Una nunca sabe qué esperar cuando comienza a ver una serie salida de la nada, sin libros en los que se haya basado o referencias de amigos. Si, además, a lo largo de sus sólo seis episodios, se advierte, se va a vivenciar la evolución personal de una transexual en transición que trabaja como asesina a sueldo, sólo queda descubrir qué puede salir de ahí.
Mia es una mujer que ha nacido en el cuerpo de un hombre. Trabaja como asesina a sueldo para costearse la operación necesaria para deshacerse de lo único que todavía la aleja de ser una fémina completa. Sin embargo, un buen día se ve obligada a ocuparse de los hijos de su ex-pareja, que ha fallecido.
Hit and Miss, yendo al grano, ha sido la sorpresa de la temporada y es absolutamente fantástica. Ambientada en la Inglaterra más rural, nos ofrece una fotografía maravillosa, casi cinematográfica, llena de luces y sombras y de intensos colores. Nos plantea situaciones crudas, pero quizá no tan alejadas como pensamos del día a día, y nos hace vacilar y dudar en nuestra fidelidad a los personajes, que van y vienen y toman decisiones con las que no siempre podemos estar de acuerdo.
Las interpretaciones son magistrales, sobre todo la de Chloë Sevigny, que es una diosa y se merece todos los premios del mundo por este papel. Mia es un personaje muy rico, complejo, lleno de matices, de asuntos pendientes y de frustraciones, y la actriz sabe sacarle partido al máximo. Una perfecta Karla Crome, un enorme Vincent Regan que nos hace odiar al personaje que debe ser odiado y un Jonas Armstrong muy correcto y distanciado de papeles anteriores completan un reparto increíble. Los niños son asimismo maravillosos actores con un potencial apabullante.
El ritmo es lento, pausado, pero mantiene una tensión constante que nunca desaparece y que hace que estemos siempre alerta porque sabemos que cualquier cosa, por disparatada que suene, puede suceder en el momento menos pensado.
La violencia aparece retratada como una parte natural del ser humano, quien debe no repudiarla y desterrarla, sino admitirla y aprender a convivir con ella. Es un aspecto más de todos los que debemos reconocer para llegar a mirarnos al espejo y saber quiénes somos. Todos los personajes se hacen preguntas, dudan de su rol en la familia y en el mundo, de sus decisiones y la dirección que han decidido tomar. Todos los personajes tropiezan y se levantan, y se muestran hostiles hasta que consiguen bajar la guardia y confiar. Es una historia de encontronazos morales, de caminatas en círculos hasta llegar al punto buscado, de patadas a las barreras que limitan nuestra forma de pensar.
Si os gusta el inglés la mitad de lo que a mí me apasiona, es también una serie para disfrutar, para saborear la belleza de los acentos de sus actores, incluido el fingido por Sevigny, que pasa por una paisana más sin ningún tipo de problema.
Advirtiéndoos de la crudeza de muchas escenas, os animo a todos a verla y disfrutarla, porque vale la pena.