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Críticas de Óscar Darío Montoya Gómez
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
7
9 de octubre de 2011
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película bien hecha donde la tensión es constante, que sofoca al espectador con el uso excesivo de la música incidental y que obliga a cerrar los ojos en un par de escenas horripilantes. Así califico, en pocas palabras, la cinta colombiana El Páramo, una novedad en el género de terror hecho en Colombia.
Los protagonistas son unos soldados que llegan a una base militar ubicada en un desolado páramo que, al parecer, ha sido atacada por la guerrilla. Hasta este punto podríamos estar hablando de una película de acción, pero la historia pronto se sumerge en el campo del terror pues aquello que los amenaza se torna invisible y acabará por hacerles perder el juicio a estos desesperados hombres.
Hay sangre por todos lados, aparece una mujer con presencia siniestra y hasta nos impresionan con una mutilación, pero más que un terror explícito lo que tiene la película es tensión, demasiada tensión de la que se puede culpar en buena parte a la música incidental, que es efectiva pero exagerada. A veces no pasa nada y la música hace creer lo contrario, lo que puede ser frustrante para el espectador.
En lo cinematográfico, se destacan los planos cerrados con muchos desenfoques, y los tonos grises y oscuros que acentúan el ambiente frío, desolado y hostil de aquel páramo donde sería mejor no quedarse. Las actuaciones, por su parte, están a la altura de las circunstancias: muchas palabrotas y agresiones entre los mismos soldados. Son buenas las interpretaciones, pero faltó algo de profundidad en los personajes.
El balance, en todo caso, creo que es positivo. Primero, porque en el contexto del conflicto armado en Colombia se nos ofrece una historia de terror psicológico que se aparta de los tópicos ya conocidos del cine nacional. Y segundo, porque es una película de gran factura técnica que consigue una atmósfera aterradora y desesperante.
Ver más en http://asiloveoscar.com/
Óscar Darío Montoya Gómez
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7
27 de junio de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustó mucho la diversión que ofrece Cars 2 con su deslumbrante despliegue visual y el toque detectivesco de la historia, pero no hay felicidad completa. Al final he quedado un poco decepcionado por el mensaje ecológico a medias que la película deja. (ver spoiler)
Pero dejando de lado el tema medioambiental y volviendo a los asuntos estrictamente cinematográficos, podemos decir que Cars 2 hace gala de una magnífica animación. Los efectos visuales se ven mucho más refinados que en la primera entrega de Cars y los personajes todavía más humanizados, pese a que la historia en general le falta corazón, en lo cual estoy de acuerdo con muchos de los críticos internacionales que han hecho hincapié en ese punto.
Salvo el simpático e iletrado Mate, que a todas luces es el protagonista de esta película en contraste con un Rayo McQueen más bien inaportante, los demás personajes brillan más por el aspecto de su chasis que por su personalidad.
Me ha gustado también Finn McMissile, el elegante auto detective que sirve de homenaje a las películas de James Bond, pero sobre todo los distintos escenarios cosmopolitas (París, Londres, Tokio, etc.) donde se mueve la aventura, así como la recreación de los autos con las características locales. ¿Qué me dicen de las geishas o los guardias ingleses? ¡Son simpatiquísimos!
Ahí tienen pues mi comentario acerca de Cars 2, una película muy entretenida que a mi gusto debió mostrar más compromiso y valentía con el tema ambiental, aunque valoro el hecho de que por lo menos ha tocado el tema de los combustibles fósiles. Un tema que tanto resquemor causa entre los petroleros de oídos sordos que todavía piensan más en sus ganancias que en la conservación de este planeta, muy enfermo por el exceso de CO2 que en grandes cantidades sale por los tubos de escape de los automóviles.
Ver más en http://asiloveoscar.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Óscar Darío Montoya Gómez
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5
28 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año después de El paseo, el productor y guionista Dago García vuelve con El escritor de telenovelas y su interés no parece ser el de romper un nuevo récord en la taquilla si nos atenemos a las risas y carcajadas que pueda provocar su nueva película, que son más bien pocas. Y es que si El paseo se esforzaba por embutirle al espectador el mayor número de chistes por minuto, El escritor de telenovelas resulta ser muy ahorrativo en este sentido. Y esto, para el público colombiano, que está tan (mal) acostumbrado a reírse con cualquier chiste y colombianada que le ofrecen las películas marca Dago García, puede que no le guste mucho lo que va a encontrar en este nuevo filme.
En El escritor de telenovelas, Dago García se propone ofrecer algo más que el chiste fácil y se arriesga en el terreno de la burla, con dosis de fantasía. Su intención con la historia del atribulado Gerardo Olarte (Mijail Mulkay) es criticar la tiranía que los productores de telenovelas ejercen contra libretistas como el propio Dago, quienes se ven sometidos a cambiar, ajustar o alargar sus historias dependiendo del comportamiento del ‘rating’. Quién más, si no él, todo un “duro” de la televisión, para desquitarse del frívolo y desagradecido sistema en que se mueve.
La idea es buena, pues todo lo que Dago critica en la película se ajusta a la realidad, y el espectador se lo aplaudirá, sobre todo al comienzo cuando las pullas a los canales se hacen muy evidentes. La figura del productor (Álvaro Bayona), aunque caricaturesco pero lo más restacable del elenco, retrata con gracia lo que ocurre al interior de los canales de TV.
No obstante, la sátira se agota desde el momento en que la historia se mete en el terreno de lo fantasioso, es decir, cuando Gerardo queda atrapado dentro de su propia telenovela, en medio de personajes estereotipados que aún sabiéndose que son parte de la denuncia de Dago, no encuentran desarrollo alguno ni una mínima identificación con el espectador. La villana, la seductora, el galán, la inválida y el gay no paran de posar como objetos de un clichesudo portarretratos familiar, aun cuando ellos mismos reclaman salirse del molde y sorprender con un final distinto.
Entonces la película da tantas vueltas sobre sí misma y se concentra tanto en seguir la estructura del guión, yendo y viniendo entre el mundo real y el irreal, que se torna monótona e inverosímil. Además, termina por olvidarse del humor que el espectador promedio de Dago García desea encontrar. Y aquí es cuando uno escucha en la sala de cine la lapidaria frase: “¡Qué película tan aburrida!”.
En conclusión, más irreverencia y más gracia le faltó a esta película, que si bien partió de una idea atractiva y legítima no la supo desarrollar de la mejor manera. Para Dago, esta cinta podrá significar un ejercicio de desahogo rebeldía, pero a los espectadores, a mí por lo menos, no logró conectarme.
Ver más en www.asiloveoscar.com
Óscar Darío Montoya Gómez
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