Steven Spielberg pertence a esa rara especie de cineastas con derecho preferente a asumir cualquier historia que le venga en gana. Una trayectoria llena de éxitos avala tal posibilidad. Y por primera vez en su carrera realiza una cinta eminenetemente política, cien por cien dialéctica, fundamentada en el análisis de un personaje mítico pero sin rastro de épica en la forma de afrontar el tratamiento de la filmación.
No es una apuesta exenta de riesgo. El análisis de un sistema político en rara ocasión ha dado lugar a una gran película con excepciones tales como la memorable "Tempestad sobre Washintog" de Otto Premminguer. La mirada del realizador trata de centrarse en la lucha estratégica del polémico estadista en su intención de aprobar la enmienda que acabe con la esclavitud en América. Las trampas y triquiñuelas de una de las más grandes leyendas americanas pueden sorprender ya que se combinan con una visión mesiánica del unificador americano. Los debates en la cámara dan lugar a los mejores momentos de la cinta: sin intensos, con climax, capaces de transmitir al espectador en un peridod decisivo de la historia.
Magistral Day-Lewis y todo el elenco de secundarios, empezando por un Tommy Lee Jones que como su compañero de reparto, huele a oscar por los cuatro costados.