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Voto de Cinema Fulgor:
9
7,1
1.317
Drama
Primer film en color de Kurosawa. Retrato de un grupo de vecinos de los barrios bajos de Tokio, que usan la imaginación para enfrentarse al desolador panorama de miseria y alcoholismo en el que viven. (FILMAFFINITY)
11 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trece años después de haber estrenado la adaptación de Los bajos fondos de Máximo Gorki, Akira Kurosawa vuelve a presentarnos en un mundo de miseria una reflexión muy profunda sobre la humanidad en general, sobre el autoengaño incluso poético o artístico como huida de nuestras miserias, y sobre la pequeña, pero inmensa distancia que hay entre lo mejor y lo peor del ser humano. Ahora la época es la contemporánea de la película, se rueda en color (maravillosas las transparencias de los dibujos de los tranvías, o el tono del sol poniente, o la reflexión de la mujer sensual junto al árbol muerto, casi como si fuese un cromo de los que coleccionaba en mi infancia) y el maestro da sentido a cada color, como a cada gesto de los actores y a cada movimiento que registra o que hace la cámara, convirtiendo las paredes de madera o de cartón de las chabolas en obras de arte. Vuelve a aparecer un filósofo, quizá un santo o un místico, que parece quedar liberado de las miserias de cada uno de los personajes, pero, y este matiz es muy significativo, porque refleja estados de ánimo muy diferentes, mientras que en Los bajos fondos el sabio es un hombre feliz, en Dodes’ka-den, es uno de los personajes que más amargura arrastra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Momentos memorables de reencuentros, como el de la pareja que no habla, a causa de un trauma, más presente que pasado, o el de la martirizada ahijada del vago parásito y abusador con el encantador repartidor de botellas de saké ante el muro que delimita su mundo, y personajes inolvidables, como el padre y el hijo, niño mendigo, que viven en lo que queda de un viejo dos caballos, imaginando cómo construyen una gran mansión, de tal forma que el padre es incapaz de abandonar su refinada y estéril creatividad, incluso cuando enfrentar la realidad se convierte en una cuestión de vida o muerte, el coro de las mujeres que acuden a la fuente, o el señor que parece haber sobrevivido a una parálisis cerebral, que soporta a esa señora tan grosera, pero tan necesaria y leal, o esas mujeres que intercambian maridos borrachos, porque en ese estado, que es el habitual, son absolutamente indistinguibles, ese señor que ve con claridad y sin imaginación el dolor de una vida en soledad y al que el sabio le anima a seguir viviendo para dar vida en sus sueños a su familia perdida, o ese superpadre que, además hace brochas y cepillos: “Si alguien dice que no sois hijos míos, pregúntale por su propio padre. Seguro que no puede contestar”; y, dodes’ka-den, el chico, que con gran placer, puntualidad y sentido de la responsabilidad, conduce un imaginario tranvía por las sendas que se abren entre montones de inmundicias, mientras que su madre, atormentada, reza letanías budistas para no pensar en lo que será de su hijo cuando ella falte. . Mención especial merece la banda sonora de Toru Tagemitsu, pura magia y fantasía.
En cualquier caso, no creo que sea una película sobre una parte de la humanidad, sino sobre toda la humanidad, porque, de un modo u otro, todos somos pasajeros de ese tranvía imaginario y todos necesitamos vías de escape, como el fútbol, la prensa rosa, la política, la fe religiosa, las sectas, el alcohol u otras drogas o las teorías conspiranoicas para soportar la inmensa dureza y las muchas miserias de nuestra existencia….Dodes’ka-den, dodes’ka-den, dodes’ka-den...
En cualquier caso, no creo que sea una película sobre una parte de la humanidad, sino sobre toda la humanidad, porque, de un modo u otro, todos somos pasajeros de ese tranvía imaginario y todos necesitamos vías de escape, como el fútbol, la prensa rosa, la política, la fe religiosa, las sectas, el alcohol u otras drogas o las teorías conspiranoicas para soportar la inmensa dureza y las muchas miserias de nuestra existencia….Dodes’ka-den, dodes’ka-den, dodes’ka-den...