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Críticas de Chris Jiménez
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Críticas 2.180
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ponernos los pelos de punta con "Tiburón", de hacernos ver a los extraterrestres de una manera distinta gracias a "E.T.", de ofrecernos una de las mayores aventuras de todos los tiempos con "En Busca del Arca Perdida", muchísimo antes de volvernos locos con los dinosaurios con "Jurassic Park", el hombre que se convertiría en el nuevo mesías de Hollywood debutaba en los cines con esta melodramática "road movie" basada en hechos reales.

En efecto, en 1.969, la joven de 21 años Ila Fae Dent emprendía junto a su marido Robert una viaje por carretera con destino Texas para ir a ver a sus dos hijos, a cualquier precio, y con el patrullero Kenneth Crone de rehén. Una peripecia de amargo final que puso en jaque a toda la policía tejana y que hizo de los dos chicos unos auténticos héroes (bueno, los americanos han tenido por costumbre convertir en héroe a todo aquel que vaya contra las fuerzas de la ley...y más si hablamos de los '60).
Spielberg, sin embargo, nos habla de Lou Jean Poplin, una alocada chica a la que no se le ocurre otra cosa que preparar la fuga de su marido Clovis, a quien aún le quedan cuatro meses de condena, para ir de Texas a Sugarland, donde su hijo Langston vive con una familia adoptiva. Seremos testigos de cómo la pareja convierte la fuga en un dolor de cabeza para toda la policía del Estado y los periodistas en un espectacular y sensacionalista circo mediático...pero todo sea para recuperar a su retoño.

Spielberg comenzó su prometedora carrera cinematográfica con este hecho real que le enterneció el corazón tras acabar su contrato para la televisión al dirigir el piloto de la serie "Savage", con Martin Landau de protagonista. El director pidió a los productores Richard D. Zanuck y David Brown que le ayudasen a financiar este proyecto para debutar en cines, y es verdaderamente curioso lo mucho que se distancia de las primeras obras realizadas por él. Qué demonios, ¿quién diría que "Algo Diabólico" pertenece al mismo tipo que más tarde hiciera "E.T."?.
Aunque centra la acción del film en el mismo escenario, al igual que en "El Diablo sobre Ruedas", el único parecido que se le puede achacar es ese, que cada historia se desarrolla en plena carretera, con una huida como motor de la acción. No obstante, la del espeluznante camión que mantenía aterrorizado a aquel pobre hombre durante todo el metraje parecía más una obra de Tobe Hooper o John Carpenter (en cierto modo "Christine" recuerda a aquella), nada y menos que ver con "The Sugarland Express".

Esta "road movie" no presenta un ritmo frenético o vertiginoso pese a contener algunos momentos de pura acción. Lo que hace Spielberg es abrazar el profundo melodrama, casi de corte familiar, cruzado con gotas de romance y simpática comedia, destacando ciertos aspectos que, de algún modo u otro, estarían presentes en su filmografía posterior. Por otro lado pone de manifiesto un claro sentimiento contracultural, quedando patente en qué época está rodada la película, ridiculizando del mismo modo tanto a las fuerzas vivas del orden como a los medios televisivos (se ve que Spielberg salió con algún rencor guardado de allí...), las cuales se aprovechan como buitres de la situación de los jóvenes.
Más que en ningún otro estilo, la película se ancla en una tradición muy americana: la de los amantes fugados y en contra de la ley. Pero el director juega con las claves de este cine, pues la pareja Clovis y Lou Jean Poplin están muy lejos de ser los Doc y Carol McCoy de "La Huida" o el dúo protagonista que da nombre a "La Indecente Mary y Larry, "el Loco" ". Los chicos de "The Sugarland Express" no han robado un banco y ni les persiguen por homicidio ni son hostigados por asesinos a sueldo; su intención, que no es otra que la de volver a tener a su hijo Langston con ellos, es bastante noble y pura, pero los reveses del destino les han empujado a actuar de esa forma. Por eso, al final, todos les quieren y les consideran héroes.

