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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · Villacanicas del Hoyo
Voto de McCunninghum:
6
Cine negro. Thriller La historia de un hermético y frío asesino a sueldo. Jeff Costello es un perfeccionista que siempre planea cuidadosamente sus asesinatos y al que nunca han atrapado. Sin embargo una noche, tras liquidar al dueño de un club nocturno, queda a la vista de varios testigos. Sus esfuerzos por construir una coartada fallan y poco a poco es acorralado, tanto por la policía como los clientes que le han traicionado. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2010
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es conocida la anécdota según la cual el primer film de Jean-Luc Godard es la continuación voluntaria y consciente del “Buenos días, tristeza”, de Otto Preminger, más allá de que compartan protagonista femenina. En este gesto repetitivo-compulso JLG da comienzo a una nueva modernidad que no es la de Bazin y Rossellini, aquella en la que el cine funciona como una “ventana abierta al mundo” y que lo convierte, no en un modo de representación, sino en un modo de ver: no una imagen construida, sino una imagen encontrada, aparecida y epifánica. La modernidad de la Nouvelle Vague, sin embargo, no se centra en la mirada diáfana sobre la realidad. Dando lugar al prefijo post-, la modernidad de Godard y otros adláteres del Cahiers es la modernidad líquida de la reescritura y el palimpsesto. Un contexto abierto al paroxismo y a la dialéctica deleuziana de la fuga: la repetición con variaciones. Todo este grupo de huérfanos capitidisminuidos encuentra a su Padre (A)sombroso en el cine americano, auténtico Gran Texto sobre el que volcar sus filias. Así, allende el existencialismo noir encontramos la hermenéutica vampírica, la abismación y el goce en este objeto moderno que es el cine (el gran invento del siglo 20 junto con el psicoanálisis y la bomba atómica). Contemporáneos de Barthes y de Ricoeur, los “jóvenes turcos” se lanzan desnudos a la piscina mitológica de Hollywood, consiguiendo, al fin, lo que Canudo anunciara en 1914: que el cine era un arte, o, en términos de JLG, “una idea que toma cuerpo tanto como una forma que permite pensar”. O también, se diría, un territorio habitable (cuando ahí afuera sólo hay ruinas). En un más allá de Bazin, germina esta nueva religión sin dioses que es la cinefilia, otro mundo posible.Existencialismo blue.
En este contexto textofílico, caníbal y onanista, la figura de J.P. Melville aparece como una de las primeras en producir un filme que es ya una reescritura: Bob le flambeur (1955) es un filme noir que quiere ser como los de Huston o Lang, con detectives, coches y pistolas. Antecede en varios años a los artefactos de JLG, que raudamente llevarían la práctica a su momento cenital y reflexivo, a su propia parodia autoconsciente. Y que, desde luego, son indudablemente más divertidos.

(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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