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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama En 1916. Bill y Abby, una joven pareja, deciden abandonar la pobreza y la dura vida de Chicago. Acompañados de Linda, la hermana de Bill, viajan hacia los grandes campos de trigo de Tejas, donde encuentran trabajo como braceros en una granja. Recogida la cosecha, el joven y apuesto patrón, al que hacen creer que los tres son hermanos, les pide que se queden porque se ha enamorado de Abby. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2009
37 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que Erice le da mil vueltas a Malick, porque creo que el español, atiende más al equilibrio entre imagen y guión. Pero existe un paralelismo entre ambos directores evidente. Aunque sólo sea por el talento truncado en aras de la economía.

Y puestos ya, decir que no veo equilibrio alguno en esta propuesta de Malick. Y pese a ello, me gusta. Tal vez porque no existe equilibrio alguno en la vida. Y eso me lo muestra Malick. Aunque yo creo que me gusta porque sus carencias son inocuas en la propuesta. Están de más.

Los actores hablan para no poder ser oídos. Y dentro de esa postura, todo vale. Hasta el no valer nada por sí mismo sino por lo que quiera trasmitir. Nosotros, receptores, espectadores dirían algunos, tenemos la oportunidad de hablar con el trigo. Somos como indios nativos en estado de purificación. Y así contenidos y purificados, se muestran los personajes y por ende los actores. Muy arrugados, como chafados por esos cielos eternos y longevos. Naturales de la tierra y sus trigales. Sin querer salir, ni querer escuchar otra posibilidad.
Nosotros receptores si poder calibrar otra posibilidad.

Los cuentos tampoco tiene posibilidades. Nunca se piensa que el lobo jamás puede ser tu abuelita. Porque tiene las manos muy grandes, porque tiene mucho pelo y porque tiene los dientes muy largos. Al final... te come.

¿Sumergido? en su cuento nos come de inicio a fin. Porque no puedes pedirle peras al olmo, tampoco puedo pedir un equilibrio a un propuesta tan desmesurada que nace ya con el objetivo de no tener equilibrio. Y ustedes dirán que para un cuadro hecho cine ya tenemos el “Barry Lyndon” pero es que aquí hablamos de otra cosa. Aquí hablamos de hablar con el trigo. Kubrick jamás hubiera rodado “Días del cielo” porque era un perfeccionista del equilibrio. Malick es un perfeccionista del desequilibrio en su mejor vertiente, al menos cuando está atinado, y construye una torre de Pisa que está doblada, que se puede caer, que tal vez se caiga, pero que es hermosa, y al final, desmintiendo a la física, no se cae. Así pues, ahora, puedo decir que la película está equilibrada. A su manera, a la manera del director, de ese encuadre milimetrado, de esos silencios huracanados, de ese trozo de tierra y esa hogaza de pan que podemos compartir.
Chagolate con churros
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