El cineasta mae in Britain expone sus colores por fin. Tanta pretensión con tan poco calado le ha acabado por pasar factura. Batman es Batman. Un personaje de cómic. Y en este filme no ha habido más narices que mostrarlo como es: un héroe de comic book.

Porque no ayuda que una sadocyberpunk Hatahaway pasee su turgente culamen en el batpod, que Bane crea ser un caudillo postmoderno en tiempos de globalizada crisis económica con máscara de Mortal Kombat o que Wayne sea el único personaje envejecido del cast.

Hay demasiadas pelotas en juego. Demasiadas propuestas, ganas de abarcar, tamaño, duración... y eso lleva a numerosas laxitudes narrativas, trucos un tanto bajos de guión (y no muy sutiles), elipsis considerables (semanas en las que nadie hace nada en Gotham, persecuciones que pasan de diurnas a nocturnas en menos de la que canta un gallo, un cuerpo de policía incapaz de ver cientos de explosivos por doquier o de parar a una moto que pasa ante sus anrices... entre otras lindezas).

Tampoco ayuda que Batman en luz de día de algo de penica, que la segurida de I+D de Industrias Wayne sea de risa, que una "épica prueba de voluntad" con metafórica intención se resuelva con una revelación digna de un bebé destetado o que cada puñetero personaje tenga que tener algo que hacer en cada minuto, aunque sea a meudo harto risible y cuasi innecesario.

Pero bueno, oigan. A toda peli actual made in USA de gran tamaño la pasan cosas así. Desde el nuevo Trepamuros hasta los Avengers.

El caso es que aquí ha incurrido en semejantes errores un cineasta que una abundante cantidad de gente around the world tiene en un pedestal de dimensiones kubrickianas.

A ver si esta peli les abre los ojos.