicas entre ellos, y por ello los diálogos empezaron a subir de tono y a dar verdaderas perlitas para la posteridad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dovith
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