Sin duda este es el año de Netflix.

Noah Baumbach ha conseguido capturar un sentimiento muy único con su última película. El director no deja de superarse proyecto tras proyecto, y sus señas de identidad son perfectamente reconocibles en Historia de un Matrimonio, que es a su vez una obra tremendamente personal sobre el fin de una relación.

Suena contradictorio porque efectivamente estamos ante una historia que habla más de un divorcio que de un matrimonio. Y más aún cuando resulta tan cercana, divertida y absolutamente deleitante de principio a fin. Baumbach no había ofrecido una mirada tan humana y empática hacia sus personajes como hace en esta ocasión. Que ya es decir. Aquí vemos un desamor alejado de la mayoría de tópicos, retratado con un tacto admirable. Era fácil caer en la exageración o el sentimentalismo barato, pero la ruta que ha seguido el director permite que todo espectador se pueda sentir identificado con estos personajes.

Charlie y Nicole tienen sus manías y peculiaridades(Lo sabemos desde la genial secuencia de apertura), pero ante todo son personas normales, padre y madre en una situación tan compleja como mundana. Han cometido errores y sueñan con ser mejores, pero para ello necesitan ir por caminos distintos. Por ello no podemos odiarlos, sino ponernos en su piel y compartir su proceso de separación que inevitablemente sacará lo peor de ambos. En una película que a ratos duele y a ratos cura es esencial la labor de secundarios como Laura Dern, Merrit Weaver y Alan Alda para quitarle hierro al asunto con un humor muy agradecido.

Porque no quiero engañar a nadie, Historia de un Matrimonio guarda momentos para la carcajada más pura, gracias a un guión repleto de emociones y lleno de situaciones idóneas para que se luzcan al máximo sus dos magníficos intérpretes principales. Nunca habíamos visto a una Scarlett Johannson tan alejada de los estereotipos. La actriz se entrega al máximo en cada uno de sus planos y espero que continúe sacando partido a todas las facetas de su talento en sus próximos proyectos más allá de ‘Viuda Negra’.


Si bien el relato está protagonizado por una pareja, debido a una estructura algo descompensada es Adam Driver quien acaba acaparando protagonismo. El actor se supera en cada nuevo papel, y quizás estemos ante la que probablemente sea su mejor actuación hasta el momento. Es una gozada verle recitar cada una de sus líneas acompañada de una expresión corporal que solo logran los mejores. Se reafirma como uno de los actores del momento.

Esta película no habría funcionado de otra manera. Johannson y Driver obran maravillas a partir de un guión ya sobresaliente. Lo que podría haber sido una dramedia sin nada especial se convierte en un relato conmovedor e impregnado de realidad, con un corazón latente en cada precioso encuadre y la emotividad en los acordes de Randy Newman, que siempre parecen estar escritos con el mayor cariño. Un regalo cinematográfico en este 2019 próximo a su fin.