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Voto de seagal4ever:
7
7,4
2.309
Drama
Inspirada en la novela homónima de E. Zola. El maquinista de tren Lantier (Jean Gabin) es un hombre solitario marcado por el estigma hereditario de la locura. No puede reprimir su misoginia y su trato con las mujeres es muy violento. Solo es feliz mientras conduce su locomotora que cubre el trayecto desde El Havre hasta París. Comete un gran error al enamorarse de Sévérine (Simone Simon), que lo que busca es inducirlo a matar a su marido. (FILMAFFINITY) [+]
24 de agosto de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de contrastes. Sí, señor. De muchos contrastes. Sin pensar en demasía, soy capaz de recordar algunos pasajes absolutamente estremecedores y fascinantes, brillantemente interpretados y prodigiosamente filmados. Pero del mismo modo, a no mucho que cavile, también recuerdo con bastante detalle escenas de dudoso interés o elementos narrativos de limitado alcance.
Sin embargo tengo que reconocer que las partes positivas han logrado pesar más sobre mi percepción global del filme, y soy igualmente consciente de que cuanto más tiempo pase desde este primer visionado, poco a poco iré borrando de mi mente las partes menos buenas y ensalzando las buenas hasta convertirlas en geniales, pues poseen potencial para ello.
El filme (basado en una obra del célebre escritor Zola) sigue los pasos de Jacques Lantier, un ingeniero de locomotoras con una complicada y traumática psicología que le impide entablar relaciones sociales de gran intensidad. Pese a su intento por no verse atraído por los encantos de ninguna mujer, no podrá sin embargo negarse ante los de Séverine Roubaud, la esposa de uno de sus superiores de la estación en la que su locomotora ha quedado unos días retenida para ser reparada...
El eje central sobre el que orbita todo el filme es la misteriosa figura de Jacques Lantier, el atormentado ingeniero de locomotoras. El retrato psicológico que entre Jean Renoir y Jean Gabin logran ofrecernos es demoledor. Absolutamente inquietante y fatalista. Frustrante por momentos. Una radiografía brutal sobre el lado más salvaje del ser humano y, para más inri, sobre ese lado en un individuo que no es capaz de dominarlo. La presencia de Gabin inunda cada uno de los fotogramas en que participa, convirtiéndose en una especie de agujero negro que absorbe todos y cada uno de los elementos que se encuentran a su alrededor. Renoir es consciente de ello, y no duda en dar un tratamiento ambiguo y solemne a la compleja figura de Lantier.
Sin embargo tengo que reconocer que las partes positivas han logrado pesar más sobre mi percepción global del filme, y soy igualmente consciente de que cuanto más tiempo pase desde este primer visionado, poco a poco iré borrando de mi mente las partes menos buenas y ensalzando las buenas hasta convertirlas en geniales, pues poseen potencial para ello.
El filme (basado en una obra del célebre escritor Zola) sigue los pasos de Jacques Lantier, un ingeniero de locomotoras con una complicada y traumática psicología que le impide entablar relaciones sociales de gran intensidad. Pese a su intento por no verse atraído por los encantos de ninguna mujer, no podrá sin embargo negarse ante los de Séverine Roubaud, la esposa de uno de sus superiores de la estación en la que su locomotora ha quedado unos días retenida para ser reparada...
El eje central sobre el que orbita todo el filme es la misteriosa figura de Jacques Lantier, el atormentado ingeniero de locomotoras. El retrato psicológico que entre Jean Renoir y Jean Gabin logran ofrecernos es demoledor. Absolutamente inquietante y fatalista. Frustrante por momentos. Una radiografía brutal sobre el lado más salvaje del ser humano y, para más inri, sobre ese lado en un individuo que no es capaz de dominarlo. La presencia de Gabin inunda cada uno de los fotogramas en que participa, convirtiéndose en una especie de agujero negro que absorbe todos y cada uno de los elementos que se encuentran a su alrededor. Renoir es consciente de ello, y no duda en dar un tratamiento ambiguo y solemne a la compleja figura de Lantier.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De entre todas sus intervenciones, recuerdo especialmente dos por encima del resto. Inolvidable el momento en el que, dispuesto con una vara metálica, se dispone a asesinar por la espalda a Roubaud, para desistir justo en el último momento. Su expresión de impotencia y sus autodisculpas resultan de verdad un momento mágico dentro de la cinta, además de un punto de inflexión determinante en el devenir del filme. Y cómo no, puestos a destacar no puede faltar el pasaje final de Lantier tras haber asesinado a Séverine con sus propias manos. Esos últimos diez minutos, con un Lantier desolado y carcomido por los remordimientos mientras marcha más muerto que vivo por la estación francesa y a bordo de la locomotora, son ya leyendarios. Al igual que su inevitable suicidio. Poderosas imágenes para un intenso y retorcido melodrama.
