Lástima haber visto esta película después de la impresionante obra maestra de Alejandro Amenábar "Abre los ojos", despojando de cualquier atisbo de sorpresa el remake bastante fiel que realizó Cameron Crowe cuatro años después. Más allá de la enmarañada trama, basada en la pura ciencia-ficción en su aspecto básico, la enseñanza más clara que saco del filme es que nuestras vidas suelen decidirse casi por completo en pequeños detalles y decisiones a priori intranscendentes. Por ello, esos pequeños detalles deben empujarnos a vivir una vida plena, aprovechando al máximo los momentos en apariencia banales o de relleno, porque podrían ser clave para ser felices o desgraciados.

Normalmente, no suele gustarme como actúa Penélope Cruz, pero en "Vanilla Sky", repitiendo el papel de "Abre los ojos", realmente se supera a sí misma y realiza una espléndida y tierna interpretación. Es imposible no caer rendidos ante los encantos infantiles de "Pe", incluso para el hiperprotagonista Tom Cruise, su pareja en la ficción y después, en la vida real. Cameron Díaz no puede quitarse de encima ese complejo de patita Daisy que tiene, aunque sigue estando muy buena. Más le hubiese valido meter dramatismo de verdas en las escenas clave en vez de reírse como si estuviese en "Algo pasa con Mary". Y Kurt Russell simplemente no funciona en su papel y encima nos brinda uno de los mayores ridículos interpretativos en el clímax de la película.

En contra de la opinión generalizada, "Vanilla Sky" me parece una película entretenida y con un mensaje clarísimo para reflexionar sobre la capacidad del ser humano de captar el espíritu de las cosas. Está claro que palidece en comparación con el "tour de force" de Amenábar, pero es una buena adaptación a la americana de una sensacional idea y de un guión originalísimo.