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Voto de quirico_xp:
1
9 de marzo de 2018
22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kenneth Branagh me parece un presuntuoso con aires de grandeza, un mediocre venido arriba. Opino esto desde su "Frankenstein". Como en aquella, no deja de ser pretencioso y desmesurado, tanto en su propia interpretación del personaje (en este caso de Poirot) como en la puesta en escena del resto del plantel.
Un neurocirujano jamás se operaría a sí mismo. Y un narcisista tampoco debería dirigirse a sí mismo. Porque cuando actúa no hay un director que le diga lo histriónico y sobreactuado que resulta (idem para Woody Allen, Mel Gibson...).
Y como él manda, pues a chupar cámara, desaprovechando el reparto de lujo que le rodea.
Más detalles en spoilers.
Un neurocirujano jamás se operaría a sí mismo. Y un narcisista tampoco debería dirigirse a sí mismo. Porque cuando actúa no hay un director que le diga lo histriónico y sobreactuado que resulta (idem para Woody Allen, Mel Gibson...).
Y como él manda, pues a chupar cámara, desaprovechando el reparto de lujo que le rodea.
Más detalles en spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El comienzo es pésimo. ¡Qué mal presenta a Poirot en Jerusalén! Le coges asco al personaje por los sinsentidos con los que lo construye:
- La escena del niño y los huevos es ridícula. Poirot desayuna dos huevos pasados por agua y tienen que ser iguales. En el hotel deben estar sin huevos y mandan a un niño a recorrer la ciudad para traerlos. Trae varios huevos y ninguno de ellos tiene un tamaño semejante. ¡Ninguno! Le sirven uno tamaño XL y otro tamaño M para que el espectador note la diferencia, pero Poirot no lo nota si no es porque saca una regla-nivel. Y qué estúpido, como no se cumple el equilibrio entre los dos huevos, se va sin desayunar.
- De camino al Muro de las Lamentaciones Poirot pisa una gran boñiga y deja clavado su pie en ella. Se queda un momento pensando y para que la cosa esté en equilibrio, pisa bien la boñiga con el otro pie. ¡Eres idiota, Kenneth! Con esta escena tan escatológica y absurda el espectador no interioriza que Poirot sea un perfeccionista, lo que asume el espectador es que Poirot es tonto. No se puede presentar a un detective de mente privilegiada haciendo este tipo de absurdeces.
- La escena en el Muro de las Lamentaciones es patética. Jamás se trataría de esa forma a las tres máximas autoridades religiosas de la ciudad, arrastrándoles al Muro como si los fuesen a fusilar. No es que la puesta en escena sea demasiado teatral, es que es grotesca y penosa.
- La resolución del robo de la joya del Santo Sepulcro también da vergüenza ajena. Resulta que los zapatos de suela gruesa o las botas pueden producir una grieta en una pared. Y los zapatos de suela fina no. Es decir, que cuando quiera escalar paredes con ponerme unos zapatos de suela gruesa ya puedo ir haciendo grietas en la pared y escalando. Y con esta "irrefutable" prueba ya se sabe que ha sido el jefe de la policía porque lleva zapatos de suela gruesa. Manda que traigan su mochila y "voilá" allí tiene la joya escondida. De sonrojarme y apartar la mirada de la pantalla, vergüenza ajena me das Kenneth.
- Y qué decir del momento "bastón mágico". Poirot clava su bastón en el Muro. El jefe de policía cuando huye lo hace entre la gente, hasta llegar al guardia que custodia la puerta. Entonces retrocede y en vez de volver otra vez entre la gente, esta vez corre pegado al muro y se da de bruces con el bastón. Otro sonrojo. A ver Kenneth, quieres hacernos creer que Poirot es inteligente o que es un pitoniso.
En la estación de Estambul hay otro par de detalles feos:
- A Bouc le cuesta encontrarle acomodo a Poirot porque todos los camarotes ya están asignados. Sin embargo, cuando sube al vagón, a la princesa Dragomiroff le dan a alegir camarote; rechaza dos y se queda con el tercero que le abren. Fallo garrafal.
