Superproducción a mayor servicio de le grandeur franchute. Sale prácticamente toda la constelación gabacha de la época. Encima son tan listos que encargan el guíon, basado en el libro de los exitosos bestsellerianos Lapierre y Collins, a nada menos que Gore Vidal y Francis Ford Coppola. Y fichan a estrellas yankis como Kirk Douglas, Glenn Ford y Orson Welles.

Pero curiosamente la actuación más destacada corresponde a un alemán, Gert Froebe, el mítico Goldfinger, que encarna al General Von Choltitz. Este general tiene fama de haber salvado París desobedeciendo las órdenes de Hitler. Bueno, también hay tesis que sostienen que se lo inventó para evitar revanchismos. E incluso cayeron sobre él sospechas de crímenes de guerra en su campaña de Sebastopol. Pero en fin, es lo que tiene la historia, que según quien la cuente es una cosa u otra. En todo caso molan estos héroes perdedores que no reciben agradecimiento, y no esos vanidosos que tan bien retrata la película en plan "yo fui el primero en entrar en el ayuntamiento, aplaudirme pueblo".

Típica película entretenida para ver una tarde aplatanado en el sofá. Y no es tan maniquea como parece a simple vista. Eso sí, destila algo de chouvinismo, ¿qué esperaban? Estaban empeñados en que los aliados entrasen en París cuanto antes, y lo consiguieron porque políticamente convenía. Pero tal como sostenía Patton, tal vez sorteándola se hubiese acabado antes la guerra. Nunca se sabrá.