Haz click aquí para copiar la URL
Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Voto de Eric Packer:
3
Drama Un día en la vida de Monsieur Oscar: un hombre que se traslada, en una lujosa limusina blanca conducida por Céline, de trabajo en trabajo. Para cada uno de ellos adopta una nueva personalidad: mendigo, monstruo, asesino, padre de familia... (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2012
74 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
La escena inicial de Holy Motors muestra una sala de cine llena hasta el tope en la que los espectadores parecen estar muertos, absortos, en un letargo, con los párpados caídos y ausentes por lo que la película que está siendo proyectada frente a ellos, una película antiquísima a blanco y negro en la que un hombre desnudo de cuerpo atlético hace distintas demostraciones de su musculatura, la están dando porque sí ya que nadie la ve. Un hombre deja su cama y en una pared empapelada encuentra una puerta secreta que abre y da a ese cine de los espectadores duermientes: por uno de los pasillos se ve a un bebé desnudo que al parecer está dando sus primeros pasos, a este le sigue un perro negro. No es tan difícil encontrarle un significado a esto: Leos Carax, arrogantemente, se ve a sí mismo como el artista revolucionario y transformador del séptimo arte que con este largometraje nos sacudirá y hará despertar de esa hibernación en la que nos tiene sumidos el cine comercial y sus creadores. ¡Tarán! Yo esto lo veo primero como un atrevimiento, pero luego me doy cuenta de que este fulano lo que hace es insultar la inteligencia del público y dar por hecho que es poco menos que un cretino, el insulto se extiende también a sus colegas directores y a sus obras. Esta es la declaración de principios que desfachatadamente hace este bufón al inicio de su película: el público que va al cine es un idiota. Luego viene el desarrollo de esta obra que promete revitalizar nuestros sentidos: un tipo feo como gárgola se sube a una limosina y emprende un viaje –esto se parece mucho a Cosmopolis de Don DeLillo que Cronenberg llevara al cine de manera pésima– frente a su asiento tiene un espejo rodeado de focos como los que hay en los camerinos de los teatros (la vida como un teatro, mira, qué novedoso, somos actores en nuestra propia obra), esta es la segunda metáfora, el viaje en limosina es la vida misma que nos conduce por distintos rumbos, a veces perdemos nuestra identidad a falta de un director de escena, de una guía que es Dios, y no queda de otra que voltear al pasado o hacernos recordar quiénes somos en realidad, monitorearnos constantemente para no perdernos en el viaje, en la representación, en la vida. Pero qué nos dijo Leos Carax al principio, ¿recuerdan? Que él es el director, el que nos guiará en el camino oscuro hasta hacernos recuperar la visión, ahora caigo. ¡Este tipo es un megalómano que se cree Dios! Muy triste por todos aquellos que le llaman a esta eyaculación de Carax el reposicionamiento del cine como arte cuando no es más que una colección de cortos inconexos en los que utiliza el recurso de la metáfora visual hasta la saciedad y provocar el, irónicamente, letargo. Una película rara o que implica el uso de interpretación de símbolos y metáforas no la hace necesariamente mejor o peor que una cinta comercial como digamos Some like it hot o El Padrino o cualquiera de Chaplin o, bueno, más actuales como Toy Story 3 que alguien se lo haga saber a Carax, s'il vous plaît. Ahora bien ni es tan original la idea surrealista del tal Carax puesto que ya existen obras que tratan de explicarnos al ser humano, la vida y la muerte manejando un lenguaje difícil, por llamarlo de alguna manera, plagado de abstracciones, como El Sanatorio de la Clepsidra de Wojciech Has, ni tampoco es suya esa forma de narrar tan desparpajada y azarosa, de hecho es una copia de la usada por Buñuel en El Fantasma de la Libertad. Bueno hasta el final seguro lo sacó de los Transformers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow