Una película de cuándo la humanidad aún temía al holocausto nuclear, por la guerra fría. Lo que no entiendo, es por qué con el tiempo dejó de temerlo, cuando sigue siendo, la causa más concreta, más real, para llegar al fin del mundo, mucho más que otras, que son sólo cortinas de humo, por mucho que insista en ello la televisión…

…Bueno, me volví a perder en divagaciones, y les pido disculpas por ello. Pero hablemos de cine: John Badham es un prolífico artesano, y quizá, “Juegos de guerra”, sea su mejor película. Una película hecha para adolescentes, pero muy divertida, con gran sentido del humor (la respuesta que le da el joven protagonista, David (Matthew Broderick), al profesor en clase, es sumamente inteligente, graciosa y para no perdérsela), algo de intriga y lo “último” en informática y videojuegos.

El argumento es sencillo: Tras poner a prueba a los hombres que deben ejecutar la orden de lanzar los misiles con cabeza nuclear; descubren que un alto porcentaje de ellos no están dispuestos a hacerlo. Entonces recurren a un potente ordenador, llamado W.O.P.R., que una vez todo dispuesto por el presidente, se limitará a abrir unos relés… para mandarnos a todos al infierno. Además un muchacho de Seattle, un chaval de instituto, inteligente y avezado en las ciencias informáticas, contactará con esta máquina mientras busca las últimas novedades en videojuegos.

Ciertamente es una película de culto, y muy de los ochenta, con aquellos trastos paleolíticos, con aquellos primeros hackers y sus locos cacharros.