El dueño de una isla al sur del Pacífico mantiene en secreto la inminencia de una gran erupción volcánica, a fin de no espantar a los turistas.

El último film del productor Irwin Allen y también el ocaso del Cine-Catástrofe, pues se limita a repetir todos y cada uno de los clichés de este subgénero, amén de presentar un plantel de estrellas desaprovechadas y unos efectos especiales que apenas animan la velada. Aun así, funciona como distracción y recuerda inequívocamente a "El diablo a las cuatro".



"Puede que mañana sea tarde."