Es miserable la concepción de genialidad que tiene Holliwood, eso aprendí de esta película. Y es que si yo no supiera que existió un DaVinci, un Rafael Santi, un Miguel Angel, un Balzac, un Goethe, un Tomás de Aquino, un Mozart, un Bach..etc, etc, yo quizás podría tragarme la patraña de que estos parásitos sociales son geniales, pero desgraciadamente no es así...y me doy cuenta de que la película es una tediosa oda al egocentrismo yanki, una celebración de la mediocridad humana.

Durante el tiempo que dura la película, usted será agobiado con las trivialidades de la vida de una familia conflictuada como tantas otras, con la diferencia de que son millonarios y les parece que los sosos talentos que tienen son exageradamente admirables. Habrá algún amor controversial, pero no mucho, no vaya a ser que sea vulgar...imagino que eso pensaron...algún trastorno de personalidad, pero no tan fuerte...porque los locos no son cool...y en síntesis el largometraje se desarrolla lento, superficial, petulante, como dándonos una lección de...¿lo geniales que son?; una experiencia solo comparable a sentarse a hablar con un adolescente endrogado con delirios de grandeza.