El cineasta se sirve de unos actores tan solventes como Ben Johnson, Michael Sacks y Gregory Walcott, secundando a la jovencísima e histérica Goldie Hawn, a la que normalmente no aguanto, así que imaginen aquí, que me puso los nervios de punta con tanto grito y convulsión. Pero por mucho alarido que pegue no supera la más comedida y sin embargo magistral actuación de William Atherton.
Comedia, amor, acción y mucho drama aseguraron a Steven Spielberg el comienzo de una longeva y muy fructífera carrera, citando muchos a "The Sugarland Express" como "uno de los más excepcionales debuts de la Historia del cine".
Chris Jiménez
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2
16 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría haber servido de título para la secuela del clásico de Donner, sin embargo es el de mi crítica, y si os parece estúpido imaginaos lo estúpida que será la película a la cual va dirigido...
Preparaos para viajar al interior de un cementerio maldito junto a cinco chicos cuyo premio por salir vivos será un tesoro ancestral. El despropósito está servido.

Y es que el tiempo de Lamberto Bava, así como de otros directores italianos dedicados al género del terror o lo fantástico, estaba presto a acabarse en aquellos '80, a los que poco les quedaba ya de existencia. El buen hombre lo sabía, y tras estrenar en cines el correcto aunque no demasiado original "giallo" "Crímenes en Portada", decidió pasarse a la televisión, haciendo un trato con los ejecutivos de Reteitalia, Massimo Manasse y Marco Spina, para estrenar una serie por cable que incluyera cuatro films con la ayuda de del mítico Dardano Sacchetti al guión junto a él.
Esta "Disturbios en el Cementerio" fue la primera de las cuatro producciones, seguida por "Efectos Sobrenaturales", "El Ogro" y "Cena con el Vampiro". Películas con las que, de algún modo, Bava parodiaba el género que le había hecho famoso incluyendo en cada una todos los clichés referentes al tipo de historia que se contaba.

En la que nos atañe tenemos al típico grupo de chavales adolescentes con las neuronas fuera de sí, pasotas, rateros, payasos pero, sobre todo, muy leales: Robin, el listillo del grupo que se cree que tiene soluciones para todo; David, el sarcástico e impulsivo que va de cómico; Tina, la aguafiestas que se asusta constantemente; Johnny, el nervioso y torpe que está ahí para soltar alguna que otra frase graciosa y Micky, la chica guapa sin mucho cerebro pero que al final es más de lo que aparenta.
Pues esto cinco jóvenes, sanos y en la flor de la vida, no tienen otra cosa que hacer que ir a parar a una siniestra y vieja taberna situada cerca de un cementerio gótico y aceptar la apuesta que les hace el camarero del lugar: aguantar toda la noche en las tumbas malditas subterráneas, y si lo consiguen se llevarán como premio un gran botín. Todos de la mano, y sin tener ni idea de que acaban de entrar en un terrorífico mundo que va más allá de la lógica, se disponen a vivir una aventura que ni la de los Goonies.

Parece mentira que esta chaladura la firme Lamberto Bava, el hombre que empezó su carrera con "Macabro" y luego nos dio la memorable "Demonios"...y encima junto a Sacchetti. Una cosa es querer hacer una parodia del género de terror y otra hacer una cutrez sin gracia ninguna, porque "Disturbios en el Cementerio" es eso, la típica película de terror y aventuras para adolescentes que tan vista y oída estaba ya en los '80; los diálogos son a veces de vergüenza ajena y la originalidad en el argumento brilla por su ausencia, aunque es interesante el detalle de que unos chicos decidan jugarse la vida en unas catacumbas malditas por un tesoro.
Lo que el director sí sabe hacer es crear la atmósfera de cuento de terror que posee la película: oscura, extraña y sobrecogedora, trayéndonos recuerdos de la que Fulci ideó en "El Más Allá" y con ese aroma tan de Carpenter o Craven, tan de los '80. Eso es lo que se lleva la mejor parte, que haya momentos como cuando Tina y Robin entran al lugar donde se da la cena de los seres desfigurados, cuando este último cae al pozo donde está ese ojo monstruoso o cuando el camarero se arranca la piel de la cara y revela su identidad; desde luego, si Bava hubiera contado con un presupuesto mayor y más ganas a la hora de hacer el guión, se habría podido sacar una jugosa propuesta. Y vaya protagonistas que tenemos.

