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Lincoln

Drama En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto plantea un gran dilema: si la paz llega antes de que se apruebe la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, decenas de miles de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para ... [+]
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Críticas 261
Críticas ordenadas por utilidad
1 de enero de 2013
256 de 300 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Steven Spielberg siempre se espera una soberbia puesta en escena, aspecto que en esta película se cumple a rajatabla tanto en espacios interiores como exteriores.
Se espera también que se rodee de buenos actores para una cinta con este tema, como es la aprobación de la 13ª enmienda (la abolición de la esclavitud), y en este aspecto también Daniel Day-Lewis (concuerdo con quien aconseja verla en versión original) lo borda. Los secundarios también son correctos, pero sus papeles, salvo Tommy Lee Jones a ratos, no dan para lucirse.
Y poco más.
Las dos horas y media de duración se centran en las negociaciones y tretas para conseguir la aprobación de dicha enmienda, siendo la mayoría de los momentos repetitivos, con demasiados acontecidos y chascarrillos contados por Lincoln; repetitivo también es (una vez más) el tema del hijo que no está y con pocos momentos que te hagan respaldarte en el sillón mínimamente emocionado o interesado.
De Lincoln también se esperan buenos discursos [por supuesto, en esta película no podían poner un texto suyo muy incómodo para todos que reza:«Diré, entonces, que no estoy y nunca he estado a favor de ninguna forma de igualdad social y política entre las razas blanca y negra; que no estoy y nunca he estado a favor de votantes o jueces negros ni de cualificarlos para que ocupen cargos ni para que contraigan matrimonio con personas blancas, y diré, en adición a esto, que hay una diferencia física entre las razas blanca y negra que creó prohibirá para siempre que esas dos razas vivan juntas en términos de igualdad social y política. Y hasta donde no pueden vivir de esa forma, mientras permanezcan juntos, debe existir la posición superior e inferior, y como cualquier otro hombre estoy a favor de la posición superior asignada a la raza blanca.» (The Writings of Abraham Lincoln. Abraham Lincoln)], pero salvo dos momentos, como decía, las palabras van, vienen y se diluyen en el recuerdo, dejando esta posición incómoda de Lincoln citada justo arriba en boca de Tomy Lee Jones en una intervención en el congreso.
Para mi gusto no tiene el suficiente ritmo (y quien piensa que las negociaciones políticas no pueden tener ritmo, que qué diablos pido, le recomiendo -fervorosamente- El Ala Oeste de la Casa Blanca), se hace a muchos ratos muy lenta y te mantienen pegado a la pantalla casi exclusivamente Daniel Day-Lewis y Tomy Lee Jones.
Por supuesto, olvidaos de veracidad histórica acerca de las verdaderas causas de la guerra y de las verdaderas razones de la abolición de la esclavitud, que no están ni por asomo esbozadas en el personaje protagonista. Preparaos a asistir a una especie de hagiografía, con todo lo que la palabra conlleva.
Espero que a vosotros os guste mucho más que a mí, de verdad.
Áralan
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16 de enero de 2013
137 de 170 usuarios han encontrado esta crítica útil
Euclides enuncia de este modo la primera de sus nociones comunes: “Las cosas iguales a una misma cosa son también iguales entre sí.” Si un hombre blanco y un hombre negro son, por definición, seres humanos, han de ser forzosamente iguales entre sí –concluye el Abe Lincoln ideado por Spielberg. Sobre ese axioma se construye la película.

Daniel Day-Lewis (en su enésimo “último” proyecto) toma el personaje creado por Henry Fonda en ‘El joven Lincoln’ y lo hace suyo. En la actuación de Fonda todo es primavera; en Day-Lewis el desempeño es invernal.

La doble comparación (John Ford/Steven Spielberg; Henry Fonda/Daniel Day-Lewis) es pertinente. Los dos directores ensalzan sin medida a Abraham Lincoln. Los dos actores rizan el rizo de la interpretación, con gesto, voz y maquillaje. Ford y Spielberg representan el antes y el ahora del gran cine americano comercial. Day-Lewis y Fonda encarnan la excelencia en su trabajo. Contra este póker de estrellas, apenas hay oposición.

