Es entretenida aunque sumida en bastantes tópicos. Tal vez lo que la salve sea la interpretación de Gunnar Jonsson que recrea el papel de un inadaptado con maestría; dorando la historia con esa bondad que sabiamente ha sabido entregar a su personaje.

Resulta una historia que pese a sus obviedades, nos presenta la disposición de un mundo cada vez menos comprometido a asumir lo diferente, lo poco común, incluso lo estrafalario, cuando se acompaña alejado de convencionalismos aceptados.

Al final la respuesta a todas las dudas que plantea, es la misma: Una profunda soledad, en la que nos encontramos sumidos aunque estemos rodeados. No existe el compromiso, ni la mirada cálida. Todos movemos nuestro espacio a través de la propia conveniencia e intereses... Cuanto antes lo aprendamos, antes dejaremos de confiar y creer que algo o alguien, acudirá a rescatarnos.