Toda la película es un sarcasmo desde que empieza hasta que termina. La acción transcurre en un opresivo futuro espantoso, a lo "Blade runner", donde coexisten las nuevas tecnologías con lo más cutre de lo cutre. No hay ningún tópico del cine de ciencia ficción que se libre de la burla. Programadores "freakys" que conviven con ratones que comen pizza, ironía sobre el principio y fin del universo (Big bang y Big crunch), hacinamiento laboral, máquinas que usan una especie de Tetris en 3D como herramienta de producción, alusiones a la estética "manga" o "rapera", parrafadas metafísicas pseudo filosóficas (o no tanto), poder de atracción de los cósmicos agujeros negros, paraísos virtuales crepusculares, iconos religiosos pasados, parques públicos donde todo está prohibido y una especie de "gran hermano" (o "hermana"), siempre presente, coartando las libertades individuales. Esta visión pesimista del futuro ha sido ampliamente novelada por escritores como Ray Bradbury o Stanislav Lem. En el film, la puesta en escena es bastante llamativa al combinarse decorados barrocos con un particular uso del color. No hay abusivas renderizaciones de ordenador ni fuegos artificiales. Desde el punto de vista cinematográfico, el problema es que muchas sutilezas sólo pueden ser apreciadas por asiduos seguidores de la literatura y cine del género. La producción puede no gustar y aburrir a los espectadores con otro tipo de preferencias.