Creo que la opción que nos da el cine de ciencia ficción actual, si alguien quiere pasárselo medio bien durante la proyección es el conformismo más absoluto: no poner en duda nada de lo que se cuente, no plantearse nada y no darse cuenta de ningún fallo, sea técnico, artístico o porque haya sospechosas elipsis colocadas en los momentos más comprometidos, o sea, algo que se da muy a menudo en otros ámbitos, como por ejemplo en el género de acción. Mucha técnica y efectos visuales envuelven un guión, que para tanta inversión económica, y hablando en plata, es una birria. Un cimiento demasiado frágil para el castillo de naipes que propone y que, por desgracia, se acaba desmoronando a base de caer en tópicos reiteradamente, además de no ser nada original. Los verdaderos amantes del género, y con olfato, habrán esquivado los cines que exhiben “Oblivion” como si hubiesen puesto zotal a la entrada. Bien hecho. Realmente se trata de un caro video juego (con varios momentos que son videoclips) y con el que solo juega su protagonista, Tom Cruise, los demás como espectadores asistimos a su turno de juego, que para colmo el uso que le han dado a los efectos sonoros que se han utilizado, potencian esa sensación en las secuencias de acción, restando el poco dramatismo que pudieran tener. Aunque su banda sonora (demasiado inspirada en grandes de la música electrónica, sean Eno o Vangelis entre otros), su fotografía o sus efectos tengan un pase lo cierto es que no tiene nada más a su favor. Cruise es inconcebible que siga protagonizando, e incluso participando a veces en la producción de subproductos de este tipo. Lo de Freeman es también inconcebible que a estas alturas, se preste a papeles de reparto en estos inventos, no sé qué necesidad tendrá. A los demás les hará falta el dinero, supongo, pero de nuevo estamos en una selección de actores muy desaprovechada en algunos casos y en otros mal elegida, caso de Olga Kurylenko, que se afana en adoptar mohínes labiales típicos de Sophie Marceau pero sin su “gracia”, es más inexpresiva que una muñeca hinchable y lo siento por ella, pero me resulta hasta embarazosa verla. También al responsable de la figuración ya le vale, ya que parece que en un descanso del rodaje de “Los miserables” se los llevaron a todos para rodar la única secuencia que tenían, y que se la podían haber ahorrado. Y también un capón al departamento de vestuario que, de nuevo, carece de inventiva para crear un diseño ni siquiera digno. Los modelitos elegidos son de tremendos y si además el personaje de Kurylenko llega sin maleta, ¿de dónde saca tanto pantaloncito y camiseta que le queda tan ceñidito? Y ese final… Suma y sigue. Lo dicho, tragar sin pensar y la lógica dejarla en el coche o cohete de turno.