Pero, donde Ford pone sensibilidad y poesía, Spielberg pone sensiblería y énfasis. Los negros, en ‘Lincoln’, siempre miran arrobados, con los ojos brillantes, en permanente estado de embriaguez efervescente; aguardan al Mesías blanco, que habrá de liberarlos. Se muestran fieros y orgullosos. Y, sin embargo, no nos parecen de verdad. En ‘El joven Lincoln’ un pelotón de linchamiento se deja conmover por la oratoria de Abraham y Ford consigue que aceptemos sin dudar tal pirueta.

Ford maneja el tempo y el detalle. Con un cambio de plano y una frase desarma al hombre que encabeza el pelotón. Spielberg juega al tiovivo y al efecto. Donde Ford pone respeto y reverencia, Spielberg pone propaganda. Ford recrea un pueblo, con sus habitantes, cercanos y creíbles, y nos sumerge en un cinematográfico siglo XIX. Spielberg trasplanta a dicho siglo caracteres del siglo XXI, los disfraza y los hace deambular por las calles y recintos de su fastuosa superproducción. Busca indignar haciendo que los esclavistas digan frases que hoy en día nadie (salvo nazis, racistas o descerebrados varios) tomaría en serio. Edulcora y simplifica los hechos de la historia a golpe de maniqueísmo. Finge respetar la parte y manipula el todo. A veces tengo la impresión de que nos toma por idiotas.

La diferencia entre Steven Spielberg y John Ford se advierte ya en el planteamiento de sus cintas respectivas: Ford retrata los inicios de Lincoln en un modesto pueblo de Illinois. Spielberg aborda el voto de la decimotercera enmienda, que abolirá la esclavitud. Ford, con humildad, alcanza cotas de gran cine; Spielberg, mientras tanto, se instala en lo sublime y patriotero.

El Lincoln de Fonda nos gana por su profundidad emocional, de carne y hueso. La melancolía del mito se sustenta en el vacío (el hueco de la valla) que ha dejado en él la pérdida de Ann. El Lincoln de Day-Lewis es puro virtuosismo: un ídolo da vida a una leyenda.

Quisiera creer que la distancia entre ambos directores no es la distancia real entre el Hollywood de hoy y el Hollywood de antaño. En arte, no siempre las cosas iguales a una misma cosa son también iguales entre sí. Ford fue rey y Spielberg reina ahora. Sin embargo, el talento no se mide en términos de cetros, coronas y cifras de taquilla. Quizás no sea justo compararlos. El cine comercial admite múltiples categorías. ‘El joven Lincoln’ y ‘Lincoln’ juegan en ligas diferentes. Spielberg, por mucho que se afane, jamás será rival para John Ford.



[Texto publicado en cinemaadhoc.info]
Servadac
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9 de enero de 2013
101 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica propuesta hecha con el solo objetivo de alzarse con la mayor cantidad de estatuillas en la próxima ceremonia, sobándo el espíritu patriótico estadounidense de los votantes de la Academia, al azuzar la imágen mental de la figura histórica más venerada de esos lares (y seguramente tendrá éxito, se habla de 11 nominaciones).

Cinematográficamente, su valor es escaso. Es de la clase de películas a las que Hitchcock se refería despectivamente como "fotografías de gente hablando". Si "Lincoln" fuera una película muda como "El Artista", sería un constante e interminable intertítulo que taparía todo el tiempo la cara de los actores. Poquita cosa para este maduro señor que comenzó su carrera explotando el lenguaje visual del cine al máximo con "Duel" (1971), cuando era un borrego.

El título es mentiroso. La cinta debería llamarse "La Decimotercera Enmienda", "En Busca de la Emancipación" o "Intrigas en el Capitolio". Porque de eso trata la peli, de la pelea congresista de si sale o no sale la enmienda nro. 13 de la constitución. Dentro del film, Abraham no es más que un actor más entre el resto de los que pelean y debaten por la dichosa enmienda.

Por la forma en que el estreno viene marketineado, hacía pensar equivocadamente que sería un biopic concentrado en la figura y la vida del presidente norteamericano más famoso, pero en lugar de esto nos encontramos con una sucesión de negociaciones políticas a puertas cerradas, en torno a mesas de conferencias dentro de habitaciones lúgubres y oscuras, porque parece que a mediados del siglo XIX, el sol no brillaba nunca en ningún lado.

Como ya sabemos de antemano que la enmienda sí salió, no hay mucho suspense que digamos, y "Lincoln" se hace más aburrida que chupar un clavo. Recién cuando la acción (por llamarla de alguna manera) se muda al congreso entre gritos y muchos papelitos escritos siendo intercambiados de mano en mano, el film cobra un poco más de vida y color.

