Para un ateo convencido como lo era Bergman, la obsesión que siempre demostró por la religión, la fe y Dios le acompañó toda su vida. Un claro ejemplo de ello es esta película, que se llevó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Bergman nos expone en tan solo cuatro personajes los diversos estados de fe del ser humano. El padre es un personajes vacío, sin alma, sin fe, abocado al suicidio a pesar del amor de sus hijos. El marido de Karin es ateo, su hermano muestra el paso de la adolescencia a la madurez todavía, y la única creyente, la única que tiene fe y cree en Dios es una esquizofrénica.

Que cruel era muchas veces Bergman!! Su manera más fácil de negar la existencia de Dios es que sea fruto de la imaginación de una enferma, me parece sencillamente sublime.

Además, Bergman va más allá, no le vale sólo con negar la existencia de Dios, sino que cuando aparece delante de Karin, éste lo hace en forma de una araña repugnante, fría, nauseabunda y que aún por encima la intenta penetrar. Un Dios que intenta penetrar a una mujer....si eso no es ser claro y conciso con su pensamiento pues no sé que más podría decir Bergman al respecto.

Para mí, lo mejor de la película además de lo mencionado, es la actuación de Harriet Andersson. Me encanta esta actriz, sus películas con Bergman son increíbles, sus interpretaciones siempre son perfectas, acordes a lo que la película requiere en todo momento.

Bergman siempre fue fiel a sus ideas y sus pensamientos, en todas sus películas y eso lo hace más grande todavía. Sin lugar a dudas, uno de los grandes referentes cinematográficos de la segunda mitad del siglo XX.