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Críticas de Cinema Fulgor
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6
24 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lo que nos salva de esas amarguras de la vida, de esperar la muerte, es esa posibilidad que tenemos de reirnos de nosotros mismos y de nuestros problemas”. Rafael Azcona

La película lleva a la pantalla una obra del mismo título, cuya elaboración, terminación y publicación fueron tan rocambolescas, que casi exceden la fantasía contenida en el relato. La realidad muchas veces supera a la ficción, y es que los personajes reales que rodean la novela y la película tienen al menos tanto interés y son en algunos casos tan estrambóticos como los que aparecen en la película,

El guión se basa en una novela publicada en 1924, iniciada por Emilio Carrere, un bohemio de los que aparecen en Luces de Bohemia de Valle Inclán, que la entregó desordenada e incompleta a la editorial Viuda e hijos de Sanz Calleja, la cual encargó que la ordenase y completase a su corrector de estilo, Jesús de Aragón, que comenzó así una carrera literaria, escribiendo libros de fantasía y aventura, que le llevaron a ser conocido como el Julio Verne español.

El director de la película, Edgar Neville, que, además era diplomático, escritor y autor de obras de teatro es otro personaje de gran interés, que había trabajado en Hollywood. Al comienzo del cine sonoro hubo un problema con los diferentes idiomas, ya que aun no se había generalizado el doblaje. En un primer momento los estudios de Hollywood rodaron spanish talkies, esto es, las versiones en español de las películas en inglés para distribuirlas en lugares de habla hispana. Allí Edgar Neville no solo dirigió varias spanish talkies, sino que trabó amistad con gentes como Charles Chaplin. Llegó a interpretar a uno de los guardias de la porra de los que se zafaba hábilmente Charlot entre las risas del público y frecuentó las fiestas de William Randolf Hearst, al que Orson Welles inmortalizó en Ciudadano Kane. Edgar Neville además pertenecía a lo que se ha comenzado a conocer como la “otra” generación del 27, la de los humoristas, y junto con Miguel Mihura y Tono había fundado la revista La Codorniz.

José Santugini se encargó del guión adaptado. Escribía cuentos, que publicaba en revistas de humor, nunca en libros, había dirigido una película y elaboró después varios guiones, en particular en colaboración con Ladislao Vajda. Puede considerarse como el antecesor del gran Rafael Azcona, que también escribió para revistas de humor.

Félix de Pomés, que interpretó el papel del fantasma elegante del aristocrático don Robinson de Mantua había sido jugador de fútbol, entre otros equipos del Español de Barcelona antes de que se iniciase el campeonato de liga y esgrimista olímpico, llegando a obtener un diploma en la olimpiada de Amsterdam de 1928. Luego fue periodista y actor de cine mudo en Alemania y de cine sonoro en las primeras películas sonoras que se hicieron en español, habiendo sido uno de los actores españoles más populares durante la República.

Y no, aunque entiendo que la mención a los judíos como creadores de un submundo secreto debió proceder de las consejas y cuentos populares, que tan bien debió conocer Emilio Carrere, cuentos que imaginaban tesoros escondidos en lugares secretos por los judíos cuando marcharon de los reinos de España con la esperaza de recuperarlos cuando volviesen, no he podido ver esta película sin recordar que, mientras se rodaba, millones de judíos, muchos de familias originarias de España, miles de ellos hispanohablantes, del español ladino, estaban siendo sometidos al holocausto y también estaban siendo exterminadas las personas con deformidades físicas para preservar la pureza de la raza.

Lo que más me ha gustado de la película ha sido la parte más costumbrista, en especial la que se desarrolla entre la sala de fiestas y el restaurante y es que, para género fantástico para el público español de mediados de los cuarenta, el de los menús que se zampaba la mamá de la artista a costa del ingenuo y bondadoso protagonista. Creo que su principal interés es que puede ser una puerta de entrada a ese submundo lleno de interés arqueológico, con partes amputadas, como la Venus de Milo que tanto gusta a don Robinsón de Mantua, que es el cine español de las décadas de los 30 y de los 40.

