Si "Bar bahar (Entre dos mundos)" hubiera estado ambientada en plena pandemia 2020, me imagino a, como mínimo, dos de sus protagonistas saliendo a la calle a quemar contenedores o a romper mobiliario urbano en protesta por los toques de queda y las restricciones. Y ellas tan felices creyendo que así luchan por los derechos y las libertades del pueblo llano. Al final esta ópera prima de Maysaloun Hamoud es un poco eso mismo pero llevado al año 2016, y sustituyendo una pandemia vírica por otra de patriarcado y machismo.
"Bar bahar (Entre dos mundos)" nos presenta a tres jóvenes palestinas que habrán de enfrentarse a los rancios y caducos convencionalismos de la cultura musulmana en una Tel Aviv que se debate entre el viciado aire de la tradición y los frescos vientos del cambio cultural. Nuestras protagonistas se hayan en medio, y su manera de rebelarse al desdichado sino es, por ejemplo: drogándose, emborrachándose, desfasando en fiestas sin fin… Que igual yo me he quedado un poco en la superficie, puede ser. Llámeme pollavieja si quieren. Pero es que, con esa fachada de postureo de red social, a ver quién se va a fijar en el bondadoso interior, por muy bueno que sea. Que lo es. En definitiva, ¿el fin justifica los medios?…
Al final mi problema con "Bar bahar (Entre dos mundos)", una propuesta más cercana a ese cine social que Fernando León de Aranoa y similares practicaban en España durante los noventa y primeros dosmiles, que a otra cosa; es que, lo que pretende reivindicar, ya lo hacía con más efectividad y mejores resultados justo un año antes la turca "Mustang" (Deniz Gamze Ergüven, 2015). Un film en el que, además de fondo de armario, había mucho más valor cinematográfico en la realización que aquí. En esto último la obra de Maysaloun Hamoud se queda muy desfondada. Cierto que como película va de menos a más, quizás porque la realizadora se da cuenta de los defectos que la están lastrando. Pero conmigo el mal ya estaba hecho.