Para mí que Gianmarco Tognazzi es gilipollas de verdad, Gregory Thaddeus odioso a más no poder, a Beatrice Ring no se la cree ni su padre, y que se las quiera dar de Kristen Parker (la prota de la 3.ª parte de "Pesadilla de Elm Street") no mejora las cosas, de Lea Martino lo que sabemos es que tiene un buen culo. El mejor, Karl Zinny, quien ya salió en "Crímenes en Portada", en el papel de David. Por otra parte tenemos al gran Lino Salemme haciendo de ese espeluznante camarero y al mismo Lamberto Bava encarnando al dueño de la tienda.
A mí me recordó a la película que se mostraba en el cine en "Demonios", donde también aparecían unos jóvenes entrando a un cementerio (...no, si tampoco se esforzó mucho en pensar el director). Lo curioso es que en el mismo año, Lucio Fulci se sacaría de la manga "Los Fantasmas de Sodoma", una producción más o menos igual de cutre y con el mismo argumento que la de Bava (¡hasta las portadas son clavadas!), aunque la de éste es más imaginativa, todo hay que decirlo.

Bueno, piénsenlo bien antes de pasar más de 90 minutos contemplando esta gran tontería sin encanto ni nada de nada, y con un final tan malo de esos que desearías que nunca hubieran existido...
¿lo idearían así a mala leche o sería síntoma de algún lapsus mental transitorio?
Chris Jiménez
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7
4 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta tercera entrega de la saga iniciada por Andrew Lau y Alan Mak nos despedimos finalmente de esos hombres hundidos sin remedio en un mundo de corrupción, mentiras y traiciones, los infiltrados.
Ya fuimos testigos del enfrentamiento entre Lau y Chan, y conocimos el pasado de éstos, pero todavía quedan muchas cosas por descubrir.

"Infernal Affairs III" se conforma a modo de extraña precuela/secuela dividida en dos arcos temporales intercalados donde nos disponemos a saber más del pasado de Chan como topo en las Tríadas y de las consecuencias que traerá su muerte a la agencia policial de Hong Kong y, sobre todo, al inspector Lau:
-En el primer arco vamos atrás en el tiempo, cuando Chan trabaja activamente y encubierto bajo el mando de Hon Sam, quien se ha convertido en un despiadado jefe mafioso tras la muerte de Wing-Hau, reemplazándole como principal, y tras perder a su esposa Mary; Chan informa de todos los pasos de Sam al ya superintendente Wong y es obligado por este último a seguir terapia en la consulta de la guapa psicóloga Lee, de la que se enamora al instante.
-En el segundo nos desplazamos hacia delante, cuando Chan, Sam y Wong ya han sido asesinados, regresando Lau a asuntos internos. Su objetivo será el de convertirse en un honrado policía desenmascarando a los otros topos que hay en el cuerpo, investigando principalmente a Yeung, que ha conseguido alcanzar una posición de poder dentro de la policía, aunque también librará una batalla en el interior de su subconsciente, que le hará confundir su realidad y su propia identidad con la de Chan.

Rodadas prácticamente al mismo tiempo, esta tercera y última entrega no tiene nada que ver con la segunda, que poco éxito cosechó entre aquellos que salieron encantados de ver la original (aunque a mí me gusta, la verdad). La anterior, aun dándose los típicos trapicheos y asuntos entre mafiosos y policías que ya todos nos conocemos, parecía más abocada al drama, donde veíamos a esos jóvenes infiltrados absorbidos por la decadencia y la violencia del submundo en el que se habían introducido, cambiándoles por completo.
Ahora damos de lado el pasado de los protagonistas, a la vez que Sam y Wong quedan relegados a un segundo plano, en favor de un mayor enfoque sobre los acontecimientos cercanos relativos a Chan y Lau. Mientras descubrimos la arriesgada vida que tiene que soportar el primero a las órdenes de Sam y su amorío con Lee asistimos a la transformación del segundo a raíz de que decida ser un honesto policía y capturar a los infiltrados. Lo más interesante de esta entrega es que los directores le dan una atmósfera de extrañeza que a veces raya límites surrealistas, y lo dejan claro esos momentos donde la mente de Lau se derrumba adoptando la personalidad de Chan.