En cualquier caso, la película, probablemente considerada como pecata minuta por la censura, producida por su propio director en la totalitaria España de la época, parece ser un verso suelto al margen del ideal que quería imponer un pensamiento único. Ese humor, muchas veces amargo, absurdo, tierno en ocasiones, lleno de mala leche las más, negro o muy oscuro por sucesor de la esperanza (la esperanza no es lo último que se pierde), inspiró a la revista La Codorniz y a las grandes películas que se habían de estrenar en la década siguiente, y habría de convertirse en el mejor o en el único medio para expresar la crítica la hipocresía dominante, para responder con una pedorreta a las fanfarrias imperiales y a las letanías del nacionalcatolicismo, para defender al individuo de las doctrinas y consignas oficiales y fue último refugio frente a la realidad durísima de la posguerra, que muchas veces era aun más absurda que el humor de los chistes de Tono.
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Cinema Fulgor
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9
20 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Gobierno es muy irresponsable cuando reduce los gastos para la sanidad de los pobres”

Dividida en dos partes, con su intermedio para cambiar rollos, a la antigua usanza.

Como dice uno de los médicos del hospital, Niide (Barbarroja) no solo examina los cuerpos de los pacientes, sino también sus corazones. En realidad la historia principal de la película es el proceso de curación moral del enfermo Yasumoto, guiado con sabia mano por Niide.

Barbarroja, mesándose la barba para ocultar su timidez dispone de las mejores cualidades que puede reunir un hombre, y por ello, y solo por ello, ejerce legítimamente una autoridad que se basa en el prestigio. Es muy exigente consigo mismo (Yasumoto, si alguna vez me vuelvo arrogante, recuérdame lo de hoy), pero sensible e indulgente con las debilidades ajenas; sabe respetar lo que es sagrado, como cuando dice a Yasumoto que no hay nada más solemne que los últimos momentos de un hombre, es muy duro con los poderosos, como el rico y perezoso glotón (No hace otro ejercicio que mover los palillos para comer) o el padre comerciante de la mantis (cómo le pone en su sitio), avaricioso con los avariciosos y orgulloso con los serviles (todo médico ha de saber escuchar a la gente rica), pero humilde, servicial, bondadoso y sensible con los humildes, (Mi padre ¿Sufrió cuando murió? -No. Murió en calma -Menos mal. ¡Menos mal! De lo contrario su vida habría sido demasiado cruel), o su comprensión ante un primer amor (aun no sabe qué hacer con su amor. Algún día sus sentimientos se extenderán a otros), primer amor que es presentado con mano maestra por Kurosawa en el momento en que Otoko zurce su kimono ataviada con la capa de Yasumoto, pues no dispone de otra ropa.
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Cinema Fulgor
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10
18 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier aficionado sabe (y siente) que lo esencial en el cine es la imagen. El cine nació mudo y
llegó a ser un arte siendo mudo. Actualmente podríamos ver una película en su versión original sin
subtitular en un idioma que no conociéramos y, sin embargo, disfrutar de ella y entender una buena
parte de su argumento, porque en el cine quien nos habla en primer lugar es la imagen.
Sólo unos pocos elegidos son capaces de dar un paso más y conseguir ese hechizo que
inevitablemente se produce cuando lo esencial pasa de lo que se ve a lo que no se ve. Víctor Erice
es uno de ellos.

El sur que da título a la película pertenece mucho más a la geografía emocional que a la de los mapas y su portentosa encarnación es Rafaela Aparicio (qué real, qué llena de vida hace esa escena en la que queda a solas con Estrella en el dormitorio de ésta) y tiene el contrapunto de la abuela, seca incluso en el norte, reservada y fría, representación de los que mandan ahora porque son los que mandaron siempre.

Y para la historia del cine universal la que creo que con 2001 de Kubrik es la mejor utilización de una composición musical del repertorio clásico en el cine. Ya nunca podré escuchar la danza española número 5, andaluza, del catalán Enrique Granados, sin evocar la emoción que me produce su aparición en El sur, viendo cómo Estrella abre la caja de puros y mira y analiza al detalle (una vez más) cada una de las postales guardadas en ella.
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Cinema Fulgor
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10
18 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Hermoso y blanco el huevo de la serpiente. Sucio y gris el huevo del gorrión. El gorrión decidió empollar el huevo blanco. El huevo se rompe y sale una serpiente. La serpiente devora al pájaro. ¡Pájaro estúpido!”

