Bendito el día en que, por un azar del destino, me vi obligado a visualizar esta obra maestra del séptimo arte. Una cinta que emerge de la mediocridad de una saga explotada hasta la extenuación para, gracias a una dirección de fenómenos y una animación apetepórica , situarse a la altura de clásicos atemporales como Transmorfers o Aztec Rex.
La historia nos sitúa en el ya conocido mundo de Pokemon para mostrarnos una historia llena de emoción y misterio, en la que la persecución de un misterioso pokemon legendario por parte de Zero (sin lugar a dudas unos de los villanos por excelencia de la historia reciente del cine, compitiendo con el Jocker de Ledger por tal distinción) involucrara a Ash y sus amigos. Kunihiko Yuyama eleva su obra a los altares con un pulso narrativo fuera de lo común. El director, autor de, entre otras, Kimagure Orange Road: Summer's Beginning o La ballena Josefina, además de la serie y todas las películas de pokemon, consigue por fin un lugar entre los más grandes, y lo hace por la puerta grande. A su lado, Hideki Sonoda, aclamado guionista , y Shinji Miyazaki, encargado de la brillante banda sonora, ayudan a la creación de esta oda al cine.
Sin embargo, y a pesar de su emocionante final, con un giro de guión inesperado, lo que realmente hará que este film pase a los anales, es la aparición de Shaymin. Que decir de un personaje que se ha ganado a pulso estar en el olimpo cinematográfico gracias a su inigualable carisma. La humanidad debe estar agradecida a Satoshi Tajiri, Junichi Masuda y Ken Sugimori, diseñadores de este personaje que ha marcado las vidas de todos cuantos hemos visto esta película.
Gracias cine, por brindarnos genialidades como esta, y gracias Shaymin, por existir y hacer mas fácil mi propia existencia.