Este equilibrio entre cruda realidad y cine de corte experimental le otorga sin duda un toque llamativo al film, estando presentes las grandes dosis de violencia, drama, humor casual y ese sentido de la moralidad, justicia y alianza que siempre se halla en el cine hongkonés de policías e infiltrados.
Retornan los grandes Tony Leung, Andy Lau, Anthony Wong y Eric Tsang a sus respectivos papeles, junto a Kelly Chen, Carina Lau, Chapman To y Edison Chen y Shawn Yue, que aparecen un momento; hasta tenemos al veterano Waise Lee en un rápido cameo (el topo de Sam al que Yeung dispara en su oficina, hacia el principio). Buenísima también la banda sonora de Chan Kwong-Wing, la fotografía de Lau y Ng Man-Ching y ese montaje trepidante del genio Danny Pang, director la mítica "Bangkok Dangerous" (me refiero a la tailandesa, no a la gilipollez que protagonizó Nicolas Cage).

Algo mejor que la segunda, sin igualar ni superar a la original, claro está, pero creo que Andrew Lau y Alan Mak cierran el círculo decentemente. Suena por última vez "Forgotten Times", de Tsai Chin, y no sé los demás, pero yo sí que echaré de menos acompañar a estos torturados infiltrados en sus aventuras y misiones por las calles de Hong Kong.
Un detalle de interés: en la penúltima escena donde vemos a Lau en la silla, tras recibir la visita de su ex-esposa, realiza un extraño movimiento con el dedo...está pidiendo ayuda en código morse...
Chris Jiménez
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7
3 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"一下子", cuyo significado es "en un abrir y cerrar de ojos" o "rápido y con violencia", sería la descripción perfecta de la aventura que nos aguarda...
a quemarropa y sin miedo, cerebro ni sentimientos, contra todo lo que haya delante.

Después de soportar una codirección para "Twin Dragons" con su colega (luego no muy apreciado) Tsui Hark, que sin embargo terminó siendo uno de los films más taquilleros de 1.992, el sr. Ringo Lam querría seguir en esta misma tónica de ofrecer entretenimiento para alejarse de los muchos problemas que le ocasionaban sus obras más comprometidas, costándole amenazas de muerte desde las Tríadas o sectores políticos corruptos. Desde luego este deseo, al unirse de nuevo con su colaborador Yin Nam y crear el guión de "Full Contact", se cumpliría con creces.
Atención a los detalles que van emergiendo. Un trío de delincuentes atraca una joyería en el centro de la ciudad; Frankie Chin de gigante subnormal, Bonnie Fu de zorra repulsiva y el líder es el Simon Yam más loco de toda su carrera, en un homosexual sádico que se enciende un cigarro con una llama que le sale de la yema del dedo y apuñala en el pecho a una dependienta, mientras los otros dos acorralan a víctimas inocentes y se lían a tiros en las calles como si estuvieran en el salvaje Oeste. El que se alza como uno de los mejores prólogos de la Historia del cine ya nos mete en las fauces de una jungla de asfalto donde la inmisericordia es la carta de presentación.

Y esto, entre los créditos iniciales, lo rematará la explosiva Ann Bridgewater, quien al son de "Get the Funk Out" restriega sus muslos por la ardiente pista de un pub atestado de humo y gente de la peor calaña. ¡Así es como se debe empezar una película de acción, demonios! Entre esta gente se halla Go-Fei, un Yun-Fat Chow de macarra motorista con el nivel de chulería y arrogancia elevado al 4.000%, no dudando en ir a liberar a su amigo Sam (un Anthony Wong muy patético) de las garras del cruel mafioso de turno a patada, navajazo y ostia limpia. Han pasado 12 minutos de metraje y esto se siente como una inyección de ácido mezclado con pólvora en vena y sin avisar.
Contundente declaración de intenciones. Lam ya no apela a esa crítica que llevaba a sus historias a regiones oscuras de la sociedad hongkonesa, ni se preocupa por matices políticos, ni siquiera se molesta en elaborar personajes complejos. Es la válvula de escape que necesitaba, una conjunción malencarada de todos los clichés de la acción palomitera de la época, abandonada a la hiperestilización de la puesta en escena, la fuerza del ritmo sin el uso de coherencia o lógica, la violencia despiadada e inhumana, la interpretación sobreactuada (hasta la náusea en algunos casos) y la celebración de la atemporal mitología de un género: el de criminales.

