Lo primero que hay que decir, antes que nada, es que tras decidir hacer una secuela tardía como ésta y haber visto en su día las cuatro temporadas iniciales, se verifica que se sigue una línea argumental correlativa; digamos que la unión del final de la cuarta temporada, a pesar de suponer un aparente punto y final, con los nueve episodios tan solo que suponen la quinta, tienen sentido siempre y cuando se acepte la base argumental adoptada para esa quinta temporada como buena. Pero inmediatamente después, y de obligado cumplimiento, es preguntarse si era necesaria esa quinta temporada. No por llamarse 'Prison Break', ni tampoco porque esta secuela desmerezca el compendio soberbio creado años atrás (mas sí podría hacerse), sino porque el surgir de secuelas, reboots y demás demostraciones, más o menos obvias, de ausencia de mentes regenerativas en el medio con capacidad de crear y de innovar, ya no es solo cosa del cine. La televisión empieza a verse también afectada de esa dolencia en los últimos tiempos y eso no parece ser buena señal. A las pruebas me remito: no ha habido aún ni una sola reaparición televisiva que se justifique y esté a la altura de su origen.

Los responsables de 'Prison Break' tal vez vieran en el convulso panorama actual internacional, una gran oportunidad de resucitar a Michael Scofield y compañía. Un momento idóneo de ponerse al día recuperando para la ocasión a un gran escapista como Scofield en mitad del desierto y de la guerra yihadista. Una vez vista, la verdad, no siento haber perdido el tiempo pero tampoco tengo la impresión de haberme perdido nada de no haberlo hecho. Todo sigue estando ahí como el primer día de clase: las caras, las intrigas, los enigmas, todo; y, sin embargo, es diferente. Algo ha cambiado y se llama tiempo, amén de que nueve episodios condensando tantas cosas, termina por dar la impresión de haber abarcado mucho y apretado poco. Y eso que cuenta todavía con momentos que recuerdan a aquella serie que se hizo grande hace más de una década, a pesar de terminar mostrando un interés en atar todos los cabos dejando un epílogo puede que demasiado blando para lo que tiene acostumbrado.

Cerrando también con el mío propio, lo último que queda por decir es que la maravillosa 'Prison Break' tuvo su tiempo, como lo tuvieron igualmente otras. Da pena, pero es así. Siempre se pueden recuperar del olvido en lugar de dedicarse al reciclaje tiempo indefinido después. Los productores, así, en general, parecen no enterarse. Tal vez se sigan llenando los bolsillos (o tal vez no, habría que mirarlo), pero es de imaginar que a la mayoría que apreciara esas series que tiempo atrás le pusieron el vello de punta y le hicieron sufrir, reír o llorar, no le llenará el espíritu ni su tiempo libre.