Me pregunto si puedo cerrar los ojos y centrarme sólo en lo que me gusta. Ya se sabe, eso de quedarse con lo positivo y hacer la vista gorda. Yo digo que sólo si estás enamorado, lo puedes hacer. Y no digo en general, sino en aquello que te genera ese enamoramiento. Si estás enamorado de una película ya podrán ponerte mil peros que la seguirás viendo tan bonita y dulce como el primer día. Es lo que tienen las mujeres, digo, el arte.

Otra cosa es que los fallos no sean tan importantes como los aciertos o que aún siéndonos no quieras darle tanta importancia. Y por ello “¿Qué fue de Baby Jane?” me gusta a pesar de sus fallos. Ahora bien, sus fallos incomodan. Me sacan constantemente de la película y tengo que hacer esfuerzos para no lamentarme por lo perdido.

Hablar de los aciertos me imagino que será redundante. Sólo hay que mirar las notas de las críticas que a mi lado están para darse cuenta que ¿Qué fue de Baby Jane? es una película con gran estima. Considero a Aldrich artesano en esto del cine. Pero sus ganas de romper con el Hollywood clásico y la deuda de Welles con la cámara perjudican la marcha de la película. Afronta, eso sí, de forma valiente un proyecto casi teatral (pocos personajes, escasos decorados y mucho diálogo). Este proyecto en manos de Mankiewicz hubiera sido completamente diferente. Mientras que Mankiewicz hubiera mantenido esa especia de teatro filmado (donde hubiera sido casi imposible creerse que en lugar de pieza teatral, ¿Qué fue de Bay Jane? era en realidad una novela) Aldrich rompe perfectamente la novela y la trasforma en tan “solo” una película sin rastro de lenguaje teatral. Lo que pasa es que tanto picado y contrapicado, tanto zoom o excesivos planos para remarcar no son la mejor solución para evitar la teatralidad. O a lo mejor es que yo prefiero la forma de rodar clásica de Mankiewicz a la exageración de Aldrich.

No es de todas formas este, el mayor problema que le encuentro a la película. Lo que realmente me sacó de la trama durante todo el rato, lo que realmente consiguió incluso cabrearme fue el uso desmedido e incontrolado de los efectos de sonido y la lamentable banda sonora con el fin de aumentar tensión, aflorar el miedo o acentuar la acción. Pudiera decirse que Aldrich, con esta película, fue precursor del cine que hoy en día tenemos los pobres espectadores donde ya sea thriller, suspense u otro el género en cuestión, somos bombardeados por estruendosos golpes de sonido. Si el mayor acierto de esta película además de sus hieráticas actuaciones es la atmósfera creada por Aldrich, a mí me ha jodido, porque tanto chirrido y tanta música mal medida me ha sacado completamente del mundo Hudson y por tanto de su atmósfera.