Y es que la conexión más directa se encuentra entre las páginas del inefable maestro del mismo, Donald Westlake, pues Nam transcribe la sangrienta venganza que el ladrón Parker llevaba a cabo en "The Hunter" al imaginario hongkonés de los '90, donde Chow se endurece y deprava para convertirse en otra versión del Lee Marvin que ya dio vida a aquél en la adaptación de 1.967. Aquí también, este Parker/Go-Fei es traicionado por el primo de Sam (el mismo Yam, el "Juez") y sus descerebrados compinches durante un robo de armas que ya desde el principio sabemos que no va a salir bien.
El chino nos arrolla con su furia a través de un festival de tiros, persecuciones, explosiones y peleas en esa Hong Kong hecha escenario de guerra; un "Lam on Fire" que se regodea en su afán por la destrucción material y el asesinato sin remordimientos. Aquí es que no hay un gramo de cerebro. Y así de fácil somos atrapados, en esta explotación de estereotipos, sólo por sádica diversión, bruto nihilismo y ego masculino herido; su potencia visual heredada del cómic y lo escandalosamente ridículo de los diálogos (las sentencias de Chow a Yam cuando éste flirtea con él...), escritos como por un Shane Black borracho, hacen el resto.

En esa explotación entra la del argumento, claro. El mismo que el de la obra de Westlake. Engaño, falsa amistad, venganza. El delincuente peligroso (aquí de buen corazón) es traicionado y desaparece sin dejar rastro, pero se arranca las balas de la piel, se sacude el polvo, practica su puntería con botellas (¡es que ni esto falta!) y regresa a enfrentarse con los imbéciles ruines que le dieron por muerto. Su chica se ha echado a los brazos de otro, si bien el guión arrebata a Bridgewater un protagonismo que merecía por pleno derecho, en lugar de concedérselo al traidor Sam o a la asquerosa de Fu.
Cada uno de los movimientos de estos ásperos personajes es predecible horas antes de suceder, por lo tanto la trama, que va de duelo en duelo, se dirige a un final transparente...sin embargo no importa qué se cuenta sino qué se muestra y cómo, y el director tiene a su cargo un equipo de diseñadores de arte, operadores y creadores de efectos especiales que hacen de la experiencia un deleite visual y sonoro, imparable de ritmo y movimiento, y sin la necesidad de los bellos artificios de su colega John Woo (ya le hubiera gustado a él elaborar una secuencia como la del duelo climático en el pub, con las cámaras siguiendo la trayectoria de las balas...).

"Full Contact" está plagada de muchos clímax, y en ellos la acción se eleva poco a poco hasta llegar a un cenit atolondrante, con mucha explosión y salpicadura de sangre, caricaturizando la locura del sadismo criminal. ¡Qué hazaña "pulp" de fuego, pólvora y barro la emprendida por este "leemarvinizado" Chow, enfrentado a tal cantidad de peligros sin despeinarse (literalmente)!
Pero el púbico no respondió bien, tal vez por no querer ver a la estrella en un rol tan despiadado, alejado de sus simpáticos héroes. Aun así seguirá siendo una joya del género y la época, rematada con ese plano del héroe marchando en moto entre llamas y lluvia y "The World is Crazy" atronando de fondo. LEGENDARIO es poco.
Chris Jiménez
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9
3 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay algo más importante que el dinero? Para muchos no.
El dinero es lo que mueve el alma vil y corrupta del ser humano, lo que hace a este tener esperanzas y construir el proyecto de una vida mejor.

Se dice que el hombre debe creer en Dios, y es verdad que cree...pero no por fe, sino porque está escrito en cada billete de dólar. Esta es la creencia que siguen a pies juntillas los protagonistas de esta peripecia la cual nos lleva a conocer los límites que toda persona puede cruzar cuando es el dinero lo que está en juego. Para Carter McCoy, quien ha cumplido cuatro años en la prisión de Texas por asalto a mano armada, no hay más ambición que esa; libre gracias a su novia Carol, ha podido evitar una condena de diez años, pero eso no le impide volver a la acción.
"La Huida" fue la primera obra del maestro de la novela negra Jim Thompson trasladada a la gran pantalla, del cual luego se han adaptado "El Asesino está en Mí" y "Hasta la Noche, mi Amor". El productor David Foster se hizo con los derechos del libro e instó a un Steve McQueen en pleno apogeo que lo leyera, quien entusiasmado pensó en interpretar al protagonista; más tarde, productor y actor se buscaron a Peter Bogdanovich para la dirección y el propio Thompson en la concepción del guión. Pues uno por fallos de negociación y otro por diferencias creativas fueron echados por McQueen (un actor de carácter que las gastaba bien), así que el actor optó por fichar a Walter Hill, posterior director de "The Warriors", para el argumento, y a Sam Peckinpah, con el que ya había colaborado en la poco exitosa "El Rey del Rodeo", para la dirección.