Las subtramas que podrían haber añadido un poco emoción a la historia, como la tensa relación del presidente con su hijo, no son aprovechadas. La revelación sorpresa final del personaje de Thaddeus Stevens(* ver spoilers) - que me llevó hasta la wikipedia para sorprenderme con que era un hecho histórico cierto y no un desvarío del guionista- podría haber sido desarrollada por Spielberg desde el comienzo, para añadirle una capa interesante de dramatismo y humanidad a la historia, en lugar de terminar como un simple detalle final.
(Por cierto, he visto los retratos del tipo en la Web; que bién que esta elegido Tommy Lee Jones para él papel: la misma cara baqueteada).

CONCLUSIÓN:
Coincido con lo que dijeron otros: una película elogiada por portación de apellido, tanto el del título como el de quién la firma. Para escuchar las transcripciones de los discursos y los debates, mejor me hubiera comprado el libro en el que se basa la película. Yo esperaba ver algo de cine. Me temo que habrá que esperar a Django Sin Cadenas para ver una pintura más interesante sobre el tema de la esclavitud.

El mejor Lincoln para mí, sigue siendo el interpretado por Rex Hamilton, que se defiende a los tiros en el palco del teatro en la intro de "Police Squad" =)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giskdan
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16 de enero de 2013
68 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Lincoln perpetrado por Spielberg continúa la senda que inició con War Horse, su última película, una mirada amable, pero con un nuevo matiz que sigue una clara línea marcada por el patriotismo más rancio, hacia uno de los personajes históricos más importantes de Estados Unidos. Su visión no aporta nada más que seguir alimentando al mito. Una oda a Lincoln, a su país y a su historia. Una palmadita en la espalda a la tierra de las oportunidades y del sueño americano.

Porque en esta hagiografía sin tapujos no hay espíritu crítico. Spielberg es el rapsoda y Lincoln el héroe de las grandes y nobles gestas. Un Lincoln que más bien parece el abuelo cebolleta al que todos aplauden sus batallitas que un político rodeado de tiburones. El abolicionismo por bandera, la libertad de todos los hombres y los mismos derechos ante la justicia son los únicos motivos que mueven al decimosexto presidente y sus acólitos a convencer a republicanos y demócratas para aprobar la famosa enmienda. Sus convicciones morales, no hay más. He aquí el peligro cuando se tiene poder y capacidad para llegar a mucha gente, que cuentes la historia que te interese, y faltes a la verdad.

Spielberg olvida intencionadamente cuáles eran el resto de causas que motivaron a Lincoln a impulsar la decimotercera enmienda y, lo que es peor, condiciona al espectador a tener un razonamiento simplista: la guerra entre el norte y el sur se debió a que los negros vivían en la esclavitud. No hay rastro de los intereses económicos del norte, potencia industrial, que impuso a las manufacturas europeas, que eran productos más competitivos, unos aranceles que perjudicaron al sur, principal cliente de Europa. Además, al liberar a los esclavos del sur aprobando la enmienda, el norte, con una industria en expansión, obtenía un excelente caldo de cultivo para contratar mano de obra barata y sin ningún tipo de derechos laborales. Spielberg se desentiende de que uno de los principales motivos fue éste, el económico, de cómo dos modelos bien distintos chocaron frontalmente hasta desencadenar la guerra. Y es que además, si fuera la única razón, la población negra hubiera vivido en las mismas condiciones que la blanca inmediatamente después de la aprobación de la enmienda, pues se presupone aprobada por una sociedad preparada, con una mentalidad preparada, cuando sabemos que no era tal. No fue hasta cien años después, con la Ley de Derechos Civiles de 1964 cuando podemos hablar de igualdad social entre negros y blancos. Es decir, cuando la sociedad americana estuvo preparada mentalmente para aceptar tal paridad.

