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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Voto de Eric Packer:
6
Terror. Thriller. Fantástico Un ejecutivo, maltratado por su jefe e ignorado por su esposa, se levanta un día y ve cómo su rostro está borrado y ocupado por una gran mancha blanca, de la que no puede deshacerse. Pero ahora tendrá la oportunidad de vengarse de todos los que hicieron su vida imposible y miserable: amigos, jefes y su propia esposa... (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Night Of The Living Dead, George A. Romero nos tiene acostumbrados a su uso del género del terror para revestir reflexiones minuciosas sobre asuntos que le impelen. En Bruiser su personaje principal, Henry, es un ser falto de carácter cuya identidad ha ido palideciendo debido a la inercia de sus hábitos y al dominio que sobre él ejercen las personas que le rodean (esto se hace patente en una escena grotesca en la que Henry, sin protestar, a mitad de una fiesta es testigo de cómo su esposa desvergonzadamente masturba a su jefe). Trayendo a la memoria la premisa de sus películas de muertos vivientes en las que no sería de esperar que en algún momento estos se levantasen en masa para desencadenar un pandemónium en el que el orden de la sociedad se viera trastocado, Henry sorpresivamente amanece de un día para otro con una máscara blanca adherida a su rostro, un interruptor se ha activado en su psique y deja der ser el individuo abúlico y manso, que concede ser apocado incluso por su propia sirvienta, para dar paso a un ente instintivo cuyo único propósito es hacer pagar a todos aquellos que en algún momento se burlaron de su persona. El logro de Romero es que su propuesta nos hace identificarnos directamente con su antihéroe, de inmediato hay una empatía con sus razones y nos situamos detrás de esa máscara ausente de gestos, celebramos la serie de crímenes que ejecuta reivindicando el trato cruel contra su persona como si hubiésemos sido nosotros mismos las víctimas de las humillaciones, esperamos que se salga con la suya y, sobre todo, que al final no se le castigue; hasta cierto punto la nueva persona de Henry –una suerte de justiciero vengador anónimo– es la mimesis del Patrick Bateman de Bret Easton Ellis de American Psycho que descubre su verdadero yo en sus actos violentos o porqué no, del Gregorio Samsa de Franz Kafka de Metamorfosis que ha despertado una mañana convertido en un monstruo semejante a una cucaracha y a partir de ahí lidia con esta nueva identidad. No obstante las situaciones delirantes e inverosímiles en Bruiser, conseguimos captar ese mensaje cifrado de insubordinación que Romero nos envía: en algún momento la bestia dormida y aparentemente sedada puede abrir los ojos, dar la sorpresa y tirar el zarpazo a la yugular contra ese amo que alguna vez le puso la cadena y el grillete. Una vez más Romero desarrolla una interesante metáfora en la que sin miramientos critica el estado actual de las cosas y los puntos débiles del sistema.
Eric Packer
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