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Voto de Sirah Wiedemann:
7
Romance. Drama Historia de amor de dos universitarios de Harvard que pertenecen a clases sociales muy distintas. Él, Oliver Barrett IV (Ryan O'Neal), es hijo de un poderoso banquero, mientras que el padre de Jenny (Ali MacGraw) es un humilde emigrante italiano. A pesar de ello, se enamoran, pero una enfermedad los enfrentará a algo mucho más grave que sus diferencias sociales. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin premeditación, contando solo con el azar a merced de la televisión, que rechazaba toda película que quería ver. Así he acabado viendo con mi novio Love Story, en una noche de San Valentín, tras una jornada exhausta. Llevaba tiempo con ganas de verla, pero nunca encontraba la ocasión adecuada. Sin quererlo, hoy lo conseguí. De primeras me dije: no me apetece verla, quiero algo ligero, y ésta me da que me va a dar pena (solo con la melancólica melodía de Francis Lai me pongo hecha un flan). La empezamos a ver y ahí estoy yo, a la media hora y ya he empezado a llorar. La siguiente hora la pasaría igual. Desde el inicio nos cuentan lo que va a suceder al final, pero ello no impide que te olvides durante el inicio y disfrutes con la relación tan cómplice que se establece entre Jenny y Oliver. Él es un joven tímido, soñador y tierno, mientras que ella es una perspicaz chica, inteligente y con un arrojo que para mí lo quisiera yo en ocasiones.
Su historia está enmarcada en la década de los 70, en plena ebullición y ola expansiva de la modernización de la sociedad, cuyos integrantes de aquellos años intentaron, no con todo el éxito que pretendían, derribar toda barrera injusta que los separaba, ya fuera por motivo social, económico o religioso. La manera en la que afrontan su relación en todo ese ambiente y época puede parecer irrelevante hoy día. A veces la memoria es cruel, por eso debemos rescatar en ocasiones los hechos y darnos cuenta de que hasta hace apenas nada estaban muy mal consideradas socialmente algunas de las costumbres más habituales de nuestro tiempo. No voy a criticar que un chico de buena posición se enamore de una chica de origen sencillo pero con sus mismas inquietudes, me parece algo totalmente normal. Pero hay quienes si lo hacen, basándose en la idea de que dicha situación solo conduce a la idealización a la vez que esconde un machismo soterrado. Si expusiera tal hecho a la censura, yo misma estaría cayendo en una postura de lo más clasista. Sería una verdadera contradicción. En esta historia surge la reivindicación de la máxima del verdadero Romanticismo: la expresión individual del individuo, sea de la índole que sea, sin que haya nada que pueda condicionarla.
Hay división de críticas, muchas tachan esta película como una fábrica de lágrimas, y aunque a mí me provocó muchas (el haber estado sometida a un estresante período de exámenes no ayuda a que mi hormonas estén en orden), no considero deleznable el hecho de que nos cuenten de un modo genuino un sentimiento tan necesario y común en todo ser humano: el amor. Aquí no hay artificios ni trucos complejos que escondan una historia pretenciosa, sino que su propósito es claro, el de recordarnos por qué a veces tenemos sueños en la vida. Y lo más importante es poder compartir con aquellos a los que queremos la felicidad que nos proporcionen, ya los alcancemos o solo consigamos vislumbrar parte de la belleza en nuestro anhelo. Pues al fin y al cabo, ¿con qué nos quedamos acaso, si no son con los recuerdos y sensaciones?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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