Hill modificó la historia original (sobre todo el final tan extraño que se inventaba el autor en el libro cuando la pareja llega a ese imaginario pueblo mexicano de mala muerte) dándole más acción, y McQueen no pudo dar mejor en el clavo escogiendo a Peckinpah, ya que el estilo visceral y salvaje de éste encajaba a la perfección con el de Thompson, cuya literatura ha sido considerada siempre la más brutal (más incluso que la de Westlake o Hammett).
El responsable de su excarcelación, Beynon, necesita que le devuelvan el favor, así que convierte a la pareja en sus socios y organiza un lucrativo y fácil atraco junto a dos tipos más, un atraco que tiene que salir a la perfección y sin heridos donde la cifra del botín (se supone que) alcanza los 750.000 dólares...pero, como ya sabemos, no todos los robos salen bien, y para McCoy este ha salido de puta pena. El que haya muerto un guardia de seguridad no es nada comparado a la huida que tienen que emprender los novios hacia Mexico con la policía, los hombres de Beynon y el puñetero psicópata Rudy Butler pisándoles los talones.

"La Huida" nos sumerge en una aventura que hace trizas la ética y la moral del ser humano donde éste se nos presenta como un animal salvaje (recordemos los primeros planos del film) sólo con el interés y la venganza como incentivo para su vida. El ritmo de la película es trepidante, consiguiendo el director elaborar un "thriller" de acción con aires de "western" (tiene mucho de "Grupo Salvaje") y "road movie", duro, sin concesiones, seco como el cine de Siegel, descorazonador y repleto de perdedores a la deriva como el de Huston y agresivo y directo a la yugular con ese distintivo toque del cine de los '70, el mismo que poseían "Fuga sin Fin", "French Connection" o la posterior "Ruta Suicida" de Eastwood, por poner ejemplos cercanos.
Mientras, seguimos a los protagonistas en una carrera contrarreloj donde serán perseguidos sin tregua, dos forajidos de la escuela de Bonnie y Clyde obligados a sobrevivir y a mantener viva la confianza y el amor, que se desmorona por momentos, en un mundo dominado por la corrupción, la maldad y la inmoralidad (lo mismo que hace la pareja de "Perros de Paja" y "Quiero la Cabeza de Alfredo García"), de hecho así lo afirmará el personaje que interpreta Slim Pickens, y donde de paso seremos testigos de algunas de las más excitantes secuencias jamás filmadas en la década (contando las muchas persecuciones o el enfrentamiento final en el hotel). Los personajes poseen los mismos rasgos que los de las novelas de Thompson, y Steve McQueen borda el de McCoy, el típico tipo duro que ni se anda con rodeos ni pestañea a la hora de matar, a la altura del Parker de las novelas de Westlake.

Es decir, el antihéroe por excelencia del cine clásico, de ese que ya no se ve hoy día (ningún héroe de acción actual freiría a ostias a una mujer ni diría a un niño que le va a romper los huesos), teniendo Peckinpah la habilidad de definir muy bien a estos personajes. Y aunque McQueen está que se sale no hay que olvidar a la guapa Ali MacGraw (que entablaria un idilio con el actor en el rodaje casándose poco después) logrando una gran química con él en pantalla, ni las impresionantes actuaciones de Al Lettieri como el loco de Rudy, Ben Johnson y Sally Struthers, todos al límite bajo el mando de un realizador cuyos rodajes han sido siempre de todo menos un remanso de paz (no iba a ser el de "La Huida" diferente, por supuesto).
Aun así, pese a la gran cantidad de problemas durante su filmación, podemos hablar de esta película, sin temor a equivocarnos, como uno de los "thrillers" más cínicos, tremendistas y sobre todo brillantes de la década de los '70. Recuerdo que Roger Donaldson hizo un "remake" bastante mediocre con Alec Balwin y Kim Basinger en 1.994, pero...

¿quién quiere un puto "remake" cuando el original es de Sam Peckinpah?
Chris Jiménez
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