Pero si bien la figura del protagonista es el elemento más destacado de la película, creo que existen otros que no lo son tanto. El guión me parece un poco enrevesado y forzado. Se podría haber dado pie a la relación entre Lantier y Séverine de múltiples maneras, pero hacerlo con el tema del asesinato del acaudalado noble francés como telón de fondo y a través de la subsiguiente investigación policial me resultó un tanto increíble, inverosímil, vaya. En todo caso este no es un defecto achacable al filme en sí, sino a la obra original escrita por Émile Zola que Renoir toma para basarse.
Sin embargo, esto creo que no es un elemente abiertamente negativo, sencillamente lo dejo caer como un simple apunte de algo que no me funciona todo lo bien que debería. Lo que sí que me sobró fue un ritmo demasiado lento y tedioso. Si bien durante el primer acto no incomoda lo más mínimo, más bien se agradece por la enorme cantidad de información que se aporta sobre el mundo en que Lantier se mueve; durante la relación de amor entre los protagonistas llega a hacerse un tanto cargante, estancando un poco el natural devenir de la trama.
Como nota curiosa, merece la pena destacar el interés de Renoir en mostrar con todo lujo de detalles el mundo de los trenes, con especial énfasis en la locomotora, apabullando con sus interminables planos subjetivos de la misma y las coreografías de los empleados, obligados a actuar con gestos por el infernal ruido del motor.
La atmósfera opresiva y fatalista que Renoir es capaz de plasmar a través de su realización se manifiesta de manera patente en cada uno de los fotogramas del filme, y nos intenta conducir sutilmente hacia el fatal desenlace que todos, sin demasiado esfuerzo, podemos intuir. Interesante obra que, si merece ser recordada o recomendada, lo es por la impresionante interpretación de Jean Gabin y por el retrato psicológico que se ofrece del protagonista. La trágica y enfermiza vida de un (aparentemente) buen hombre marcada por el estigma de su pasado.
Pero si bien la figura del protagonista es el elemento más destacado de la película, creo que existen otros que no lo son tanto. El guión me parece un poco enrevesado y forzado. Se podría haber dado pie a la relación entre Lantier y Séverine de múltiples maneras, pero hacerlo con el tema del asesinato del acaudalado noble francés como telón de fondo y a través de la subsiguiente investigación policial me resultó un tanto increíble, inverosímil, vaya. En todo caso este no es un defecto achacable al filme en sí, sino a la obra original escrita por Émile Zola que Renoir toma para basarse.
Sin embargo, esto creo que no es un elemente abiertamente negativo, sencillamente lo dejo caer como un simple apunte de algo que no me funciona todo lo bien que debería. Lo que sí que me sobró fue un ritmo demasiado lento y tedioso. Si bien durante el primer acto no incomoda lo más mínimo, más bien se agradece por la enorme cantidad de información que se aporta sobre el mundo en que Lantier se mueve; durante la relación de amor entre los protagonistas llega a hacerse un tanto cargante, estancando un poco el natural devenir de la trama.
Como nota curiosa, merece la pena destacar el interés de Renoir en mostrar con todo lujo de detalles el mundo de los trenes, con especial énfasis en la locomotora, apabullando con sus interminables planos subjetivos de la misma y las coreografías de los empleados, obligados a actuar con gestos por el infernal ruido del motor.
La atmósfera opresiva y fatalista que Renoir es capaz de plasmar a través de su realización se manifiesta de manera patente en cada uno de los fotogramas del filme, y nos intenta conducir sutilmente hacia el fatal desenlace que todos, sin demasiado esfuerzo, podemos intuir. Interesante obra que, si merece ser recordada o recomendada, lo es por la impresionante interpretación de Jean Gabin y por el retrato psicológico que se ofrece del protagonista. La trágica y enfermiza vida de un (aparentemente) buen hombre marcada por el estigma de su pasado.