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Voto de seagal4ever:
6
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5,1
567
Ciencia ficción
La historia gira entorno a los experimentos sexuales telepáticos que se ejercen en la Academia Canadiense para la Investigación Erótica. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Stereo" es el primer largometraje (por estrecho margen, ya que apenas dura poco más de una hora) del cineasta David Cronenberg tras sus cortometrajes "From the drain" y "Transfer". Se trata de una obra bastante experimental y difícilmente digerible, por no decir algo más ofensivo. Contando con un reducido presupuesto (apenas 3.500 dólares), Cronenberg dirige (y también produce, escribe, fotografía y monta) un extraño engendro audiovisual en el que tienen cabida el sexo, la parapsicología, la telequinesia, la psicología y un largo etcétera de conceptos a cada cuál más técnico y desconcertante. Eso sí, todo ello aderezado con unas altas dosis de pedantería que pueden llegar a sacar de quicio a más de uno.
En todo caso, éste es uno de esos filmes al que obviamente no se accede por accidente, sino más bien sabiendo o intuyendo lo que nos va a deparar. Indudablemente, ya en esta temprana obra, el joven Cronenberg estaba dejando muestras de algunos de los elementos que iban a protagonizar su peculiar manera de entender el cine a lo largo de los años. La historia (si es que merece tal nombre), viene a ser algo así como un experimento parapsicológico que unos investigadores, liderados por el enigmático doctor Luther Stringfellow, realizan sobre ocho sujetos con el objetivo de estudiar las propiedades de la telequinesia. Para ello les someterán a toda una serie de pruebas a cada cuál más peregrina y extraña.
En todo caso, éste es uno de esos filmes al que obviamente no se accede por accidente, sino más bien sabiendo o intuyendo lo que nos va a deparar. Indudablemente, ya en esta temprana obra, el joven Cronenberg estaba dejando muestras de algunos de los elementos que iban a protagonizar su peculiar manera de entender el cine a lo largo de los años. La historia (si es que merece tal nombre), viene a ser algo así como un experimento parapsicológico que unos investigadores, liderados por el enigmático doctor Luther Stringfellow, realizan sobre ocho sujetos con el objetivo de estudiar las propiedades de la telequinesia. Para ello les someterán a toda una serie de pruebas a cada cuál más peregrina y extraña.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A nivel narrativo, la película, aunque es realmente un cúmulo de pretenciosidad y llega a ser excesivamente cargante por momentos, logra transmitir una sensación de inquietud bastante lograda. Lo que nos cuentan es demasiado distante para nosotros. Es todo como muy aséptico, y no terminamos en ningún momento de entrar totalmente en el juego, algo que, por otro lado, creo que está pretendido.
La omnipresente voz en off nos va conduciendo y poniendo en antecedentes de los experimentos. La palabrería técnica es pasmosa, y se vierten sin pudor teorías de lo más retorcidas y perturbadoras (me encanta la charla en torno a la sexualidad, que termina indicándonos que la bisexualidad es la tendencia sexual normal -en detrimento de la heterosexualidad y la homosexualidad-, pero que lo deseable es la omnisexualidad, algo que sólo puede lograrse tomando fármacos específicos para eliminar las barreras mentales que nos lo impiden).
Es difícil llegar a comprender realmente todo el entramado que nos muestran, pero no puede negarse la originalidad de la propuesta y su más que evidente intento por no dejar indiferente a nadie.
A nivel técnico, lo primero que llama la atención es que no hay ni sonido directo ni música. Según tengo entendido, ante la ausencia de medios, la cámara que empleó Cronenberg hacía bastante ruido, y para evitar problemas mayores nada mejor que cargarse todo el sonido directo y listo. Lo único que hay es la ya mencionada universal voz en off que nos va contando detalles de los experimentos con un lenguaje lo más sofisticado posible, pero carente de emoción o sentimiento alguno. La fotografía en blanco y negro logra potenciar esta sensación aséptica que rodea al filme, envolviéndolo todo de un atrayente hermetismo.
Si bien inmediatamente después de visionar la película ésta me dejó una considerable sensación de vacío y mediocridad, poco a poco fue creciendo en mi interior una especie de sensación magnética hacia esta personalísima obra de Cronenberg. Supongo que se encontrará en el nivel más visceral de mi ser, porque racionalmente no terminó de entender el motivo exacto por el que este desconcertante y pretencioso ejercicio ha logrado despertar en mí un cierto interés, pero el hecho es que ese tono tan distante con que se muestran los acontecimientos, esa aparente dejadez y continua confusión que reina a lo largo de todo el metraje, se ha introducido en lo más hondo de mi ser y ha sustituido la más absoluta indiferencia por una cierta fascinación.
La omnipresente voz en off nos va conduciendo y poniendo en antecedentes de los experimentos. La palabrería técnica es pasmosa, y se vierten sin pudor teorías de lo más retorcidas y perturbadoras (me encanta la charla en torno a la sexualidad, que termina indicándonos que la bisexualidad es la tendencia sexual normal -en detrimento de la heterosexualidad y la homosexualidad-, pero que lo deseable es la omnisexualidad, algo que sólo puede lograrse tomando fármacos específicos para eliminar las barreras mentales que nos lo impiden).
Es difícil llegar a comprender realmente todo el entramado que nos muestran, pero no puede negarse la originalidad de la propuesta y su más que evidente intento por no dejar indiferente a nadie.
A nivel técnico, lo primero que llama la atención es que no hay ni sonido directo ni música. Según tengo entendido, ante la ausencia de medios, la cámara que empleó Cronenberg hacía bastante ruido, y para evitar problemas mayores nada mejor que cargarse todo el sonido directo y listo. Lo único que hay es la ya mencionada universal voz en off que nos va contando detalles de los experimentos con un lenguaje lo más sofisticado posible, pero carente de emoción o sentimiento alguno. La fotografía en blanco y negro logra potenciar esta sensación aséptica que rodea al filme, envolviéndolo todo de un atrayente hermetismo.
Si bien inmediatamente después de visionar la película ésta me dejó una considerable sensación de vacío y mediocridad, poco a poco fue creciendo en mi interior una especie de sensación magnética hacia esta personalísima obra de Cronenberg. Supongo que se encontrará en el nivel más visceral de mi ser, porque racionalmente no terminó de entender el motivo exacto por el que este desconcertante y pretencioso ejercicio ha logrado despertar en mí un cierto interés, pero el hecho es que ese tono tan distante con que se muestran los acontecimientos, esa aparente dejadez y continua confusión que reina a lo largo de todo el metraje, se ha introducido en lo más hondo de mi ser y ha sustituido la más absoluta indiferencia por una cierta fascinación.