Es una pena que un idea tan potente como el totalitarismo sea llevado de manera folletinesca en esta secuela de la saga The Hunger Games. Si bien la primera película no era la maravilla del cine por lo menos daba un enfoque interesante de como un totalitarismo puede manipular y someter a un pueblo o grupo de personas a través de los medios de comunicación o de las emociones. Los simbolismos muy de la estética nacionalsocialista en el símbolo de Panem así como el sinsajo de la heroína también mostraban como se le da uso a éstos de parte de ese totalitarismo.
En esta segunda parte se deja de lado todo eso para centrarse en la ambivalencias de la heroína que más parece que salieran de la Saga Crepúsculo que de una película sociopolítica superficial. Nunca le pediremos a una película para teenagers ser tan profunda pero por lo menos debería tener un poco más de cordura. La actuación de J. Lawrence es lamentable ¿Gano el Oscar? Ajá. Buenos el Oscar es un premio sobrevalorado y bien mainstream. No es para tomarlo en serio después de su actuación.
Lo cierto es que con una película bastaba para cubrir los tres libros por cierto muy ligeros. Los adolescentes fanáticos de esta cinta pensarán que las revoluciones se hacen con simbolos de tres dedos arriba, pues equivocados están, Miren USA y su NSA y se darán cuenta. O la Rusia de Putin. Bueno en esta cinta solo hay pan y circo para estupidizar mas el cerebro. Ya Hitler, el líder nazi muy al estilo del dictador Snow de Panem decía:"para la minoría la razón; para la mayoría la emoción". Bueno esta película es emoción y nada de razón. Y eso es lo que le gusta a los tiranos: la emoción pura para que no pensemos ni nos cuestionemos.