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Voto de LadyEpona93:
7
Animación. Aventuras. Infantil El mapa de la fabulosa y mítica ciudad de El Dorado, en donde se encuentra el mayor tesoro de la historia, llega a manos de dos pequeños timadores, Tulio y Miguel, mientras se encuentran presos en la bodega del barco de Hernán Cortés. Después de huír atravesarán todo tipo de peripecias con el fin de conseguir descubrir la mítica ciudad y apoderarse de sus riquezas. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus primeros años (1998-2000), la animación de la Casa de los Sueños nos trajo una serie de películas inolvidables para quienes crecimos con ellas (y maduramos con ellas también). Desde la fascinante primera entrega del Príncipe de Egipto, pasando por las entrañables gallinas de plastilina en Chicken Run, hasta llegar a la invaloradísima Spirit, el corcel indomable (que aunque no entre cronológicamente en esta época por ser del 2002, por su esencia podría catalogarse en la misma), incluso podríamos adelantarnos hasta la sencilla pero entretenida Simbad, la leyenda de los 7 mares. FUe la edad de la revolución contra el conservacionismo disneyano, de buscar algo diferente y a la vez entretenido: sin princesas que salvar, sin príncipes azules al rescate, sin brujas ni dragones, sin animalitos bailarines o parlantes, y sin números musicales cada quince minutos (algo en lo que no estoy en contra, pero es un cliché muy asentado en la animación hollywodiense). Dreamworks rompió las "reglas" y nos trajo historias con mensajes igual de importantes, pero más maduras e incluso oscuras (como en el caso del Príncipe de Egipto con las plagas, y Chicken Run con la vida de las gallinas esclavizadas y destinadas a morir a manos de los humanos).
Luego, en el año 2001, llegó la también genial pero (a mi gusto) sobrevaloradísima Shrek, que si bien posee el mismo contenido que desafiaba a la moral edulcorada de Disney, no deja de ser una parodia de los cuentos de hadas. A partir de ahí, Dreamworks se estancó en el público fácil, en la comedia desacarada y cada vez más desganada, y en el merchandising (plaga y maldición de toda franquicia que una vez fuese buena). En resumen, la colonización del 3D y del cine comercial se llevó la originalidad y las ideas revolucionarias que caracterizaban a esta compañía (con la excepción de la saga de Cómo entrenar a tu dragón, con buenos personajes, buen mensaje y un humor entretenido). No sé si es que a mí me gusta ir a contracorriente y ver lo bueno de lo que está infravalorado, o es que últimamente la gente se fija demasiado en las críticas ajenas y en ser demasiado exquisitos a la hora de ver una película aunque ésta no pretenda ser una joya del cine. Sea cual sea, yo me mantengo en esa corriente de los comienzos de Dreamworks, y así me mantendré.

Centrándonos ya en la película, La ruta hacia el Dorado es algo más que una historia sobre dos hombres y un caballo que buscan una ciudad de oro. Todo comienza en la España del siglo XVI, era del Renacimiento y de los descubrimientos del Nuevo Mundo, cuando Hernán Cortés (el villano secundario) se dispone a partir en busca de nuevas tierras en las aguas americanas. Miguel y Tulio, dos estafadores de poca monta, se cuelan por accidente en una de las naves de Cortés y son apresados por polizones. Junto al caballo Altivo, los dos escapan y arrivan en una playa inexplorada; a partir de entonces, guiándose a través de un misterioso mapa, buscarán la mítica ciudad de El Dorado, construída por entero con materiales de oro.

Esta primera parte se sucede rápidamente, aproximandamente unos 20 o 30 mintuos de la película; y es a partir de su llegada al Dorado cuando empieza la verdadera historia. Ambos amigos están al principio muy ilusionados por haber encontrado la ciudad, donde son considerados por sus habitantes como los dioses de una antigua profecía, y planean llevarse todo el oro que puedan a España para vivir como reyes el resto de sus vidas. Pero a medida que pasan más tiempo en la ciudad, sus verdaderos objetivos se van revelando: Miguel, que al principio era el sumiso del dúo y parecía ser un soñador con pocas luces, va descubriendo su auténtico yo gracias a la bondad de las gentes de El Dorado, desarrollando un espíritu de liderazgo que insospechaba que tenía, hasta que termina enamorándose de la ciudad y de sus habitantes. Por otra parte, Tulio permenece cegado por su avaricia y por el amor que en él despierta Chel, la nueva amiga y confidente de ambos, y sólo desea volver a España para tener una vida de lujos, olvidándose incluso de su amigo Miguel.

Los dos se van distanciando cada vez más, a la par de descubren los verdaros planes del malvado sacerdote Tzekel-Kan, que busca tener a la ciudad bajo su poder, intentando imponer la voluntad de los supuestos dioses, quienes son más empáticos y humanos de lo que sospechaba.

Es aquí cuando nos damos cuenta del verdadero mensaje de la película: ¿Qué pesa más al final; la lealtad hacia esa persona con la que tantas alegrías y peripecias has vivido, o tus ambiciones personales a pesar de que sigan un camino diferente? Aquí se pone a prueba el valor de la amistad, esa que es sincera y desinteresada. No hace falta que una princesa, un sabio o un animalito parlante de turno nos haga darnos cuenta de la respuesta; es algo que debes comprender dentro de ti, reflexionando sobre todo lo que has compartido con esa amistad y lo que de verdad significa para ti.

Y aquí termina mi crítica. Ahora bien, si amas la exquisitez y eres muy objetivo con las películas que ves (que no es nada malo, cada uno disfruta del cine a su manera), aunque sean de animación y/o entretenimiento y poco más, no te la recomiendo mucho porque es posible que te decepciones y hasta te aburras. Pero si adoras esas películas que hablan sobre aventuras y travesías como las de antes, un viaje que no necesita de una historia de amor, canciones o magia aparte para funcionar, una amistad y valores bien reflejados para cualquier edad y las películas 2D que prácticamente se han extinguido, ésta es tu película.

Diré como colofón a aquella época de oro de Dreamworks que varios compañeros de mi generación y yo, e incluso los de más atrás, la hemos disfrutado: ¡Sigamos esa senda!
LadyEpona93
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