- Cuando Poirot sube al vagón acompañado de la Sra. Hubbard (Michelle Pfeiffer), Kenneth se acelera tanto que Michelle no puede casi seguirle. La va dejando detrás. Se queda hablando sólo. Resultado: un travelling absurdo en el que se demuestra su mal hacer. Y en el plano siguiente Michelle ya aparece a su altura, como si se hubiese teletransportado.
Y así podría seguir con el resto del metraje (estos comentarios sólo han sido de los primeros minutos).
En resumen: peli mala, manida, con miles de absurdos... pero que se va a esperar de un director que desde Frankenstein no ha hecho otra cosa que crear engendros (¿lo habéis cogido?).
- La escena del niño y los huevos es ridícula. Poirot desayuna dos huevos pasados por agua y tienen que ser iguales. En el hotel deben estar sin huevos y mandan a un niño a recorrer la ciudad para traerlos. Trae varios huevos y ninguno de ellos tiene un tamaño semejante. ¡Ninguno! Le sirven uno tamaño XL y otro tamaño M para que el espectador note la diferencia, pero Poirot no lo nota si no es porque saca una regla-nivel. Y qué estúpido, como no se cumple el equilibrio entre los dos huevos, se va sin desayunar.
- De camino al Muro de las Lamentaciones Poirot pisa una gran boñiga y deja clavado su pie en ella. Se queda un momento pensando y para que la cosa esté en equilibrio, pisa bien la boñiga con el otro pie. ¡Eres idiota, Kenneth! Con esta escena tan escatológica y absurda el espectador no interioriza que Poirot sea un perfeccionista, lo que asume el espectador es que Poirot es tonto. No se puede presentar a un detective de mente privilegiada haciendo este tipo de absurdeces.
- La escena en el Muro de las Lamentaciones es patética. Jamás se trataría de esa forma a las tres máximas autoridades religiosas de la ciudad, arrastrándoles al Muro como si los fuesen a fusilar. No es que la puesta en escena sea demasiado teatral, es que es grotesca y penosa.
- La resolución del robo de la joya del Santo Sepulcro también da vergüenza ajena. Resulta que los zapatos de suela gruesa o las botas pueden producir una grieta en una pared. Y los zapatos de suela fina no. Es decir, que cuando quiera escalar paredes con ponerme unos zapatos de suela gruesa ya puedo ir haciendo grietas en la pared y escalando. Y con esta "irrefutable" prueba ya se sabe que ha sido el jefe de la policía porque lleva zapatos de suela gruesa. Manda que traigan su mochila y "voilá" allí tiene la joya escondida. De sonrojarme y apartar la mirada de la pantalla, vergüenza ajena me das Kenneth.
- Y qué decir del momento "bastón mágico". Poirot clava su bastón en el Muro. El jefe de policía cuando huye lo hace entre la gente, hasta llegar al guardia que custodia la puerta. Entonces retrocede y en vez de volver otra vez entre la gente, esta vez corre pegado al muro y se da de bruces con el bastón. Otro sonrojo. A ver Kenneth, quieres hacernos creer que Poirot es inteligente o que es un pitoniso.
En la estación de Estambul hay otro par de detalles feos:
- A Bouc le cuesta encontrarle acomodo a Poirot porque todos los camarotes ya están asignados. Sin embargo, cuando sube al vagón, a la princesa Dragomiroff le dan a alegir camarote; rechaza dos y se queda con el tercero que le abren. Fallo garrafal.
- Cuando Poirot sube al vagón acompañado de la Sra. Hubbard (Michelle Pfeiffer), Kenneth se acelera tanto que Michelle no puede casi seguirle. La va dejando detrás. Se queda hablando sólo. Resultado: un travelling absurdo en el que se demuestra su mal hacer. Y en el plano siguiente Michelle ya aparece a su altura, como si se hubiese teletransportado.
Y así podría seguir con el resto del metraje (estos comentarios sólo han sido de los primeros minutos).
En resumen: peli mala, manida, con miles de absurdos... pero que se va a esperar de un director que desde Frankenstein no ha hecho otra cosa que crear engendros (¿lo habéis cogido?).