Un anciano señor feudal, que ha sido un sanguinario durante toda su vida, un auténtico jinete del apocalipsis, cuando cree que ha pacificado su feudo porque ha aplastado a sus enemigos, decide retirarse y repartir su señorío entre sus hijos, de quienes espera una convivencia pacífica, porque el mundo que necesita su ancianidad debe tener pocos sobresaltos. Desde el primer momento comprobará que las cosas no habrán de resultar como él, llevado por un ciego orgullo, había creído. La ancianidad no trae consigo la sabiduría, nos viene a decir el anciano Akira Kurosawa. El orgullo es más fuerte que la experiencia y uno ha de pagar más tarde o más temprano por todo el mal que ha causado. Si él ha sido ambicioso y cruel, la ambición de sus hijos habrá de ser más fuerte que el respeto a su padre, a quien acabarán humillando y tratando con crueldad, una vez privado de poder material por su voluntaria, optimista y negligente renuncia. El poder no solo corrompe, sino que también ciega y el bien no puede edificarse sobre el mal.

Alrededor de esta historia, inspirada solo en parte en El Rey Lear, y a sus setenta y cinco años, Kurosawa, como en cada una de sus películas, se reinventa a sí mismo de nuevo, hace una obra de arte y aporta todo un rosario de novedades, cuidando, en esta superproducción, como si fuese una película intimista, de cada detalle. El resultado es un prodigio y un regalo, considerado por el propio Kurosawa como la mejor de sus películas.

Todo encaja, todo armoniza. La belleza de las imágenes, a veces muy duras, la exquisita elección del vestuario y del atrezzo, la fuerza del guión, la grandeza de los personajes, en sus bondades y en sus maldades, en sus miedos y en sus valores. El tiempo es algo muy subjetivo. Un spot publicitario de menos de un minuto puede hacerse eterno y una película de más de dos horas y media puede pasar en un suspiro. Por otra parte el bufón Kyoami, inspirado también en el de El rey Lear, es esencial, tanto como válvula de escape, que libera tensiones, como en su función de pequeño orificio de entrada a la luz de la verdad, y aun de las reflexiones que los acontecimientos van provocando, y la escena en la que se plantea abandonar al anciano es soberbia
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Cinema Fulgor
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8
17 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sala de juicios de un tribunal extranjero. Ante un juez es conducido un niño de unos diez años esposado y asistido por una abogada; en contra de lo que parece en un primer momento, no lo hace como acusado, sino como demandante....Los demandados son sus padres. El juez pregunta al niño por qué comparece esposado. El niño contesta que está en prisión porque apuñaló a un hijo de puta.

A partir de este momento, sin respiro ni concesión, Nadine Labaki muestra una historia, la del niño, Zain, tan dura como bella. Puesto a prueba desde muy pequeño (ni tan siquiera conoce su edad), no se limita a luchar por su propia supervivencia, sino que vela, primero por una de sus hermanas, luego por un niño menor que él, en circunstancias heroicas. Angustia, agotamiento, valor y miedo, desamparo, supervivencia de bárbaras costumbres, negación de su identidad. El heroísmo de Zain no se limita al hecho de salir vivo de tantas circunstancias adversas, sino que lo hace con una generosidad que emociona. Pero Zain también se plantea preguntas: ¿Realmente merece la pena
todo ese sufrimiento?

Rodada con pocos medios, pero con una maestría que no necesita más (en particular el montaje y la música me parecen muy destacables) y con unas interpretaciones excelentes (Zain al Rafeea es todo un descubrimiento) uno se plantea si no hay en Cafarnaúm muchos elementos de aquel neorrealismo italiano que nos legó una prodigiosa generación de profesionales del cine. Ciertamente, si así fuera, participaría de los rasgos más amargos de aquella escuela, hay muy poco optimismo en Cafarnaum.

En la lucha frente a la adversidad el ser humano puede alcanzar una noble grandeza o llegar a una penosa degradación, e incluso recorrer a lo largo de su vida el camino que va de la una a la otra. La primera es admirable, pero no por ello deja de desarrollarse a partir de una situación brutalmente injusta y las fuerzas no son ilimitadas. En un momento de la película, en un impresionante picado, vemos amontonados durante la noche a los numerosos hijos de la familia, mientras suenan los jadeos de los padres haciendo el amor. ¿Es legítimo acarrear nuevos seres humanos a esa vida miserable?

Sin adelantar nada, no puedo dejar de señalar que el final de la película es un bellísimo regalo para el espectador
Cinema Fulgor
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