Pronto hará tres años que en Brasil gobierna un engañabobos (algunos, a esto lo llaman populismo), de nombre Bolsonaro. Sandra Kogut se refiere, en esta recuperación de la memoria, a los tres años anteriores a que esto sucediera. Una forma sutil de entender el despropósito, contando la realidad de un pueblo, el brasilero, que naufragaba en un mar de corrupciones, inseguridades e ignorancia plena.

Desde el punto de vista del personal de servicio de la finca vacacional de Edgar y Marta, estos últimos tiempos de sequía económica, se corresponden con el período en que a los señores no se les permite robar, e incluso son castigados por sus conductas poco virtuosas para con la sociedad. ¿Qué sucede en un país que hunde sus raíces tan lejos del oasis de la justicia social? ¿Hay conciencia de la necesidad de cambio, o reafirmación de las viejas políticas feudales?

La realizadora y colaboradora, en un guión compartido, entrega los mandos a un ama de llaves resuelta e imaginativa (Regina Casé) y a un buen hombre decepcionado con la vida y con su propia familia (Rogério Fróes). De sus manos saldrán las únicas aves que llevan en el pico algún mensaje de esperanza. Pero, ¡cuidado!, porque revolotean cielos peligrosos: desde la Cuenca del Amazonas, en el Norte; hasta las Cataratas del Iguazú, en el sur, el país está lleno de cazadores.