De todo esto Spielberg reniega para presentarnos un Lincoln manipulado, parcial, un panegírico dirigido a una sociedad autocomplaciente y poco crítica con su país, su historia y su gobierno. Una película en la que las interpretaciones de Day-Lewis, Sally Field o Tommy Lee Jones quedan eclipsadas por la versión oficial de los hechos, por el panfleto. En definitiva, una película hecha para ganar el oscar pero que falla estrepitosamente en su acercamiento a los hechos y a la figura histórica.
Malemute Kid
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12 de enero de 2013
37 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier persona con dos dedos de frente conoce perfectamente que el 90% de las causas que abolieron la esclavitud en EEUU fueron económicas. Aquí, aparte de unos adornos sentimentaloides/sociales/buenrollistas que no se cree nadie y ciertas omisiones sobre los ‘poderes’ y acciones censoras del Sr. Lincoln, parece que están en el ‘partido’ más difícil de sus vidas y en tramas paralelas y dignas de “24” o “Homeland”. En algunos momentos pensaba que iba a salir Jack Bauer rodando por el suelo y armado con una pistola y, en otros, que al abrir una puerta iba a estar allí Carrie Mathison escuchando jazz. No es que nos quieran dar una lección de historia, pero aparecen títulos con los que parece pretende darnos… ¿una lección de historia? Por no decir que se celebrando la Decimotercera Enmienda como si fuera el tanto definitivo de la Superbowl…

Tal vez el director de “Tiburón” tenga una espinita clavada —del tamaño de un Boeing 707— gracias a los fiascos y disgustos que se llevó con “El color púrpura” y “Amistad” por diferentes causas y razones. Este es el filme con el que quiere pasar a la posteridad para contar otro tipo de holocausto y tiene todos los ingredientes para hacerlo: las interpretaciones sobresalientes de Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones y de un puñado de codiciados secundarios. Luego, tiene la historia. De las cerca de 1.000 páginas de la biografía de Doris Kearns Goodwin, que retrataba al gabinete de Lincoln, Tony Kushner ‘se quedó’ con unas 500 y a su vez Spielberg únicamente se centró en poco más de 60 páginas que se duplicaron para la versión final. Al tándem que ya despuntó en “Munich” le interesa la historia crepuscular de los últimos meses de Lincoln y sus esfuerzos por conseguir aprobar la Decimotercera Enmienda, mientras intenta acabar con la Guerra Civil Americana y es sometido a numerosas presiones de diferentes frentes: políticos, económicos, militares y, por supuesto, familiares. El thriller político y drama familiar se tejen en una puesta en escena pictórico-teatral. La composición de cada plano recuerda a un cuadro para la posteridad y su solemnidad contrasta con la sobriedad de la propuesta. “Lincoln” es más medida, seria y parca que un funeral lleno de mudos. No es aburrida pero tampoco me emociona, pretende ser grandilocuente pero finalmente no me deja nada que recordar.

El filme adquiere un tono crepuscular y la propia cara de Lincoln siempre es fragmentada, al igual que el relato de su psique, en claroscuros. Juega con el espacio oculto, con el arrastre de grandes secundarios y una coralidad en la oralidad. Si en el 2012 Abraham Lincoln ha triturado a vampiros y zombis… le quedaba por enfrentarse a los fantasmas. “Lincoln” está habitada por espectros como si se volatilizaran delante de nosotros. Sabemos que tenemos a uno delante… y parece que todos los personajes alrededor de Abraham Lincoln sabían que una noche se despedía de todos ellos… Y, entonces, ¿por qué nadie le avisó? En realidad la respuesta la facilita Spielberg: le odiaban por contar siempre una historia (típica del viejo del lugar) en el momento menos propicio. En realidad a Lincoln, al parecer, le mataron para evitar que contara una nueva historia porque estaban hasta las narices de sus narices y de provocar tortícolis en sus discursos. Únicamente extraemos esa única conclusión ya que Spielberg no quiere mojarse en lo más mínimo. Una auténtica pena, aunque “Lincoln” nos enseña una importante lección: no se puede ganar en todo. Espero que predique con el ejemplo en los Oscars de este año.

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VERSIONES ALTERNATIVAS:

En vista de las tres películas que han destripado a Lincoln quedaba un par de posibilidades ya que ninguna de ellas ha dejado caer la supuesta orientación sexual que se le atribuye. Así, esta historia se podía haber contado de un modo menos aséptico:

A) Como un filme porno gay: Lincoln va consiguiendo los votos de los miembros del Congreso a base de favores sexuales. La película acaba con un gran bukkake delante de su sufrida esposa cuando se aprueba la Decimotercera Enmienda.

B) Como una revisión de época de “Una rubia muy legal 2”: donde Elle (Reese Witherspoon) va a Washington a defender los derechos de los animales. Hay muchos puntos coincidentes para los sucios miembros del Ku Klux Klan y las juventudes hitlerianas entre “Lincoln” y la película que protagonizó Witherspoon…
Maldito Bastardo
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