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España España · barcelona
Voto de avanti:
5
Comedia En plena Guerra Fría, los miembros de la familia Hollander, que hacen turismo por algún país más allá del Telón de Acero, son tomados por espías, al ser sorprendidos fotografiando una zona prohibida. Entonces no tienen más remedio que refugiarse en la embajada americana, provisionalmente dirigida por el incompetente hijo del embajador. Sus exigencias de turistas típicamente norteamericanos no tardarán en enrarecer el ambiente. (FILMAFFINITY) [+]
27 de julio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los USA en zona rusa (1994) es un telefilm cómodo, sin largo metraje expansivo más allá de una embajada algún interior oculto y exteriores que no van más allá de un raquítico porche con grandes acumulaciones de fieles soldados de régimen totalitario que solo debe dejar pasar el tiempo para cazar a los supuestos espías turistas americanos por haber fotografiado (desde la ignorancia) zonas prohibidas.

Walter Hollander (Woody Allen) es el híper neurótico padre de familia que se ahoga en un suspiro, su atropellada manera de dirigirse a los demás le pierde, sentirse americano le endurece en las exigencias, reclamando derechos y atenciones no realizables en el entorno al que llegó por imprudente. Padre de la singular familia nos muestra, en un desorbitado muestreo de virtudes y carencias de sus componentes, aspectos sociales más cercanos al forzado chascarrillo que al encadenamiento lógico de situación. Marion Hollander (Julie Kavner) es la paciente y compasiva esposa de Walter, nuestro neurótico turista. Su felicidad máxima se reduce a abrillantar suelos, lavar y planchar ropa y hundirse en la felicidad que su asumido destino como ama de casa le ha otorgado.

Susan Hollander (Mayim Bialik) es la modosa hija respetuosas con los deseos de su padre al concederle el deseo de casarse con un dermatólogo y tenerlo como futuro cuñado ¿habrá mejor suerte para un hipocondriaco? ¡Un medico en la familia! perfecto para un compulsivo padre que lleva hasta la exasperación a quien le rodea; pero, la situación en la que vive la familia en la embajada, hará que los deseos de Walter sufran algún cambio. Axel Magee (Michael J.Fox), es el torpe diplomático de carrera y embajador en funciones en ausencia del titular (su padre) en viaje diplomático a su país. Las atropelladas actuaciones del meritorio aspirante a la diplomacia, no deja indiferente al curtido veterano en la guerra fría Mr. Kilroy (Edward Herrmann), astuto político cuya labor, siempre en segundo plano, no deja de ser efectiva y necesaria para que Axel pueda solucionar los imprevistos políticos en la embajada.

El Padre Drobney (Dorm DeLuise) es el cuasi eterno animador oficial de la embajada, refugiado de larga duración y amante de la magia, del truco y de la prestidigitación, algo torpe pero voluntarioso como destroza corbatas y apagafuegos, no pierde ocasión para mostrar sus torpes cualidades a los Hollander, ocasionales visitantes hasta no se sabe cuándo. El chef Oscar (Austin Pendleton) es el cocinero de la embajada, excéntrico como el mago del lugar, odia que utilicen su espacio profesional, sintiéndose ofendido en todo momento pues sus propuestas gastronómicas no cuelan. El embajador Magee (Josef Sommer), es el torpe trepa que busca una oportunidad en la administración central, dejando al inepto de su hijo al cargo de una embajada cada vez más enmarañada, con recepciones de sospechosos infiltrados, y soluciones sorprendentes que llevarán el problema por la vía de la solución.

Telefilm sobrecargado del gestual repertorio Allen, donde por más movimiento de cámara que se produzca, no nos hace olvidar que estamos ante un rectángulo con telón y un patio de butacas, más sobrio que el conjunto de histerismos, confusiones, empujones, balbuceos, tropelías, infantiles torpezas y, excesiva magnificación del absurdo prescindible. El empacho de los entrecortados balbuceos de nuestro protagonista principal elevados a la insoportable saciedad x diez, convierte a Los USA en zona rusa, en un repertorio de reiterados tics del elenco gracias a un guión que podría haber tenido un trato menos histriónico en Hollander y más cinéfilo en su conjunto. A pesar de todo, el atrevido cineasta hijo de Brooklyn, jamás deja de trabajar, de experimentar, de encontrar nuevas ideas a partir de sus inseparables notas que siempre le acompañan llevándole a nuevas propuestas, a nuevas realizaciones.
avanti
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