La mafia... no! Esta trilogía magnífica que nos dio Coppola. Desde luego, he leído todas las críticas y no quiero ser reiterativa. Pero, la magia de Al Pacino que lo diferencia totalmente del fuego que representaba Marlon Brando es el gran aporte del libreto (para no hablar de De Niro... ¡magistral!)
Al Pacino tenía una dificilísima meta: que el espectador no extrañara a Brando... y lo consiguió. ¿Sólo por las escenas? por su genialidad como actor? por su mirada de hielo que aterra? No sé. Lo único que sé es que lo que Coppola intentó, lo logró. Y vaya si habrá tenido miedo... Pero 16 años después logró con El Padrino III hacernos saber que no tuviéramos miedo, que las terceras partes también pueden ser buenas, que un actor se puede dar el lujo de estar en las tres y de no desmerecerse a sí mismo. Y por supuesto, las escenas de cierre de todas las películas deben ser lo más difícil de lograr. Los tres Padrinos tienen tres cierres excepcionales.
Señores: de pie. Estamos ante lo más grande que dio el cine.
Prueben a verla las tres juntas.

Así, con el nombre que le he puesto a la crítica, la vimos en Argentina. Hace ya tantos años... Es de esas películas que te dejan un recuerdo inolvidable. lleno de ternura, de ganas de vivir (como tenía Anya), de inmensos deseos de encontrarte alguna vez con un maravilloso reportero como Gregory Peck.
Todas las críticas anteriores han dicho lo que todos sentimos al verla y una hizo alusión al final. Sí, los que no la vieron, por favor, véanla para sentirse un poco más felices y para recordar que, detrás de toda la alegría del mundo, también puede sentirse un poco de esa tristeza que es imposible evitar. También - y dolorosamente - que hay que saber cumplir con el papel, con el deber, que nos ha impuesto la vida.

No es de esas películas de las que se pueda hacer una crítica. Desde el principio hasta el fin es encantadora, de una ternura nueva en cine, inocente, lenta para que vaya penetrando lentamente en el corazón. Leslie Caron no es bonita y la amamos. Amamos la canción. Amamos el teatro de títeres Y hasta amamos su horrible vestido y su maleta.
¿Por qué...? Y... vaya a saber! Acaso por la misma razón que amamos a Forrest Gump
...¿o no?

Si la hicieron en 1939 y - como tantas otras - hoy podemos seguir viéndola, hablando de ella, criticándola, y recordando sus maravillosos aciertos... es porque fue una grande, algo del cine que sólo se hacía antes, seguido. Ahora, muy poco. De vez en cuando...

Y sí... ¡qué linda! ¡Qué hermoso poder sentarse a ver algo hecho con amor! Adoptar a un ratoncito como hijo, tolerar los celos del hijo varón pero también los del gato (adorable gato, inolvidable gato gruñón, enojado pero al final, haciendo gala de una lealtad gatuna digna de toda alabanza!
Yo, que soy grande, bastante más de lo que quisiera, vi la Nº1 y la Nº2 gracias a que tengo sobrinos que me hicieron descubrir Toy Story, Bichos y Monster Inc. y otras tantas... Grancias porque haya gente que se dedique a hacer películas así. Aunque estas no sean las mejores, reconfortan el corazón.