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Voto de Óscar Darío Montoya Gómez:
5
Comedia. Romance. Fantástico Gerardo Olarte es un escritor de telenovelas que, al ver cómo su elogiada telenovela pierde audiencia frente al éxito arrollador de la telenovela de la competencia, empieza a sufrir la presión de los directivos del canal, de los actores y de la gente. Es así como Gerardo empieza una carrera desesperada contra el tiempo para darle la vuelta a la historia y así aumentar la audiencia. Pero al intentar mover los hilos secretos de la ... [+]
28 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año después de El paseo, el productor y guionista Dago García vuelve con El escritor de telenovelas y su interés no parece ser el de romper un nuevo récord en la taquilla si nos atenemos a las risas y carcajadas que pueda provocar su nueva película, que son más bien pocas. Y es que si El paseo se esforzaba por embutirle al espectador el mayor número de chistes por minuto, El escritor de telenovelas resulta ser muy ahorrativo en este sentido. Y esto, para el público colombiano, que está tan (mal) acostumbrado a reírse con cualquier chiste y colombianada que le ofrecen las películas marca Dago García, puede que no le guste mucho lo que va a encontrar en este nuevo filme.
En El escritor de telenovelas, Dago García se propone ofrecer algo más que el chiste fácil y se arriesga en el terreno de la burla, con dosis de fantasía. Su intención con la historia del atribulado Gerardo Olarte (Mijail Mulkay) es criticar la tiranía que los productores de telenovelas ejercen contra libretistas como el propio Dago, quienes se ven sometidos a cambiar, ajustar o alargar sus historias dependiendo del comportamiento del ‘rating’. Quién más, si no él, todo un “duro” de la televisión, para desquitarse del frívolo y desagradecido sistema en que se mueve.
La idea es buena, pues todo lo que Dago critica en la película se ajusta a la realidad, y el espectador se lo aplaudirá, sobre todo al comienzo cuando las pullas a los canales se hacen muy evidentes. La figura del productor (Álvaro Bayona), aunque caricaturesco pero lo más restacable del elenco, retrata con gracia lo que ocurre al interior de los canales de TV.
No obstante, la sátira se agota desde el momento en que la historia se mete en el terreno de lo fantasioso, es decir, cuando Gerardo queda atrapado dentro de su propia telenovela, en medio de personajes estereotipados que aún sabiéndose que son parte de la denuncia de Dago, no encuentran desarrollo alguno ni una mínima identificación con el espectador. La villana, la seductora, el galán, la inválida y el gay no paran de posar como objetos de un clichesudo portarretratos familiar, aun cuando ellos mismos reclaman salirse del molde y sorprender con un final distinto.
Entonces la película da tantas vueltas sobre sí misma y se concentra tanto en seguir la estructura del guión, yendo y viniendo entre el mundo real y el irreal, que se torna monótona e inverosímil. Además, termina por olvidarse del humor que el espectador promedio de Dago García desea encontrar. Y aquí es cuando uno escucha en la sala de cine la lapidaria frase: “¡Qué película tan aburrida!”.
En conclusión, más irreverencia y más gracia le faltó a esta película, que si bien partió de una idea atractiva y legítima no la supo desarrollar de la mejor manera. Para Dago, esta cinta podrá significar un ejercicio de desahogo rebeldía, pero a los espectadores, a mí por lo menos, no logró conectarme.
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Óscar Darío Montoya Gómez
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